El nuevo Palau de les Arts tiene dos ejemplos a seguir, una pareja de espejos en la que reflejarse: el Teatro Real de Madrid y el Liceu de Barcelona. Lo dijo la vicepresidenta del Consell, Mónica Oltra, horas antes de la dimisión del ya exintendente-director artístico del coliseo, Davide Livermore. Y horas después lo confirmó el secretario autonómico de Cultura, Albert Girona, quien avanzó un cambio en los estatutos del teatro de la ópera valenciano para acercarse a los dos mayores referentes líricos del país.

Las principales novedades que anunció Girona fueron la eliminación de las figuras del intendente y del director económico-administrativo, que se transformarán en la de director artístico (elegida por concurso público) y la de director general, sobre el que residirán las funciones de gestión. Además, el nuevo reglamento que prepara Cultura contempla la incorporación del ministerio y el Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (Inaem), así como una mayor implicación de la sociedad civil.

En esta línea de crear un nuevo organigrama, tomando como ejemplo las estructuras tanto del Real de Madrid como el Liceu de Barcelona, Les Arts partiría de la figura de un director general, no vinculado al mundo artístico. De hecho, tanto el teatro madrileño como el catalán cuenta para este cargo con sendos perfiles no artísticos: un abogado de perfil técnico en el Real y un ingeniero químico con formación en dirección de empresa en el caso barcelonés.

Ambas instituciones carecen de la figura de intendente que hasta ahora ocupaba Livermore y que compaginaba con sus tareas como director artístico del coliseo. En este plano, tanto Liceu como Teatro Real optan por una figura única en lo artístico. En el caso del Real este cargo lo ocupa actualmente Joan Matabosch (curiosamente, anteriormente director artístico en el Liceu). Matabosch tiene la carrera de Piano, Canto y Armonía, entre otras, y ha sido jurado en los Premios Princesa de Asturias. De similar y perfil alto es la responsable artística de la ópera catalana, la alemana Christina Scheppelmann, que ha desarrollado su carrera profesional a caballo entre EE UU y Europa, siempre vinculada a la dirección artística de teatros de ópera de todo el mundo.

Con la fórmula acorde al Código de Buenas Prácticas de Cultura y de ser este o similar el perfil buscado habría que esperar a que los candidatos y aspirantes pasasen por el corte del concurso público que presumiblemente podría estar listo para el primer trimestre del próximo año. Ya avanzó Girona en este sentido que el candidato no debería ser necesariamente artista.

Otra de las novedades es el comité asesor que avalará o no las propuestas del director artístico, antes de elevarlas al Patronato, organismo final que habría de dar el visto bueno. Cierto es que los estatutos de Les Arts ya contemplaban una figura similar aunque de facto nunca se habría conformado, según las fuentes consultadas. Así, el artículo 26 del reglamento de Les Arts -relativo a órganos de asesoramiento- recoge la figura del «consejo de programación», cuya función principal consiste en «aprobar la programación de cada temporada», así como que «prestará asesoramiento relativo a la calidad artística de los profesionales y/o espectáculos que se proponga contratar».

Tanto Liceu como Real cuentan en su organigrama con un órgano de similares características. En el caso de la ópera madrileña su consejo asesor, el más llamativo de los dos, lo forman reconocidos nombres de la cultura española y cuenta con miembros como el Nobel de Literatura peruano Mario Vargas Llosa; el director del Museo Reina Sofía, el valenciano Manuel Borja-Villel; el cineasta cántabro Manuel Gutiérrez Aragón, el escritor de Jaén Antonio Muñoz Molina, la actriz catalana Núria Espert o el periodista vasco Iñaki Gabilondo, entre otros.

Finalmente el nuevo Les Arts abre también la puerta a la tan reclamada entrada del Ministerio de Cultura al Patronato. La llegada de Madrid tanto desde el ministerio -el propio ministro o el secretario de Estado-, así como de representantes del Inaem equipararía, al menos, en cuestiones de patronato a los tres coliseos.