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Pintor valenciano

Los óleos del estío valenciano de Sorolla

La Casa dels Bous sigue a la espera de su rehabilitación cien años después del triunfo del pintor - Formó parte de la Ruta de Sorolla del Consorcio

Los óleos del estío valenciano de Sorolla

Desde finales del siglo XIX hasta los primeros años del siglo XX, Joaquín Sorolla pasó largos veranos antela playa de la Malva-rosa, la musa que le inspiró para hacer decenas de obras en las que retrató la vida cotidiana en la orilla. Lo hizo con un caballete a escasos metros del agua, y no desde un estudio, tal y como asegura Felipe Garín, exdirector del Consorci de Museus y uno de los mayores expertos en el mundo de la obra de Sorolla. Según el catedrático valenciano, es probable que el maestro de la luz pintara sobre la arena de la playa del Cabanyal, allí es donde pasaba gran parte de sus veranos para descansar junto a su familia en viviendas que arrendaba para la ocasión, aunque confiesa que hay pocos datos sobre estas jornadas estivales en València. «La única referencia que existe sobre el alquiler de una vivienda por parte de la familia Sorolla es en el año 1916 en el Cabanyal, donde alquiló una casa para pasar un largo verano junto a su familia», asegura Garín. Fruto de esos veranos son ¡Triste herencia! (1899), Las tres velas (1903), Paseo a orillas del mar (1909) o Aún dicen que el pescado es caro (1894), obra por la que obtuvo la Medalla de Primera Clase en la Exposición Nacional de Bellas Artes.

«Los veranos eran muy intensos y productivos para Sorolla. Pintaba más en verano que en invierno», explica Garín. Para Sorolla, la quietud no formaba parte de esta época del año. A partir de 1900, los viajes se intensificaron para el pintor, sobre todo a partir de su exposición en Londres, donde conoció a Archer M. Huntington, fundador de la Hispanic Society de Nueva York, que le invitó a exponer en la fundación en 1909. Dos años después de ese primer contacto, el pintor realizó por encargo los grandes paneles para decorar la fundación, Visiones de España, que llegaron a València en 2007 a través de la Fundación Bancaja.

Un patrimonio en «standby»

Según Felipe Garín, el único lugar localizado en València con la huella del pintor es la llamada «Casa dels Bous», situada frente a la Lonja de Pescadores del Cabanyal. Este edificio del s. XIX, que se encuentra en estado de ruina, se utilizaba para guardar a los toros de los pescadores que sacaban la pesca del mar, como retrató Sorolla en La vuelta de la pesca (1894), obra con la tuvo un gran éxito internacional. Existe la creencia de que el pintor guardaba sus cuadros en este emplazamiento mientras pasaba sus veranos en el Cabanyal, pero este hecho nunca puso probarse.

El Ayuntamiento de València anunció el pasado año que trabajaría para recuperar este espacio como Museo Marítimo. Sin embargo, permanece como local lúdico con licencia bajo el nombre de Atelier dels Bous. A pesar de ello, el consistorio planea hacer otros usos del emplazamiento. De hecho, su proyecto de restauración se encuentra dentro de la Estrategia de Desarrollo Urbano Sostenible e Integrado (Edusi), con un presupuesto de 30 millones de euros procedentes de la Unión Europea, y destinados a rehabilitar barrios como el Cabanyal. Garín incluyó el edificio dentro de la Ruta de Sorolla que impulsó desde el Consorci de Museus.

El pintor acostumbraba a pasar los veranos en València, pero combinaba sus estancias allí con viajes y estancias cortas en Xàbia o Alzira. Otro de los destinos menos conocidos de Sorolla fue Bunyol. Según Felipe Garín, el pintor pasó allí junto a su familia algunos veranos a partir del 1890, en busca de un clima seco que beneficiara la salud de su hija. Allí pintó La Fuente, La despedida o Calle de Buñol, entre 1890 y 1895. A partir del primer tercio del siglo XX, Sorolla pasó sus veranos a caballo entre València, Xàbia y el norte, donde se pusieron de moda playas como la de San Sebastián o la de Biarritz (Francia).

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