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Sede

"No vemos avances en la búsqueda de sede fija para el Teatro Escalante"

La diputada provincial de Teatres, Rosa Pérez, dice desconocer si ha llegado una demanda de los propietarios del edificio

Una escena del espectáculo de danza «Pi», que se representa en la Sala Russafa hasta el próximo 8 de febrero. eduardo ripoll

Los delegados de Patrimonio y de Teatres de la Diputación de València, Pepe Ruiz y Rosa Pérez Garijo, respectivamente, aseguraron a primeros del pasado mes de octubre que el proyecto teatral Escalante de València trabajaba para volver a disponer en la temporada 2018-19 de una sede fija, tras tener que dejar su espacio histórico en la calle Landerer por problemas estructurales.

Tres meses después de aquellas declaraciones, Pérez Garijo lamentó ayer que «no vemos que se haya avanzado en la búsqueda de una sede fija» para trasladar a un lugar definitivo la programación del Escalante, que en esta temporada se ha autodenominado «nómada», debido a los distintos espacios por los que pasará: Palau de les Arts, Sala Matilde Salvador de la Universitat de València, Teatre Rialto, Sala Russafa, Teatre Talia y Espacio Inestable.

De hecho, ayer, Pérez Garijo hizo estas declaraciones en la Sala Russafa, donde tuvo lugar la primera representación de «Pi», la primera producción del Escalante del año.

Sobre las últimas informaciones relativas a la situación del Escalante -como edificio- Pérez señaló que no tiene constancia de que los propietarios de la sala (el Patronato de la Juventud Obrera) hayan presentado una demanda contra la Diputación de València por abandonar este recinto y aseguró que estarán «encantados» si se alcanza un acuerdo, dijo en alusión a la posible intervención del presidente de la Generalitat, Ximo Puig, ante el conflicto. Añadió que desconoce si desde el área de Patrimonio de la Diputación (a la que siempre alude cuando se cuestiona sobre el futuro del edificio) se mantienen conversaciones con los propietarios de la sala. Aún así, Pérez reiteró (como ha hecho en numerosas ocasiones anteriores) que el proyecto del Escalante va más allá del espacio, dijo. «Nosotros queremos seguir teniendo espacios para desarrollar el trabajo y uno fijo cuanto antes. Si es ese, perfecto. Si no, haremos otras propuestas», señaló.

En esta línea, recordó que, pese a no tener un espacio estable para su actividad, el ciclo Nadal a l'Escalante «ha agotado sus entradas todos los días». El dato, sin embargo, no es óbice para que la institución quiera su sede definitiva.

Un proceso que «llevará años»

Por su parte, el director artístico del Teatre Escalante, Josep Policarpo, dijo que no se puede dejar llevar por la «nostalgia», y añadió que «lo fundamental es que el Escalante siga adelante». Sobre una posible intermediación el presidente Puig, Policarpo apuntó que sería «genial», aunque «en cualquier caso, llevará años y hay que buscar soluciones», dijo.

Ambos presentaron ayer «Pi», una producción propia de danza contemporánea de la compañía OtraDanza, inspirada en «los códigos secretos que esconde la naturaleza» y su vinculación con las matemáticas. Esta pieza replica las «simetrías, espirales y caleidoscopios que se pueden descubrir en los seres vivos» a través de la danza y un «trabajado» vestuario y banda sonora.

Así lo explicó la bailarina y coreógrafa Asun Noales, que junto a Pérez y Policarpo, estuvo acompañada de dos de los cinco bailarines de la obra, Salvador Rocher y Saray Huertas. Completan el elenco Diana Huertas, Carmela García y Sebastián Rowinsky. «Pi» se inspira en los códigos «secretos» que esconde la naturaleza y, en el transcurso de la obra, los bailarines se convierten en «criaturas» como ciempiés o gusanos, entre otros para, a través «de lo real y lo imaginario», crear una metáfora de «la admiración por la vida y por todo lo que nos rodea». Para Noales, se trata de una obra de danza «muy visual y muy colorista» que explora la geometría en el mundo animal, por ejemplo, a través de cómo se forma el universo, el caparazón de un caracol o las escamas de una serpiente.

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