P Empezó fotografiando como compromiso social, no como pasión artísitica.

R Yo empecé escribiendo. Había vuelto de Milán, había rechazado el dinero de mi marido, rico. Tenía que comer y comencé a hacer fotos. Me mandaban a un sitio y a otro, cumplía con el cometido. La pasión llegó después. Quise mejorar mi técnica, me propuse aprender de los grandes de la fotografía, como la americana Diane Arbus, que fue mi gran maestra. Tengo una gran debilidad por los artistas norteamericanos. También Cartier-Bresson, con quien traté en París. Estaba muy orgullosa de trabajar en Palermo para un periódico antifascista, comunista, un periódico pequeño y honesto. Había batallas entre los clanes pero nada hacía pensar que se desencadenaría la guerra contra el Estado. Fueron años de mucho trabajo y dolor. Mi pasión por la fotografía nació por un sentido del deber, del compromiso por hacer bien las cosas. He amado siempre el arte, me apasiona el Cinquecento. Y la fotografía fue adquiriendo no solo un sentido de retratar muertes, también fue una manera de expresarme, expresarme a mí misma. Como artista y como mujer. Como mujer el compromiso es distinto, respecto al de los hombres. Nací en una tierra machista como es Sicilia.

P ¿Cómo le vino el compromiso de luchar contra la mafia?

R Algo tarde. No existía una mafia tan visible cuando era joven, no incidía en nuestra vida. Fue en los años 60 cuando se hizo patente. Pero yo la percibí incluso después. Empecé a fotografiar para el periódico «l´Ora». Mi trabajo coincidió con el desembarco del clan de los corleoneses en Palermo. Los locos corleoneses, prepotentes, ávidos, odiaban esta ciudad. Se habían enriquecido con la complicidad de la burguesía palermitana, que les vendió sus maravillosos palacetes Liberty. Y convirtieron Palermo en una ciudad fea.

P ¿Cómo le condicionó el hecho de ser mujer en su trabajo?

R Me condicionó muchísimo, pero yo era más fuerte todavía. Era más fuerte porque había sufrido mucho como mujer. Mi padre no me permitió ser una joven libre, entonces pensé en casarme pronto para poder serlo. Me casé con 16 años y tampoco fui libre. Tenía ganas de trabajar, de viajar, de expresarme, pero dentro del matrimonio no me fue posible. Influyó mucho ser mujer. Me hizo más fuerte que el miedo, que la violencia que podía encontrarme con los mafiosos, con la policía, con la gente...

P ¿Con qué problemas se topó?

R (Abre los brazos). Contínuamente, en cada lugar€ Amenazas, cartas anónimas feísimas que llevé al juez Giovanni Falcone. Me dijo que no eran ninguna broma. Me aconsejó que parase de hacer fotos. No le hice caso, nunca paré. En definitiva estoy viva, estoy aquí. La fotografía, el periodismo todavía no tenía la consciencia del miedo de poder ser víctimas. Con las fotos no impedíamos el narcotráfico, pero sí abrimos conciencias. Me han escupido en la cara, me han roto la cámara, me han golpeado el coche. Episodios así...

P ¿Le repercutió ser fotógrafa en la relación con los colegas?

R Eran años en los que los fotógrafos no eran importantes. Eran considerados ignorantes, sin una conciencia política propia y social. Pero más que por el hecho de ser mujer, no se tenía mucho en cuenta el trabajo de fotógrafo. Los redactores pensaban que el protagonismo intelectual era solo de ellos, nosotros éramos meros ejecutores.

P Fueron sus fotografías las que enseñaron al mundo la cara real de la mafia en unos años en los que se afirmaba que no existía.

