Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Petrogrado, el escenario de la Revolución

Las manifestaciones multitudinarias iniciadas a partir de febrero de 1917 dieron la estocada definitiva al poder autocrático

Abril, 1993. Venimos desde Moscú, donde hemos estado cuatro días recorriendo la capital de Rusia. En una cabina con literas de un tren nocturno hemos llegado a San Petersburgo, que ha recobrado ese nombre hace apenas año y medio. Se llamó así desde su fundación en 1703 hasta agosto de 1914, ya que el comienzo de la Gran Guerra hizo pensar a los rusos que era un nombre demasiado germanófilo y se modificó a Petrogrado, más eslavo, nombre que se mantuvo en el periodo álgido de la llamada Revolución Rusa. Después, a la muerte de Lenin en 1924 se le quiso dedicar la ciudad al líder bolchevique y pasó a ser Leningrado.

Nos hemos alojado en un hotel muy grande, casi a las afueras de la ciudad pero con una estación de metro próxima lo que nos da un acceso cómodo al centro. El metro va por unos túneles profundísimos, algunas estaciones están a más de cien metros bajo el nivel de las calles, pues tiene que pasar por debajo del río Neva, de sus afluentes y canales de manera que las escaleras automáticas de acceso a los andenes son larguísimas, muy pendientes y van a una velocidad que me impone un poco, aunque la cantidad de usuarios que empujan no dejan lugar a dudas sobre cómo abordar el ingenio mecánico: si no te decides te arrollan. Las estaciones son muy bonitas y están adornadas con placas conmemorativas, bustos de personajes célebres, como el de Pushkin por el que tienen una gran veneración, mármoles en los frisos y demás.

En nuestro primer paseo me ha parecido una ciudad descuidada, abandonada, con magníficos edificios, grandes avenidas y plazas espectaculares. Rusia vive un momento de depresión económica y la gente viste pobremente, los coches son modelos viejos y a todo le falta "una mano de pintura". La arquitectura de San Petersburgo, del centro que es donde me muevo, está compuesta, en su mayoría, por los edificios que han sobrevivido a guerras y revoluciones con un estilo barroco o neoclásico de los siglos XVIII y XIX y su calle emblemática, Nevski Prospekt, situada en la orilla izquierda del Neva, es la avenida principal de la ciudad. Se inicia en el edificio del Almirantazgo, unas instalaciones edificadas para centralizar todo lo relacionado con los barcos: astilleros, cuarteles, aduanas?, que se distingue por su torre en aguja siendo esta uno de los iconos de la ciudad. Discurre después la avenida hacia el este, junto a la Plaza del Palacio de Invierno, cruzando el río Moika.

Desde los malecones de la parte trasera del Palacio se ve la Fortaleza de Pedro y Pablo con otra torre estilizada, la "aguja de Pedro y Pablo", que pasa por ser la mayor altura de esa parte de la ciudad. Hace una temperatura bajísima, quizá, seis o siete bajo cero, y tanto el Neva como los demás canales están llenos de placas de hielo que como pequeños iceberg son arrastrados por la corriente. En este primer día, cansados por el viaje nocturno, nos hemos limitado a pasear y situarnos, aunque hemos entrado en la Catedral de San Isaac donde se recuerda a Agustín de Betancourt, el canario que levantó, en estos terrenos pantanosos, las preciosas columnas de granito de una sola pieza con un peso de 114 toneladas y una altura de 18 metros que ennoblecen el porche del edificio. Betancourt, que vivió en Rusia entre 1807 y 1824, fue director del Comité de Construcciones y Obras Hidráulicas participando en multitud de obras no solo en San Petersburgo sino en todo el país en un momento en que Rusia se convirtió en centro de atracción para científicos, ingenieros y artistas europeos.

El río Neva, caudaloso pero corto, solo unos setenta kilómetros de longitud, y su desembocadura fueron lugar de paso y comercio durante muchos siglos. Deseado por rusos y suecos motivó varias guerras entre ambos países. Todo el siglo XVII estuvo en disputa esta zona y en el comienzo del XVIII se impusieron las fuerzas zaristas. Pedro I, el Grande, quiso convertir ese delta de terrenos encharcados en su capital. San Petersburgo nació con vocación de gran ciudad y con una planificación dirigida por el zar y afinada por los arquitectos italianos y franceses que le asesoraron en la tarea. En estos días vamos a ver que dio de si el empeño del cruel pero eficiente y occidentalizado Pedro I.

