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Crítica musical

Músical boreal

Músical boreal

Sociedad Filarmónica València

Palau de la Música (valència)

Obras de: Shostakovich, Brahms y Mendelssohn. Intérpretes: Camerata de Oslo. Director y concertino: Stephan Barrat-Due.

Llevábamos tiempo sin la presencia de algún músico noruego pero el maestro Stephan Barrat-Due y sus jóvenes -y anónimos- músicos nos brindaron una sesión de alto nivel. Noruega y Dinamarca fueron un solo país hasta 1814 y de ahí que su cultura musical tuviera un tronco común con esencia germánica en el fondo.

Sin duda, fue Edward Grieg el máximo compositor en aquellos pagos escandinavos, y la Camerata bien hubiera hecho en incluirlo en su propuesta del programa. Dicho lo cual, hay que confirmar que este octeto de cuerdas toca con un ímpetu y una vitalidad desbordante. Su fraseo es refinado y expresivo, con un despliegue de matices que llegaron a lo sublime. Ya con el Preludio y el Scherzo Op. 11, de Shostakovich, escrito en sus días de estudiante en Leningrado, los oslenses dieron prueba de su nivel instrumental: veloces sin desbocarse y contundentes en los ataques, siempre con una calidad sonora que avalan las enseñanzas de Barrat-Due.

Pero fue con el Sexteto op. 18, de Brahms, donde el conjunto noruego voló a sus anchas: resueltos en la exposición de los temas y encajados a la perfección con un sonido envolvente para conseguir una verdadera atmosfera de cámara. El texto fue expuesto sin falsificaciones al uso en el estilo y con un criterio basado en la tradición. Pero lo más sorprendente fue la entrega de estos jóvenes en la interpretación y la permanente atención mantenida con su maestro y concertino. No le quitaban ojo, siempre alerta a la más mínima intención para seguirlo con modestia pero con autoridad.

Finalmente, un standard de los octetos: el Op. 20 de Mendelssohn. No es el octeto una forma demasiado frecuente entre los compositores pero de que los hay, no hay duda. Desde Gliere hasta Milhaud pasando por Max Bruch, existen atractivos ejemplos de género. Quizá fue este momento el menos conseguido de la noche. Algún perceptible desajuste no empañó la calidad global porque siempre había sentido musical y una excelente amalgama entre todos. Muchos aplausos y bravos le obligaron a ofrecer un bis, siempre con grado de excelencia. Con luminosa luz boreal.

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