R Ese fue el sentimiento que quise mostrar. Ningún fotógrafo había tenido la valentía de realizar exposiciones sobre la mafia. En el periódico no teníamos suficiente espacio para mostrar todo ese horror, por lo que enseñamos las fotografías a pie de calle, llegué a hacer exposiciones en Corleone, en los peores años. Allí sí que tuve mucho miedo. Hay un vídeo de aquella iniciativa. Tenía 40 años pero parecía una veinteañera. Me impresionó revisar en ese vídeo el miedo que tenía. Fue un acto de gran valentía ir a la ciudad de Riina, Provenzano, Bagarella y Liggio. Eran los jefes indiscutibles. Hoy Corleone ha mejorado y hay un pequeño museo antimafia con mis fotos. Las cosas están cambiando un poco, porque la mafia está cambiando.

P Ahora es una mafia invisible.

R Escucha, también antes existía ese misterio. Tu padre o tu hermano podían pertenecer a la mafia y tú no lo sabías. Pero sí, hoy es todavía más complicado porque la mafia ya no es esa imagen de los paletos de los pueblos, con la escopeta. Han estudiado, saben hablar lenguas, mandan a los hijos a colegios suizos.

P No les es necesario matar para controlar el territorio.

R No, de hecho hicieron una negociación con el Estado para frenar los atentados después de 1992. Eso es cierto. Hay un juez, el pobre Nino Di Matteo, al que amo profundamente como si fuese mi hijo, que está afrontando en solitario la investigación de esa «trattativa». Debe demostrar aislado completamente que hubo una negociación entre el Estado y la mafia. Un Estado no puede jamás avenirse a pactos con la criminalidad. El Estado italiano lo hizo. Después de eso, dejaron de matar. No hubo más muertes, pero entregamos nuestro honor a cambio. Esta isla tiene un cielo precioso, un mar maravilloso, pero una tierra contaminada. La mafia hoy está dentro de la política, de la policía, de la magistratura. La mafia lleva a sus propios representantes al parlamento.

P Uno de sus objetivos vitales es, cito, la búsqueda de la belleza.

R La belleza es el respeto, la belleza es una tierra que es respetada. El respeto es una virtud suprema para mí. Respetarse es la base de todo. La belleza es ennoblecer la vida. La belleza también está en los juegos de las niñas que con diez años sueñan con un mundo mejor, con el amor, con la justicia. Cuando se tienen diez años uno cree en todo. Cuando puedo fotografío niñas, con ese rostro bello, inocente. Esa inocencia no entendida como estupidez, sino como sueño. Toda belleza es sueño.

P La ingenuidad de creer que se pueden cambiar las cosas.

R Pero se puede querer cambiar el mundo sin ingenuidad. Tengo casi 83 años y quiero cambiar todavía el mundo. Y nada me para. Estoy cansada, me duelen los huesos, me rompí la espalda, pero todavía quiero cambiar el mundo.

P ¿Es optimista de cara al futuro?

R No, todavía no. Creo que ni mis nietos verán un cambio. Piensa que aquí tenemos la mafia desde hace más de cien años. La lucha por lo menos está, se ha iniciado, pero no puede permanecer solo en las manos de los jueces, debe convertirse en lucha del pueblo. Lucha de mujeres, de niños, lucha de todos. Los hombres son más cobardes, no me gustan, no tienen valentía, ni coraje.

P ¿Qué relación tiene con Palermo? Borsellino decía que la odiaba y tuvo que aprender a amarla.

R Es así. Esta es una ciudad a la que puedes amar con locura. El centro de Palermo me enamora como una loca. Esas callecitas, esas casas un poco rotas€ Esta ciudad es mujer. Palermo es mujer porque ha sufrido toda la prepotencia y sigue en pie€ Palermo es mujer, por eso yo no logro dejarla. Yo podría haberme ido a vivir una vida, no sé, mejor. Habría ganado más dinero, habría hecho muestras por todo el mundo porque mi trabajo es reconocido. Pero no puedo irme de Palermo.

P Después de todas las fotografías que ha realizado con tanta violencia y horror€ ¿encuentra todavía la belleza en Palermo?

