En una de sus visitas a Barcelona -cuando el escritor Vicente Blasco Ibáñez (València, 29 de enero de 1867-Menton, Francia, 28 de enero de 1928) ya gozaba de fama mundial- el también político coincidió con una exposición de José Segrelles (Albaida, 1885- 1969). Fue una oportunidad que el artista aprovechó para invitar a su muestra al también periodista valenciano. «Si como pintor Segrelles es un estudioso devoto y un discreto retratista, como ilustrador es sencillamente formidable», dijo de él en 1921 el autor de novelas como Entre naranjos.

Cuenta Vicente Gurrea Crespo, biógrafo y amigo personal de José Segrelles, que el joven artista «armándose de valor» fue al hotel de la ciudad condal donde se alojaba Blasco para invitarle personalmente a esa exposición. «El escritor al saber que se trataba de un paisano joven, lo recibió, en la intimidad conversando con familiaridad por parte de Blasco, que se comportó con franqueza y exuberancia. Le garantizó su asistencia al acto de la inauguración... Harían patria valenciana», escribe Gurrea. Iniciaron entonces una amistosa relación profesional que duraría hasta la muerte de Blasco Ibáñez siete años más tarde.

Por entonces, el escritor trabajaba en una edición monumental de sus obras. Para ilustrarlas había pensado en artistas valencianos de renombre pero la calidad de la obras de Segrelles le impresionó y le encargó 120 ilustraciones para sus novelas Flor de mayo La Catedral, El intruso y Los muertos mandan. Se las pagó por adelantado. Sin embargo, la cancelación de esta reedición de, entre otras, Flor de mayo acabaron con el sueño de Blasco de ver esta novela «iluminada» por la mano de Segrelles.

Ayer y como colofón al Año Blasco Ibáñez, que celebra el 150 aniversario del nacimiento del escritor, el Ayuntamiento de València presentó la edición conmemorativa de Flor de mayo con aquellas ilustraciones encargadas a Segrelles. La publicación recoge hasta 24 de aquellas pinturas. Es, pues, la primera edición completa -novela e ilustraciones- que sale a la luz de Flor de mayo. Todas ellas recogen el realismo, el naturalismo y el impresionismo conjugados por el autor en esta novela. En ella Blasco Ibáñez aborda la lucha por la supervivencia del pueblo de pescadores, un tema doméstico y personal, un adulterio con secuela de celos y venganzas, y un escenario luminoso, el Mediterráneo y la ciudad de València, a la que el propio Segrelles se trasladó para captar su esencia y plasmar en las páginas que habrían de completar la obra de Blasco Ibáñez.

La presentación contó ayer con la presencia del alcalde, Joan Ribó; la concejala de Cultura, Glòria Tello; y el director de la Casa Museo Blasco Ibáñez, Emilio Sales. Entre los asistentes estaban también familiares del escritor como su nieta Gloria Llorca Blasco-Ibáñez o su bisnieto Emilio Muñoz Blasco-Ibáñez. En palabras de Sales, la edición de este libro supone «cumplir el sueño que Blasco Ibáñez comenzó con mucha ilusión», pero que finalmente no pudieron ver sus ojos.

De esta novela, Sales -al igual que Tello y Ribó- apuntó la «vinculación» de Blasco Ibáñez con los Poblats Marítims y su capacidad de «retratar a las personas, la vida sacrificada de los pescadores, de cómo los ciudadanos no valoraban el riesgo» de salir cada día a la mar. «Recogió en esta obra tradiciones y costumbres, la luminosidad del Mediterráneo». Según Sales, Segrelles «iluminó» la novela de Blasco Ibáñez, según las indicaciones que el propio Blasco Ibáñez hizo al artista.

La catedral, El intruso y Los muertos mandan aún no cuentan con su edición ilustrada por Segrelles, algo que Sales no descarta, aunque por el momento se conformaría con una exposición sobre las obras que Segrelles preparó para estas novelas y que hoy permanecen en el Museo Segrelles.