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Demasiado sólo para el Rock&Roll

The Mistery Lights +

Wild Ripple

espai la rambleta (valència)

No puedo evitar la sensación de haber llegado tarde a esto. Yo antes, que era joven y rockero, hubiera matado porque me invitaran a conciertos para después escribir sobre ellos. Como de normal los organizadores, que son unos salados, te ofrecen más de una entrada (y menos de tres), se lo hubiera dicho a alguno de mis amigotes igual de jóvenes y rockeros que yo. Me habría acompañado a cenar, después nos hubiéramos tomado unas cañas (con voz de J de Los Planetas) y por último habríamos disfrutado de la actuación, comentado con movimientos de cabeza su desarrollo, e incluso hubiéramos bailado sin abandonar (al menos en mi caso) la profesionalidad exigida al buen cronista musical.

Pero ahora ya no soy joven y hay jueves por la noche en los que, después de salir del periódico, me cuesta ser rockero. Y encima, los colegas con los que solía ir a escuchar a bandas guapas del tipo The Mystery Lights y Wild Ripple (que el jueves actuaron en La Rambleta dentro del ciclo Los Ineludibles de Alhambra), o viven fuera o ya son incluso menos jóvenes y rockeros que yo.

Así que con ese ánimo, y más sólo que un ídem de los Dream Theater, me planté en La Rambleta para meterme entre pecho y espalda un buen trago de garajerismo y rock & roll poderoso a cargo de las dos bandas susodichas. Bueno, antes me había echado entre pecho y espalda un bocadillo aún más garajero y poderoso (y difícil de definir) en un bar en el que entre todos los clientes no sumaban una dentadura completa. Pero esa es otra aventura del cronista musical solitario y poco joven que ya les contaré otro día.

A lo que íbamos, el concierto. Wild Ripple, que tocaron primero, son valencianos y son una pasada. En tres cuartos de hora (menos incluso) hicieron un despliegue apabullante de rock infeccioso y oscuro que podría haber quedado la mar de bien en un piso ocupado del Detroit de los 70. Por alguna razón, al Espai Rambleta sin excesivo público ni iluminación también le quedó la mar de bien. Con las campanadas de la medianoche, el reloj volvió a retrasarse hasta plantarse en los dulces y garajeros 60. The Mystery Lights son de esas bandas que no aportan nada nuevo porque ni a ellos ni a su público les da la gana. Mike Brandon, su líder, es uno de los tipos más intensos (en el buen sentido) que he visto sobre un escenario, y el despliegue de sabiduría garajera de la banda es brutal. El respetable (chavalería de pitillos y minifaldas envidiables, y machuchos atemporables) disfrutó. Yo, en cambio, eché de menos a mis amigos. Hay música que sólo está hecha para pasarlo bien.

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