Él lo dejó escrito en verso: «Només entre el soroll trobo l’eternitat greu del silenci». A Manel Marí (Eivissa, 1975 - Valencia, 2018) había que buscarle en el bar. En las tabernas. Allí, entre el tintineo de los vasos, el murmullo de las conversaciones, el bufido de la cafetera y el humo del tabaco - cuando aún se permitía fumar- fue construyendo una obra poética única y personalísma, transparente y críptica al mismo tiempo, combativa, divertida, oscura y también luminosa.

Y allí tejió también una inmensa red de amigos, porque repartió amabilidad, cariño, vitalidad y buen humor sin pararse a mirar a quién. Siempre dispuesto a conpartir cervezas, conversaciones, discusiones con su voz de barítono y risotadas estuendosas.

Por eso y por su juventud, su muerte a primera hora de ayer en Valencia fue un mazazo para todos los que le conocieron, en su Eivissa natal, en las islas, y en Valencia, las dos orillas del Mediterráneo en las que vivió y a las que amó desde niño. Nada más hacerse pública la noticia fueron numerosas las muestras de dolor y condolencia desde el mundo de la literatura y desde las instituciones públicas.

El poeta, articulista y guionista ingresó hace diez días en el Hospital Clínico de Valencia con una grave infección pulmonar provocada por una gripe A de la que no pudo recuperarse. El escritor se había convertido en una de las voces más singulares y lúcidas de la poesía actual en lengua catalana y en un referente para las nuevas generaciones, avalado por sus once títulos publicados, además de colaboraciones en otros libros, y por los importantes premios que había recibido.

Siempre se declaró seguidor de Marià Villangómez, además de otros escritores como Estellés, Blai Bonet, Maria Mercè Marçal, Bertolt Brecht u Omar Khayyam.

Inició su carrera poética con solo 24 años, con la publicación de ‘Poemes en gris’, con el que obtuvo el premio Miquel Àngel Riera de poesía. Después llegaron «Tria impersonal» (1999), «Clarisse» (2000) «Poemari de descortesía» (2000), «Patrimoni dels dies» (2000), «Paraula de poeta» (2001), «Deshàbitat» (2004), «No pas-jo» (2006), «Suite a mitges» (2006), «El tàlem» (2008) y «Tavernàries» (2016).

El último homenaje

«Tavernàries», en el que expresaba ese amor incondicional por el ambiente de los bares, lo presentó el último verano en Eivissa, primero en la casa de su desaparecido amigo el periodista Xicu Lluy, al que rindió un homenaje entre amigos y tequilas, y después en Sa Nostra Sala junto al lingüista Isidor Marí.

Entre los premios obtenidos por sus títulos están el Baladre, del Institut d’Estudis Eivissencs, por «Patrimoni dels dies», el Premi Mallorca 2005 por «No pas-jo», el Ciutat de Palma 2008 por «El tàlem» y el València Alfons el Magnànim por sus últimas «Tavernàries», donde reunió poemas largos, sonetos y sobruts y canciones de taberna, del fado al narcocorrido mexicano. Además, en 2006 expuso los poemas de «Suite a mitges» en el Club Diario de Ibiza junto a los cuadros y grabados del artista ibicenco Ricard Bofill.

La obra de Marí, licenciado en Sociología por la Universitat de València, destaca por la personalidad y originalidad de sus poemas, siempre en busca de una musicalidad muy arraigada en él por sus estudios de piano.

El poeta residía desde hace años en Alboraia, era hijo de Alfons García Ninet, profesor y el mayor experto en la obra de Antoni Marí Ribas Portmany, y la pintora Dora Mar. Deja a su pareja, Eva Llorenç, y a una hija de corta edad, Joana, además del recuerdo de su bondad en sus muchos amigos de las islas y de València. La ceremonia civil de despedida tendrá lugar hoy a las cinco de la tarde en el Tanatorio Municipal Ciutat de València.