Nuestra primera visita, después de haber dormido ocho horas "como Dios manda", es al Museo del Hermitage, situado a lo largo de los malecones del Neva e incluye el palacio de Invierno, antigua residencia oficial de los emperadores rusos, y el palacio de Mármol, ambos levantados en el siglo XVIII por la zarina Isabel, hija de Pedro I. El Palacio de Invierno se abre por el lado contrario al río a la plaza principal de la ciudad presidida por la Columna de Alejandro. Esta columna de cuarenta metros de altura fue levantada en honor de Alejandro I, el zar que derrotó, o al menos contuvo, a Napoleón. Quién la erigió fue, naturalmente, Betancourt

En esta plaza, preciosa en su diseño, fue donde empezó la Revolución Rusa. Me estoy refiriendo a los antecedentes próximos ya que en enero de 1905 en el conocido como el "Domingo Sangriento", la Guardia Imperial causó más de cien muertos y cientos de heridos entre los manifestantes que se reunieron justamente aquí para protestar por la miseria en la que vivían, y aunque el zar no estaba en el palacio se le hizo responsable de la matanza y eso le forzó a abrir un proceso democrático de elección en la Duma debilitándolo mucho políticamente. De Nicolás II se decía que era "el hombre más educado de Europa" o también que hubiera sido un buen rey para Gran Bretaña pero ni por carácter ni por ideología parecía la persona apropiada para modernizar y democratizar Rusia.

Hay poca gente en el museo y dedicamos un par de horas a ver lo que nos parece más interesante. A mi me gusta especialmente la escultura de Canova Las tres gracias, mientras que mi mujer prefiere las salas dedicadas a los pintores impresionistas de los que tienen una gran colección. Hay muchísimas cosas que ver ya que su creadora, Catalina la Grande, gastó millones de rublos en hacerse traer de todo el mundo cuadros, esculturas, piezas egipcias, orientales y cualquier cosa que entonces se valorase como "obra de arte". Catalina dijo que el museo que estaba creando era "para mi y para mis ratones" pero ahora, supongo que ya no habrá ratones, lo visitan millones de personas y es considerado uno de los principales museos del mundo. Nos llama la atención que los vigilantes, casi todos mujeres, son, o lo parecen, de edad avanzadísima y no prestan atención a nada ni a nadie.

En el edificio que visitamos estaba reunido el 25 de octubre de 1917 el Gobierno provisional cuando los sóviets se levantaron contra él. Kerenski, su presidente menchevique que había sustituido al príncipe Lvon un par de meses antes en ese cargo, pudo huir en un coche de la embajada americana pero los demás miembros fueron apresados y encarcelados en la fortaleza de Pedro y Pablo que mañana visitaremos. Hay que decir que la verdadera revolución rusa, la que acabó con el poder autocrático del zar e impulsó un modelo de estado democrático y participativo fue sin duda la que se produjo en febrero de 1917. Comenzó el día 23, Día de la Mujer Trabajadora, y continuó en las siguientes fechas con manifestaciones cada vez más multitudinarias.

Nicolás II se vio sin el apoyo de la Duma, la Asamblea legislativa, que él quería disolver, ni de los nobles, que buscaban un cambio, ni del Ejército, para el que ya era muy tarde cualquier solución conservadora, por lo que se vio obligado a dimitir y entregar el poder a un Comité de la Duma presidido por el príncipe Gueorgui E. Lvon, un kadete, esto es un miembro del Partido Demócrata Constitucionalista. Este Comité se transformó en un Gobierno provisional que, con el encargo de organizar elecciones para elegir una Asamblea constituyente, enseguida comenzó a realizar reformas de calado. La solución no gustó a la i ntelligentsia revolucionaria que hubiera preferido que fueran los sóviets los que asumieran el poder. No querían reformas sino revolución. Y en esa dirección trabajó desde entonces Lenin y también Trosky, aunque este último de forma algo más renuente.

