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Los pinceles invisibles del arte

El investigador Vicent Ibiza i Osca publica un libro sobre la falta de reconocimiento a las artistas

Los pinceles invisibles del arte

A lo largo de sus años de investigación y docencia de Historia del Arte, Vicent Ibiza i Osca ha encontrado una cruda realidad: en época histórica las artistas nunca han sido consideradas. ¿A qué se debe? Esta es una de las preguntas a las que el investigador y doctor responde en Les dones al món de l'art. Pintores i escultores valencianes (1500-1950), publicado por la Institució Alfons El Magnànim.

«El sistema patriarcal es machista y ha intentado que las mujeres no participaran en el mundo de la creación. La artistas han sido intencionadamente olvidadas en la Historia oficial del Arte. Los creadores del gusto estético consiguieron consolidar la idea de que las mujeres no tenían cualidades para la creación. Este hecho arranca en el Renacimiento, época en la que el artista pasa de ser un artesano casi anónimo a un personaje con prestigio social. Es el momento en que se produce una separación entre Bellas Artes y Artes Menores o Suntuarias; las investigadoras feministas reflexionan cómo estas últimas eran principalmente las realizadas por mujeres», explica Ibiza i Osca.

Y ¿por qué todos los grandes genios parecen ser hombres? «Esa fue la pregunta que realizó Linda Nochlin en 1971: Esta pregunta removió las conciencias y supuso el inicio de las investigaciones y creaciones feministas en el arte. Las investigadoras cuestionan la Historia del Arte como algo patriarcal e inician un camino doble: se crea un arte feminista y sacan a la luz mujeres artistas a lo largo de la Historia. El principal acontecimiento fue la exposición 'Women Artist 1550-1950' realizada en Los Ángeles en 1974, donde se exhibieron obras de más de 500 artistas».

Musa o espectadora

Respecto a qué intereses ha habido para que la mujer sea solo «musa», el investigador señala que «los teóricos han asignado a la mujer un doble papel pasivo. Es objeto o es espectadora. Cada vez que intenta ocupar su espacio como creadora ha de sortear obstáculos de visibilidad; se formaban y trabajaban en los talleres de sus padres o maridos, pero su obra no era firmada. Por ejemplo, Marietta Robusti Tintoretta trabajó en el taller de su padre Jacopo Robustti Tintoretto. Tras la muerte de la pintora, los biógrafos de Jacopo constatan la disminución de la calidad y cantidad de obras del pintor atribuyéndolo al dolor por la pérdida y no a la importancia que ella tenía en la producción del taller», recuerda el investigador.

Incluso, al visitante de grandes museos le ha parecido hasta normal esta ausencia. «Tras de años de docencia y de visitar museos no me había dado cuenta de la ausencia de las artistas e incluso lo consideraba normal. Pero no sólo en los museos, también en los libros de texto, enciclopedias de Arte,? Cuando empecé a localizar obras y pregunté por esta ausencia me encontré con una explicación de poca consistencia: la calidad de sus obras era escasa». «En el Prado había cuatro obras expuestas en 1997, hoy hay unas decenas. Aunque se va normalizando, la presencia es aún muy escasa en la mayoría de los museos», lamenta el investigador.

En cuanto a las primeras artistas con cierto reconocimiento, Ibiza i Osca apunta a Sofonisba Anguissola (1532-1625) pintora de cámara en la Corte de Felipe II; Artemisia Gentileschi (1593-1652), seguidora de Caravaggio que pintó un autorretrato reivindicando su carácter de creadora; Maria Sibylla Merian (1647-1717) fue una pintora, grabadora y naturalista que ilustró la colección Matamorphosis Insectorum Surinamensis o la escultora Luisa Roldán La Roldana, escultora de cámara de Carlos II y Felipe V, autora de La muerte de Santa María Magdalena.

Pero no hay que irse muy lejos para encontrar artistas en femenino. En València destaca Ibiza a «las hermanas Dorotea (¿-1609) y Margarita Macip ¿-1613), hijas de Juan de Juanes que heredaron junto a su hermano Vicente el taller de su padre. Él era el que firmaba las obras, de ellas tenemos obras atribuidas como El Retablo de la Capilla de las Ánimas de la parroquia de la Santa Cruz de Bocairent». También encontramos a Elena Sorolla (1895-1975), escultora con varias obras en el Museo Sorolla de Madrid, y María Sorolla (1890-1956), señala el experto.

No sería hasta mediados del siglo XX cuando la situación tiende a «normalizarse», dice el investigador, con el aumento de artistas en las escuelas de Bellas Artes y en los museos, «pero aún queda un largo camino por recorrer. Por otra parte se ha desarrollado un arte feminista que crea y reivindica un mundo propio para las artistas», indica.

Vicent Ibiza i Osca destaca el National Museum of Women in the Arts de Washington como el museo «más importante del arte femenino en el mundo; aquí podríamos destacar el Museo Antonia Mir, en Catarroja, único museo monográfico dedicado a la obra de una artista en toda España». «Me parece muy importante la cita de Simone de Beauvoir 'No se nace genio, se deviene. Pero la condición de mujer ha hecho que hasta ahora este devenir sea imposible'», dice Ibiza.

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