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¿Dónde quedó la emoción?

Obras de Mozart, Scriabin, Schubert, Verdi, Glinka, Rachmaninov, Donizetti, Bellini, Chopin y Rossini.

Palau de la Música (valència)

Intérpretes: Olga Peretyatko-Mariotti, soprano y Giulio Zappa, piano.

Ya lo decía el maestro Arturo Reverter en la notas al programa: recital variado y exigente. Cabría añadir que confuso, a tenor de los cambios realizados por la afamada y elegante diva rusa Olga Peretyako-Mariotti. Su Mozart inicial fue frío arriba y abajo del escenario. Quizá es que comienza a rodar algunas sus arias en previsión de las próximas producciones de este compositor este año en Hamburgo y Bolonia. Pero la propensión al exceso anuló cualquier aproximación al estilo que exige mayor control de volúmenes, rigor en los tempi, y una clara emisión que permita el fraseo sin imposturas.

Mucho mejor hubiera hecho en empezar su debut valenciano con los tres lieder sobre texto del «Fausto» de Goethe, donde la cantante se sintió más cómoda, especialmente en el firmado por Glinka, cantado en ruso, al igual que la selección de 3 canciones de su compatriota Rachmaninov, verdaderas joyas con las que ella se volcó. Pero una página como el Vocalise , que no tiene texto que explicar, pide tranquilidad de movimientos y no estar braceando sin sentido. Cualquier director de escena se lo hubiera exigido porque menos es siempre más.

La Peretyatko-Mariotti actúa y viaja sin parar por todo el mundo. Es una cantante mediática que hace anunciar en los programas a su agente artístico, su casa de discos y su página web. Solo faltaba el Facebook. Todo un ejemplo del envoltorio de cómo se fabrica hoy día a este tipo de voces. Lo triste es que muchas se quiebran antes de llegar a la madurez. Ejemplos recientes sobran. Un repertorio equivocado, un exceso de funciones o problemas vocales cerrados en falso pueden causar contrariedades irreversibles. Ella está más convincente en el registro medio mientras que su sonido se reduce en los graves y no siempre convenció en los agudos, donde una soprano lírico-ligera debe saber entregarse sin vacilaciones a las demandas de la partitura. Muy de agradecer el detalle de cantar para el público de las tribunas laterales y traseras.

Ya en la segunda parte, eligió tres ejemplos de bel canto para ponerse en modo coloratura, no siempre justa ni ajustada por las limitaciones naturales de su tesitura. Un aria como Casta Diva no tiene cabida en su repertorio (por el momento) ni siquiera en concierto. Mas su mezza voce en el aria de Linda de Chamounix fue un momento especialmente atractivo, aunque después trucara el tempo a discreción para poder atacar los esperados saltos de octava y evitar algún percance. Su territorio actual gira alrededor de Gilda, Lucia, Konstanza o Elvira, que no siempre le resultarán compatibles para poder dar rienda suelta a sus actuales facultades, aunque últimamente también se atreva con las cuatro protagonistas de Los Cuentos de Hofmann o triunfe como Violetta Valery. Acompañó con oficio, Giulio Zappa, quien también se marcó unos solos para reposo de la diva. Ambos volvieron a la escena con otra melodía rusa y L´hirondelle, de Eva dell´Acqua. Solo faltó la emoción.

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