Al salir del museo veo amarrado a la derecha de la Fortaleza y al otro lado del Neva un barco de guerra, es el crucero Aurora y hacia él nos dirigimos. Cobran unos pocos rublos por entrar, al cambio no llega a cien pesetas, y se visita como museo. Este barco se construyó a principios de siglo, participó en la guerra ruso-japonesa y después en la Gran Guerra patrullando por el Báltico. Cuando el 25 de octubre, a las 21h40m dicen algunas crónicas, el crucero Aurora dispara una salva de fogueo para advertir a los pocos que aún resistían en el Palacio de Invierno que se rindieran, la toma de Petrogrado por los bolcheviques era un hecho consumado. Fue solo ruido lo que salió del Aurora pero bastó para ser mitificado como símbolo de la Revolución de Octubre, en realidad un golpe de estado contra el legítimo, aunque debilísimo, Gobierno provisional. Para Faraldo (Faraldo, J.M. : La Revolución rusa: Historia y memoria): "?el disparo del Aurora dando la señal para el asalto es algo completamente ficticio. Provienen sobre todo de la reconstrucción de los hechos que el cineasta Serguei Eisenstein hizo en su película Octubre?". Otras imágenes poderosas iban a hacer ganar a los bolcheviques la batalla de la propaganda, tanto de cine, como en pintura, teatro o literatura. Tengo un recuerdo personalísimo del cine club que en los primeros años setenta funcionaba en el edificio entonces de la Mutua Guanarteme en León y Castillo, allí "aprendí" a ver estas películas de la revolución, de entre las cuales El acorazado Potemkin es mi favorita.

La prueba de que la batalla ya estaba ganada es el siguiente comunicado que publicaron muchas horas antes:

"¡A los Ciudadanos de Rusia!

El Gobierno provisional ha sido depuesto.

El poder del Estado ha pasado a manos del órgano del Sóviet de Obreros y Soldados de Petrogrado y al Comité Militar Revolucionario, que dirigen al proletariado y a la guarnición de Petrogrado.

La causa por la que el pueblo ha luchado -la obtención de una paz democrática, la abolición de la propiedad de la tierra de los terratenientes, el control obrero de la industria y la creación de un Gobierno de los sóviets- ha quedado asegurada.¡Viva la revolución de los trabajadores, soldados y campesinos!

Comité Militar Revolucionario y Sóviet de Obreros y Soldados de Petrogrado.

25 de octubre de 1917, 10:00 de la mañana".

Las diferencias fundamentales entre las dos ramas del Partido Socialdemócrata Obrero Ruso eran que mientras que los mencheviques (de menshinstvo, "minoritario") querían continuar con la guerra contra Alemania, deseaban convocar unas elecciones libres para nombrar una Asamblea constituyente y no eran partidarios de que los sóviets tomaran el poder, sus compañeros bolcheviques (de bolshinstvo, "mayoritario") buscaban todo lo contrario liderados por Lenin. Lo de minoritario y mayoritario venía del II Congreso del partido que se había celebrado en el extranjero en 1903 y se mantuvo aunque en 1917 los mencheviques tenían más apoyo popular y más delegados en los sóviets.

El barco está, como todo, descuidado. Somos los únicos visitantes y en la cámara principal los vigilantes han instalado una pequeña tienda en la que ofrecen insignias, gorras y algunos cuadros de pequeño formato. Compramos uno de un paisaje marino con unas olas rompiendo sobre una escollera. Creo que esta gente necesita algún extra para sobrevivir ya que parece que la inflación ha dejado en la miseria a todos los que dependen de un sueldo fijo. En el crucero me fotografío con un recuerdo republicano que habían mandado desde España en 1936.

Esta venta al "por menor" que hemos visto en el barco, se repite por toda la ciudad y un poco más tarde nos llegan a ofrecer una cría de oso, un osezno que me acaba arañando de forma leve. No me puedo llevar al oso por el que además me pedían unas 20.000 pesetas (recuerden que estamos en 1993).

Es difícil comer en San Petersburgo, apenas hay restaurantes y lo que ofrecen son una especialidad rusa, una especie de caldo de papas sin apenas condimento. En la boca del metro una mujer, ya mayor, ofrecía como única mercancía en venta medio pollo. Eso habla de la escasez en que viven en este momento los rusos. También en el hotel el desayuno ha sido escaso aunque la camarera, nos ha ofertado, a escondidas, latas de caviar. Hemos observado que en cada piso del hotel delante de los ascensores hay una "vigilanta" tras una mesa que parece espiar a los huéspedes. La figura del "comisario político" fue ideada por Trosky para tratar de controlar al ejército, los oficiales no parecían fiables por su pasado zarista, y se extendió a todos los comités y sóviets llegando ? hasta las plantas de los hoteles.

