El Palau de les Arts Reina Sofía estrena mañana «Peter Grimes», de Benjamin Britten, una de las obras maestras del siglo XX, además de la mejor ópera inglesa desde «Dido and Aeneas» de Henry Purcell (1689), según fuentes del coliseo

Christopher Franklin, en el foso, y Willy Decker, como director de escena de esta producción del Teatro de La Monnaie (Bruselas), abordan la primera ópera de Les Arts en 2018. Un acontecimiento que supone, además, el debut escénico de Gregory Kunde en el rol del atormentado marinero, estigmatizado, perseguido y abocado al suicidio por un supuesto maltrato a sus aprendices.

Especialistas en el repertorio inglés lo acompañan sobre el escenario: Leah Partridge (Ellen Orford), Robert Bork (Balstrode), Dalia Schaechter (Auntie), Andrew Greenan (Swallow), Charles Rice (Ned Keene), Ted Schmitz (Reverend Adams), Richard Cox (Bob Boles) y Lukas Jakobski (Hobson), junto con la legendaria diva Rosalind Plowright en el papel de Mrs. Sedley.

Britten aborda en «Peter Grimes» dos temas recurrentes en su legado: el enfrentamiento de un individuo con la sociedad y también la pérdida de la inocencia. A través de la figura del protagonista, el compositor inglés explora los efectos psicológicos de la exclusión en quienes contravienen los códigos convencionales.

Así lo apunta el director musical, Christopher Franklin, que destaca la «contemporaneidad» de la obra. «No es una ópera sobre mitos, ni sobre dragones, princesas, cortes o reyes€ sino que trata un tema que, hoy en día, sigue siendo muy actual, el modo en que la sociedad, como un todo, reacciona contra un individuo».

Musicalmente, Britten hace gala de un gran instinto dramático al aglutinar en el pentagrama los diferentes ambientes por los que transita esta pieza, desde los delirios a los arrebatos del pescador, las canciones populares, la tormenta o los cantos dominicales en la iglesia, otorgándole al mar un inusitado protagonismo como personaje encarnado por la orquesta, testigo continuo y presente del drama humano.

Franklin, que dirige su segunda obra del compositor inglés en València después de «The Turn of the Screw» en 2017, añade que se trata de una «ópera casi wagneriana, en el sentido de que se usa el coro como el coro en el teatro griego: es el reflejo de la sociedad».

Por su parte, Decker enfatiza el papel del mar en su propuesta, un mar que «determina en su violencia el comportamiento de los hombres». Para su puesta en escena, el regista alemán recurre a imágenes de «su inmensidad y violencia y representa los efectos que produce el mar en el alma de los hombres».