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No es suficiente

«Lulú»

teatro talía

De Paco Bezerra. Reparto: María Adánez, Armando del Río, Samuel Viyuela, David Castillo y Chema León.

Dirección: Luis Luque

Amancio es un hombre que se quedó viudo hace años, después de que a su mujer le mordiera una serpiente. Desde entonces vive obsesionado con dar caza y matar al reptil, descuidando la atención a sus hijos y el trabajo en su inmensa plantación de manzanos. La aparición de una misteriosa mujer inconsciente en mitad de la noche, hace que la vida de los tres hombres cambie por completo: Lulú se convierte en el centro de todos sus pensamientos y deseos, llevándolos a situaciones límite. La mujer les crea una dependencia emocional y física tan fuerte que no son capaces de resolver el lance por sí mismos. Por ello, le piden ayuda a Julián, quien les confirma que Lulú, en realidad, es la reencarnación del mal, de Lilith o del mismo Lucifer.

Hasta aquí, el texto de Paco Becerra y la propuesta escénica de Luis Luque no tiene demasiado interés. El planteamiento es algo incoherente, está sobredimensionada la imagen de Lulú como mujer diabólica y la irrupción del personaje de Julián (una especie de cazador de brujas) es absurda. Sin embargo, toda historia tiene dos versiones, y aunque la que se nos ha contado hasta el momento no es muy sugerente, la que nos muestra Lulú en su monólogo final sí lo es. Nada de lo visto hasta ahora es real y el relato que hace la mujer de todo lo acontecido deja al descubierto la manipulación y la locura de Amancio y sus dos hijos.

El espacio escénico planteado por Mónica Boromello y la iluminación de Felipe Ramos trasladan al espectador a dos ambientes distintos antes y después de la aparición de Lulú. Es difícil adivinar si el reparto formado por María Adánez, Armando del Río, Samuel Viyuela, David Castillo y Chema León se cree a sus personajes. En cualquier caso, la sensación que trasladan al público es que no. En resumen, un espectáculo simple que no se sostiene con el impacto que provoca el monólogo final.

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