En la puerta principal del hotel no me querían dejar pasar al verme llegar con una bolsa de plástico en la mano donde llevaba artesanía de algún mercadillo. Tuve que mostrar mi pasaporte para que me franquearan el paso y mi mujer lo atribuyó a que yo había comprado unas botas y un gorro, que llevaba puesto, en los almacenes GUM de Moscú, no fui al viaje preparado para el frío que encontramos, y eso me hacía parecer un ruso más que no eran bienvenidos al hotel.

Comemos en la avenida Nevski una especie de bocadillo de un sucedáneo de salami y seguimos un rato más acercándonos a la iglesia de "El Salvador de la sangre derramada" situada en la orilla del canal Griboyédova. La sangre derramada era la del zar Alejandro II quien en 1881 sufrió allí mismo un atentado con bomba que lo mató al amputarle las dos piernas. Este zar fue progresista siendo el que acabó con la servidumbre del campesinado ruso pero ya se sabe que "toda buena acción tiene su justo castigo" y el ambiente de terrorismo que se había adueñado de Rusia desde el final de la guerra de Crimea se lo llevó por delante. Su hijo y sucesor, Alejandro III tuvo también varios atentados, uno de ellos en 1887 fue protagonizado por el hermano mayor de Lenin, Alekxandrs Uliánov, que fue ahorcado tras fracasar en su intento regicida.

La iglesia, que está cerrada por "obras" pero que veré más adelante, es un "pastiche" de iconos, mármoles y mosaicos, se levantó tras la muerte del zar y pocos años después los bolcheviques la convirtieron en museo. Ahora parece que ha recobrado el culto pero sigue siendo sobre todo una atracción turística.

En nuestro último día de estancia nos vamos a ver la Fortaleza de Pedro y Pablo. Ocupa una posición dominante en una minúscula isla en la orilla derecha del río Neva, y fue el primer edificio que se levantó en San Petersburgo. La islita está rodeada de aguas profundas por tres de sus cuatro lados. El cuarto es un canal que sirve de foso para guardar la entrada. Se fortificó originalmente con una muralla de madera de abedul y todas sus construcciones originales fueron del mismo material que posteriormente se fueron sustituyendo por otras mayores y de piedra. La aguja de su iglesia brilla como si fuera de oro y cada mediodía, un cañón dispara una salva desde su base para recordar la hora a los sanpetersburgueses. La iglesia está llena de iconos y mosaicos. En un lado del templo están las tumbas de los Romanov, la dinastía que gobernó Rusia durante trescientos cuatro años (1613-1917).

Desde aquí el 25 de octubre de 1917, tras el disparo del Aurora, y dando un tiempo prudencial para que los defensores se retirasen del Palacio, la Fortaleza se unió al bombardeo y alrededor de las 23:30, esta vez con munición real, disparó una treintena de proyectiles contra el Palacio, de los que solo le alcanzaron dos o tres que causaron pocos daños. Las únicas defensoras del Gobierno provisional eran un Batallón de Mujeres que no querían rendirse por miedo a ser violadas. Finalmente parece que no hubo tal. Los únicos daños importantes del Palacio fueron en su bodega y el zar, que ya lo había perdido todo, se quedó sin su reserva de Chateau d´Yquem 1847 que era su vino favorito. Después de esta hazaña bélica los bolcheviques convirtieron la isla en prisión de sus enemigos políticos, ya lo había sido antes de los oponentes de los zares, y allí penaron sus creencias ideológicas todos los mencheviques que se habían opuesto a que sus compañeros bolcheviques se levantaran contra el Gobierno provisional. Por acabar con la historia hay que recordar que en noviembre de 1917 se celebraron las prometidas elecciones constituyentes para la Duma pero como el resultado no fue el agrado de los bolcheviques, consiguieron 166 escaños de un total de 520, estos que tenían el poder las anularon y nunca llegó a constituirse la Asamblea.

Julio, 2003. Ahora llego desde Helsinki en un autobús con una excursión turística en la que vamos unas doce o catorce personas. Hemos bordeado el Báltico y lo que más me ha llamado la atención es la operación de pago de la coima a los guardias de la frontera finlandesa-rusa. Nuestra guía, una chica rusa, nos dijo que si nos queríamos librar de trámites engorrosos pagásemos diez euros por persona y ella se los entregaría al aduanero. Así lo hicimos y funcionó como se había dicho, mientras otros esperaban nosotros pasamos con nuestros visados en regla y sin que nadie inspeccionase lo más mínimo. Al acercarnos a la ciudad alguien pregunta por lugares para tomar una copa y nuestra guía le informa que ya hay muchos sitios de diversión nocturna, entre ellos varios casinos, "todos regentados por ciudadanos españoles". Por lo visto, aquí tenemos fama de mafiosos.

