The Pains of Being Pure at Heart
+ Fantastic Explosion
rambleta club (valència)
Ya sé que ustedes han pagado el euro cincuenta que vale este periódico para leer la crónica del concierto de The Pains of Being Pure at Heart del jueves en la Rambleta. Estuvo muy bien. Sonaron bastante mejor de lo que suele permitir el bajo de este «espacio cultural». No faltaron clásicos como «Come saturday», con ese coro ultramontano que te sigue poniendo la gallina en piel. Y Kip Berman se marcó él sólo con la guitarra eléctrica un «Suzanne» de Leonard Cohen que le quedó la mar de aparente. Tocaron poco más de una hora, así que no le dio tiempo a nadie a bostezar o mirar el móvil. Los Pains ya no son el «hype» de hace ocho años, pero siguen molando. Muchas gracias.
Pero quiero aprovechar para hablarles de Fantastic Explosion, la banda valenciana que tocó antes que los Pains y que me ha ayudado a dejar de ver el futuro del rock como algo alopécico y renegón. Yo, sire, no sé mucho de música, no sé cuándo un artista es malo, me cuesta distinguir una línea de bajo bien ejecutada o si el cantante desafina. Así que le doy importancia a otras cosas, entre ellas la actitud. Y ahí, sobre el escenario, cinco chavales que no tendrán muchos más años que mi sobrino Rafael (18) expelían actitud y chulería a raudales, y estribillos guapotes, y una especie de psicodelia chandalera la mar de intensa y divertida que pilló a contrapié al público (más parecido a sus padres que a sus compañeros de instituto), que empezó mirándoles con cierta condescendencia y acabó aplaudiéndoles agradecidos. Como asegura el anuncio de un taller de ordenadores de mi pueblo, no todo está perdido.