R Sí. Donde hay una flor siempre hay belleza. Las flores nacen incluso en un muro. Hay gente que lucha, gente que cree, gente de bien. En nombre de toda esta gente no nos está permitido no creer. Es un trabajo lento, Europa debe asumir una mayor responsabilidad. Hice un dossier sobre Salvo Lima, que fue el alcalde y el hombre de Andreotti en la isla. Lo mandé a Bruselas, donde era parlamentario. Ni lo miraron. Era un mafioso y la mafia lo mató por no influir para cambiar las sentencias del macrojuicio. ¿Y no habría sido mejor que se le pudiera juzgar, que ser ametrallado desde una moto?

P ¿Cuál es la situación de los movimientos antimafia?

R Es muy débil, no tenemos fuerza, si la política es corrupta, el poder lo tienen ellos. La sociedad no tiene ganas de una revolución. Después de que matasen a Falcone y Borsellino, toda Sicilia salió a la calle a manifestarse y llorar. No sirvió para nada.

P ¿De toda la revolución de las sábanas blancas, qué quedó?

R La Primavera de Palermo fue algo maravilloso, sí, fue muy bello ver a las mujeres tendiendo las sábanas, pero con eso no tocábamos el dinero a la mafia. Hoy les secuestran casas, bienes, pero no repercute en la gente de bien. Porque los amigos de los mafiosos no quieren entregarme las hectáreas de tierras confiscadas, para que yo, agricultor, trabaje el grano o las berenjenas.

P ¿Cuál ha sido el rol de las mujeres en la antimafia?

R Dentro de las asociaciones, la proporción va a la par. Creé una asociación solo de mujeres, que se llama Mezzocielo. Hacemos una revista que sale unas cinco veces al año, antes era una vez al mes, pero no tenemos ya dinero. Lo hicimos solo de mujeres porque pienso que las mujeres deben tener una presencia mayor. Cuando las mujeres estén en un 50% en las instituciones, habrá posibilidad de cambiar más cosas.

P ¿Y qué papel han jugado ellas dentro de la Cosa Nostra?

R Las mujeres han sido importantes en la transmisión de los valores mafiosos. Las mujeres mafiosas son terribles, tan terribles como los hombres, o incluso más porque tienen la responsabilidad de educar a los niños. Es horrible pensar que sean mujeres y madres. Incluso llevan a sus hijos a matar, a repartir la droga€ contribuyen a crear este deshonor. Es una humillación. Para mí, como mujer, siciliana, que no me siento para nada provinciana, que puedo vivir aquí o en Nueva York y soy siempre la misma, lo importante es ser una persona respetable. Qué humillación es sentirse esclavos.

P ¿Piensa que la vida de Di Matteo está en peligro?

R Claro, lo piensa también él.

P ¿Incluso ahora, en pleno siglo XXI?

R ¡Pero qué siglo ni qué siglo! Solo hay que ver las barbaries que siguen sucediendo. Si Nino lleva adelante esto de la «trattativa», el sistema no podrá aceptarlo.

P ¿Pero no sería demasiado evidente si llega a pasarle algo?

R Hay un grupo de gente, que se llama Antimafia Duemilla, son considerados locos y exaltados. Publican solo informaciones contra la mafia. Los juicios, los misterios... son muy buenos. Todo lo investigan sin dinero. No obtienen publicidad y nadie les compra el periódico, pero hay una resistencia, aunque no tengan poder. Con Nino Di Matteo pasa lo mismo. No se le escucha, a veces no tiene escolta. Está aislado.

P ¿Es un aislamiento parecido al de Falcone y Borsellino?

R No, no, escucha: Falcone y Borsellino lucharon contra la mafia, Di Matteo está haciéndolo contra el Estado, la parte sucia del Estado. Es mucho más peligroso. Porque a los cuatro imbéciles los metes en prisión, pero el poder oculto sigue ahí. Volvamos a las mujeres.

P Adelante.