Nuestro hotel es ahora muy céntrico, el clima es agradable, nada de los fríos de la vez anterior, y la ciudad está muy recuperada, los museos y tiendas más llenos y hay restaurantes que ofrecen todo tipo de comidas. Mi plan es casi repetir lo visto hace diez años y a eso añadiré algún otro palacio y la catedral de Kazán en la avenida Nevski que construida por el arquitecto ruso Andrei Voronikhin en 1801-1811, es un ejemplo de la arquitectura rusa de principios del siglo XIX. En los nichos del pórtico norte de esta excatedral se encuentran esculturas de personajes destacados, entre ellos de Alexander Nevski y del príncipe Vladimir, que adoptó el cristianismo en Rusia. Los bolcheviques cerraron los servicios de la catedral en 1929, y desde 1932 alberga un museo y es un panteón de "hombres ilustres".

Nuestro tour turístico incluye una visita al Hermitage. Nuestra guía nos vuelve a dar una muestra de su eficacia y para saltarnos las colas nos mete en el museo por una puerta trasera que nos lleva a los sótanos donde vemos almacenados miles de cuadros y objetos. Yo voy ahora a ver las piezas egipcias y orientales del museo. Se podría volver una docena de veces y continuaríamos encontrando cosas nuevas que admirar.

El segundo día, la excursión nos lleva a la Fortaleza de Pedro y Pablo, de la que ya he dicho algo. La novedad con la que me encontré fueron las tumbas del zar Nicolás II y su familia. Todos ellos, el zar, su mujer, sus cuatro hijas y el zarévich fueron proclamados santos por la Iglesia Ortodoxa Rusa en agosto de 2000. No creo que hubieran aprobado en ningún tribunal eclesiástico porque dudo que hubieran superado el más benévolo de los exámenes pero en razón a los "martirios" inflingidos por los bolcheviques se les canonizó junto a otros ochocientos mártires de la Revolución. La historia es, más o menos, la siguiente: Nicolás II, había podido superar momentos muy críticos, de los que ya he comentado algo, en enero de 1905 pero cuando se enfrentó a los alborotos de febrero de 1917 no encontró apoyos para mantenerse y tuvo que dimitir. Fue entonces sometido a un régimen de arresto en Palacio y él pidió marchar a Inglaterra, que finalmente no lo admitió y aunque parece que Alfonso XIII sí estaba dispuesto a acogerlos en España esa solución nunca se consideró seriamente.

En julio se les mandó a Tobolsk, en Siberia, donde vivieron la Revolución de Octubre como espectadores lejanos. Ya con mando bolchevique fueron trasladados a Ekaterimburgo en mayo de 1918. Desde ese momento fueron prisioneros del Sóviet Regional de los Urales que empeoró sensiblemente sus condiciones de vida. En julio fueron fusilados todos: el zar, la zarina, las cuatro princesas, Alexei, el zarévich enfermo y los sirvientes que aún seguían con ellos. Según algunos fueron abatidos a pistola, según otros fusilados y rematados a bayonetazos. En todo caso se trató claramente de un asesinato ya que ningún tribunal había juzgado ni al zar ni a sus familia ni a los sirvientes que los acompañaron a la tumba.

La proclama de estos hechos fue del siguiente tenor:

"Comunicado oficial del Sóviet de los Urales. Decisión del Presídium del Consejo de Diputados, Obreros, Campesinos y Guardias Rojos de los Urales:

En vista del hecho de que bandas checoslovacas amenazan la capital roja de los Urales, Ekaterimburgo, que el verdugo coronado podía escapar al tribunal del pueblo (un complot de la Guardia Blanca para llevarse a toda la familia imperial acaba de ser descubierto) el Presídium del Comité Divisional, cumpliendo con la voluntad del pueblo, ha decidido que el ex zar Nicolás Románov, culpable ante el pueblo de innumerables crímenes sangrientos, sea fusilado.

La decisión del Presídium del Comité Divisional se llevó a cabo en la noche entre el 16 y 17 de julio."

Sus restos fueron encontrados en 1989 e identificados con pruebas de ADN, siendo uno de los donantes de muestras para hacer la comprobación su primo el actual duque de Edimburgo. En 2008 fueron rehabilitados como víctimas de la represión comunista y anteriormente canonizados como ya indiqué. Ahora están enterrados junto con otros muchos Romanov en la Fortaleza donde reciben el cariño de sus fieles que dejan en las tumbas velas y flores.

