Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Vidas paralelas

Ambos diestros han devuelto el esplendor taurino a nuestra tierra

Vidas paralelas

Enrique Ponce y Román Collado han sido los dos toreros valencianos más destacados de la temporada. El de Chiva ha sorprendido por su ambición tras veintisiete temporadas en activo. El de Benimaclet ha confirmado su proyección artística, que debería llevarle a ser uno de los toreros indiscutibles en 2018. De momento, sigue ganándose su contrastada fama de joven promesa al otro lado del «charco», y ha indultado la semana pasada al toro «Buscapleitos» de Torrestrella en la localidad peruana de Viraco.

Porque si Ponce representa el presente continuo de la tauromaquia valenciana, Román está llamado a ser el torero que porte el estandarte de la torería del «Cap i Casal» en el futuro. Cada cual con sus armas: cabeza Ponce, corazón Román; inteligencia contra decisión; técnica acrisolada, ajustada a las condiciones de cada toro, frente a técnica que evoluciona en función de las circunstancias y que busca soluciones -cada vez más acertadas- que den con la clave del triunfo. El maestro contra el aspirante, aunque la «cuerda» de uno y otro sea diferente. Clásico Ponce, arrebatador e inconformista Román. Dos gallos de pelea para que València vuelva a brillar en el toreo con luz propia.

Y qué mejor escenario para disfrutar de esta batalla de estilos que el coso del carrer de Xàtiva. Salvo que opere alguna causa ajena al mero interés artístico, ambos deberían protagonizar un duelo en la cumbre la próxima Feria de Fallas. Mano a mano o acompañados por otro diestro de la terreta y reeditar así los desafíos que han hecho las delicias de los aficionados tantos 19 de marzo, como los protagonizados en pasadas décadas por «El Soro», el propio Ponce o Vicente Barrera, por citar los últimos duelos de la torería valenciana que han tenido lugar en el palenque de Monleón.

Partida e inflexión

La ascensión de Ponce en este 2017 comenzó en Madrid. El valenciano firmó dos obras en la cátedra del toreo que resumen toda una vida dedicada a engrandecer la tauromaquia. Un primer trabajo de particular estética y facilidad contrastadas al toro colaborador, y un segundo de una clarividencia y oficio sin par -marca de la casa- a un ejemplar vacío de contenido. A partir de ahí se puso en marcha la máquina de la regularidad, que alcanzó su punto álgido en el mes de agosto. Sendos indultos en Málaga y Ciudad Real, una gran faena en Bilbao; cuatro orejas en Almería, tres en Linares y dos en Palencia.

Por su parte, Román alcanzó su punto de inflexión en la monumental venteña al abrir su primera puerta grande como matador de toros también en el mes de agosto. Un mérito que ha perseguido con ahínco desde que confirmara alternativa en el coso madrileño. Sin ir más lejos, esta temporada se ha anunciado en cuatro ocasiones: las dos de San Isidro, la mencionada del 15 de agosto y la de la Feria de Otoño, ante toros de Fuente Ymbro, en que a punto estuvo de volver a cruzar a hombros el umbral de la esperanza. El de Benimaclet había dejado su impronta en su debut en la Feria de San Fermín ante un toro de Cebada Gago y confirmó su ascensión en el escalafón de matadores con una obra electrizante ante un buen toro de Miura en Bilbao.

Golpe final

El último tramo de la temporada española también fue propicia para ambos diestros. Dos orejas en Mérida, cuatro en Valladolid; dos más en Salamanca, dos y el rabo en Murcia y tres en Nimes para Ponce. Román demostró al planeta de los toros que puede ser torero de ferias y triunfó en Valladolid como sustituto de Manzanares junto al Juli, con el que compartió salida a hombros. Solo el mal uso de la espada le privó de ampliar su nómina de triunfos en otras plazas como la citada de Madrid y Logroño ante los victorinos.

El broche de la temporada de los mejores toreros valencianos del año tuvo lugar en Zaragoza. Ponce cortó una oreja tras firmar una faena de mucho mérito a un complicado toro de Juan Pedro Domecq y Román dio la cara en la corrida de Robert Margé, en que el fallo a la hora de matar le privó de un éxito más rotundo. Un final de fiesta que deja la admiración suscitada por el primero y el interés originado por el segundo en todo lo alto, pendientes de que el inicio de un nuevo año taurino en tierras españolas sea al menos tan propicio como lo ha sido el anterior.

Mientras, ambos toreros cumplirán diversos compromisos en tierras americanas, donde -seguro- continuarán cosechando los éxitos que han firmado durante este inolvidable 2017, en el que dos diestros valencianos se han encaramado a los puestos cimeros del escalafón real de matadores y han vuelto a pasear el nombre de València por los cuatro costados de esta piel de toro que es España. Que nadie ajeno a esta sana rivalidad le dé ahora por echar por tierra las ilusiones que han despertado en el aficionado valenciano.

Compartir el artículo

stats