R Las mujeres deben tener un trabajo, deben ser independientes€ Yo me inventé mi trabajo. Por ejemplo en la universidad hay mucha mayor presencia femenina que masculina. Las mujeres están motivadas, desde hace siglos, de lucha contra el sometimiento. Como las mujeres islámicas, musulmanas, que cuando luchan lo hacen de verdad. ¿Por qué no hay trabajo aquí? Porque han querido mantener el sur así, como un territorio dependiente, un granero de votos. Cuando Berlusconi se presentó con Forza Italia, sacó 90 diputados sicilianos ¿Por qué? Porque la gente es ignorante.

P ¿Cómo se reacciona?

R Hace falta una revolución. Naturalmente yo soy pacifista, defiendo una revolución cultural, donde la gente reflexione, entienda que no se puede seguir bajo este influjo. No es solo un problema siciliano, es de todo el sur. Si vas a Calabria sientes el condicionamiento de la cultura mafiosa. Aquí podemos hacer asociaciones antimafiosas, a ellos se la suda. Este es el tema, se la suda.

P ¿Ha notado cambios, después de tantos años de lucha, respecto a cuando era joven?

R Bueno, ahora las mujeres pueden practicar sexo antes de casarse. En vez de hacer diez hijos, hacemos dos. Pero políticamente nada cambió. Y socialmente tampoco. Sin trabajo queda condenada cualquier posibilidad de desarrollo, por lo que las mujeres siguen explotadas. En Sicilia los chicos no dudan y se van al extranjero, pero muchas mujeres se quedan aquí, no se ha dado ese paso, sigue habiendo miedo. Un nieto mío se ha ido a Noruega.

P ¿La relación entre el norte y el sur sigue siendo tan desigual?

R Bueno, la televisión, que dicen que es muy negativa, algo ha hecho para crear cierta uniformidad. Las mujeres son un poco más modernas, antes un padre llegaba a asesinar a una hija si perdía la virginidad sin casarse. Ahora se ha ganado en autonomía. Pero la esclavitud permanece igual porque no tienen trabajo. No hay libertad.

P ¿Qué es la libertad?

R La libertad es el trabajo. Si trabajas y puedes pagarte tu comida, te respetan. Si no, no te respeta nadie, eres esclavo. Los cambios para las mujeres son lentos. Me siento muy cerca de las mujeres, aunque las haya también mafiosas y despreciables, incluso hay mujeres racistas en el norte. Hay una poesía de Ezra Pound, los Cantos Pisanos, que dice «¿El mundo a quién pertenece, a mi, a ellos o a nadie?». El poema se inicia con un «Arranca de ti la vanidad». Esa frase es la base de mi vida. Pound fue considerado fascista, pero era un gran hombre, un enorme poeta. Han robado su imagen.

P ¿Qué mensaje deja a las nuevas generaciones, a toda la gente joven que no ha crecido bajo el ruido de los atentados?

R Para empezar deben saber la historia de esta ciudad. Se debe estudiar, tener disciplina, especializarse, ser buenos en el trabajo de cada uno. Yo sugiero partir para volver, con el tiempo. Lo he hecho yo. Irme y luego volver. No solo para ver Sicilia con distancia, sino para aprender también que el mundo son tantas cosas. Se trataría de ver que Palermo puede ser otra ciudad, porque has visto cómo son otras ciudades. Y volver y trabajar por Palermo. Necesitamos jóvenes y viejos que se comprometan a cambiar esta realidad. Nosotros, los sicilianos, hemos sufrido muchas dominaciones, que ha provocado que no tengamos la cultura del espacio público. Tenemos las casas limpísimas, pero fuera nos da igual, ensuciamos. Hay muchas cosas por las que luchar, pero no hay que rendirse. Es muy frustrante, y a menudo se llora, pero igualmente se va hacia adelante, creo que se va hacia adelante. Y por favor, no os olvidéis de Nino Di Matteo.