Mayo, 2016. En esta ocasión hemos llegado en un crucero de los que recorren el Báltico. Para bajar a tierra hay dos procedimientos: u obtienes una visa con un costo de unos cien euros, aproximadamente, o te apuntas a las excursiones organizadas, de lo que en principio yo siempre huyo, y pagas cien euros por dos días de paseos organizados. La economía se impone y acepto esta última solución, de manera que el primer día me llevan al museo del Hermitage, a recorrer la Perspectiva Nevski, calle ahora llena de tiendas de moda, buenos restaurantes y rebosante de coches caros. Está claro que la crisis ha sido superada y que Putin ha traído un esplendor económico que se nota en los edificios recién pintados, en las calles bien asfaltadas, en la gente vestidas como europeos ricos, aunque con gusto ruso, y en un nivel de vida en que el cambio de moneda, antes tan favorable, se ha tornado en contra nuestra. Ahora San Petersburgo es una ciudad cara. Lógicamente cuando vas en una excursión de crucero acabas, las dos últimas horas, en alguna tienda donde el guía tenga comisión. Es parte de la tortura a que nos sometemos los turistas.

Lenin proclama el poder socialista'. Obra de Vladimir Serov.

La ciudad está llena de "mercadillos". Ofrecen muñecas, gorros, todo tipo de insignias del Ejército Rojo (me entero de que la famosa Estrella Roja símbolo de ese ejército viene del título de una novela del escritor bolchevique Bogdanov y no tenía ninguna tradición; un nuevo caso del poder de los símbolos). Son la nueva atracción turística de la capital.

En ellos lo que más abunda son bustos, escudos, dibujos, carteles y todo tipo de objetos que recuerdan a Lenin. Es la figura de la iconografía rusa del periodo en que gobernó, 1917-1924, aunque desde comienzos de 1923 estuvo postrado en cama y prácticamente inútil. Cuando estuve en Moscú, hace unos años, fui, en la Plaza Roja, a ver el mausoleo de Lenin. Creo que sería preferible que lo enterrasen porque ese espectáculo de momificación no me parece del todo digno.

Fueron esos años buenos para los bolcheviques que se impusieron en el país pero malos para los rusos que tuvieron que soportar catástrofes sin cuento. Tras el golpe de octubre los seguidores de Lenin se rindieron a los alemanes firmando el tratado de Brest-Litovsk, tuvieron que hacer frente a la guerra con Polonia, que perdieron, al levantamiento de los rusos blancos en una guerra civil con millones de muertos, a las amenazas japonesas en Siberia, a hambrunas y epidemias. Empeoraron las condiciones de vida de la población con un pobre suministro de ropa, comida y una restricción de la libertad individual. No fue un buen comienzo y en varios momentos estuvieron a punto de fracasar en su revolución comunista pero lo superaron y en enero de 1924, cuando falleció su líder se habían consolidado como una nación, ya eran la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, estaban, hasta cierto punto, reconciliados con los alemanes, habían firmado con los británicos un tratado de respeto mutuo en Asia y eran temidos, por lo que eran y lo que suponían, en todo el mundo. Lenin no dejó un sucesor claro y pasarían unos años hasta que Stalin se consolidara como el nuevo dirigente omnímodo de la URSS, siendo Trosky el perdedor en esa pugna por el poder.

Como resumen, San Petersburgo, y sus alrededores, de los cuales no he hablado aquí, son un lugar muy recomendable para visitar. Es una ciudad de clima muy frío y oscuro de octubre a mayo pero muy agradable y luminosa en los meses restantes. Sus museos, tiene alguno más de los que he citado, reúnen piezas maestras y su planificación urbanística con una arquitectura barroca y neoclásica nos hablan aún del empeño de Pedro el Grande de crear una nueva capital, un nuevo estilo para Rusia.

Desde luego Leningrado no era un nombre apropiado para una ciudad por la que Vladimir Ilich Uliánov, Lenin, no hizo nada, más allá de arrebatarle la capitalidad. La forma eslava de Petrogrado me hubiera parecido más apropiada que San Petersburgo, ya que recuerda mejor a su fundador y diseñador, Pedro el Grande sin el cual no habría existido ni en cualquier caso sería como es, pero San Petersburgo fue la que él eligió y la que ahora ha recobrado.

Compartir el artículo

stats