Solo unos minutos de conversación bastan para saber que Ramon Gener disfruta con su trabajo, «por llamarlo de alguna manera», como él mismo dice. Sus palabras destilan pasión y entusiasmo, sentimientos que ya mostró al público con el programa de divulgación musical «This is opera». Ahora, Gener regresa a la pequeña pantalla (a la cadena #0, de Movistar +) con su heredera: «This is art», un espacio en el que, con la misma entrega, desvelará los secretos de la Historia del Arte a través de las emociones.
P Después de engancharnos a la ópera con «This is opera» ahora se propone volver a seducirnos con «This is art».
R Tenía muchas ganas de hablar de pintura, aunque incluiremos muchas más materias, también habrá música. Cada programa es un sentimiento y hago un viaje artístico a través de cada uno de ellos. Se trata de descubrir por qué el arte puede explicarnos cada uno de esos sentimientos.
P ¿La podemos considerar como heredera de «This is opera»?
R En cierto modo, sí, pero hemos dado una vuelta de tuerca, en el discurso e incluso visualmente. Planteamos un viaje. Como decía Rilke: el único viaje posible es el interior, todo lo demás es hacer de turista.
P ¿Cuántas emociones vamos a vivir con este programa?
R Tenemos prevista 24 emociones en 24 programas. De momento hay entregados seis. A principios de año se verán seis más y dentro de un año, las 12 siguientes. Las primeras emociones son éxtasis, curiosidad, inspiración, rebeldía, vanidad y locura.
P Los sentimientos nos hacen a todos iguales.
R Todos experimentamos emociones por los mismos motivos, otra cosa es cómo las gestionamos. Eso nos da un punto de partida, por lo que todo el mundo se va a sentir identificado. Y todo el mundo llegará al final independientemente de lo que sepas.
P ¿Con que emoción se ha sentido más identificado?
R Para mí el tema que más me gusta es el que me ocupa. El día que ruedo la locura es el todo y lo mismo con todos los demás. El pintor Sean Scully, que participa en el programa, recupera una frase que dijo Einstein: «Hay dos tipos de personas, las que creen que todo es un milagro y las que piensan que nada es un milagro». Yo creo que todo es un milagro, todo lo que ocurre es como magia. Me encanta mi trabajo; cuando viajamos por el mundo pienso que es un milagro todo.
P Una pregunta difícil: ¿qué es para Ramon Gener el arte?
R Hay una palabra de moda en la televisión que es el claim, es decir cual es el eje del programa. A mí me encanta la gente que es capaz de compartir las emociones. Me encanta emocionarme delante de un cuadro o una escultura. El arte solo existe si alguien lo admira porque la obra de arte eres tú. Ese es el claim del programa: la obra de arte somos cada uno de nosotros. El arte es esa cosa atemporal, perenne, imperecedera, transversal y eterna. Nos explica quiénes somos, a dónde vamos,... Tú tomas la decisión de parar el tiempo y decir: «voy a ver el cuadro, y a mirarlo, y a contemplarlo, y a admirarlo. No voy a dejar que nada más pase en el mundo. Voy a dejar que el cuadro me transforme». Si miras un Caravaggio, que no te importe si era un maestro del Barroco o si pintaba con claroscuro.
¿Qué más da? Eso ya vendrá después. Ponte delante de un cuadro, que te cuente algo, invéntate la historia, interactúa con él. El arte no es ajeno a nadie. El arte no habla a todo el mundo, habla a cada uno porque a cada uno le dice una cosa distinta.
P Imagine que hay un apocalipsis y que solo puede salvar una obra de arte para que una futura civilización sepa algo de nosotros. ¿Cuál elegiría?
R Es imposible elegir, pero si tengo que contestar y que conste que es muy a mi pesar (ríe) sería la Novena Sinfonía de Beethoven.
P Su entusiasmo traspasa la pantalla.
R La sensación de descubrir es perenne en el arte. Hay quien no va a ver exposiciones porque dice que los cuadros ya los ha visto. Pero ¿qué demonios está diciendo? Uno cambia a lo largo del tiempo. Yo voy a ver cosas que ya he visto muchas veces y cada vez que voy es como una nueva. Yo hago dos frikadas anuales: me cojo un vuelo a Londres y voy a ver Los girasoles, de Van Gogh, espero a última hora, cuando queda poca gente en la National Gallery. Voy a hacer repaso de todo. Me inspiran y cada vez son unos girasoles nuevos. La otra es que me voy a Viena y visito la tumba de Beethoven. Simplemente estoy ahí un rato, cojo un taxi y me vuelvo. Voy al cementerio central de Viena, donde hay un montón de compositores enterrados. A su lado esta Schubert, que pidió expresamente estar a su lado. Hay un banco de piedra, me siento y hago un repaso de lo que he hecho bien o mal y cómo enmendarlo. Es como un confesionario