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Una breve historia de expatriados

La directora valenciana Beatriz Cabrera, residente en Los Ángeles, dirige el cortometraje «One Way» sobre jóvenes que han dejado su tierra en busca de oportunidades - La cinta ha sido presentada en importantes festivales de Hollywood

Una breve historia de expatriados

La directora de cine valenciana Beatriz Cabrera estudiaba una beca Erasmus en 2012 en Berlín (Alemania) cuando le llegó la inspiración. Los derroteros de la vida le llevaron a quedarse en el país algunos años más. «La comunidad de españoles allí era enorme y que un gran número de mis amigos ya no estaba en València [algunos se mudaron a Múnich, Sidney (Australia), Inglaterra€]. Un día Fede Carbonell, un ´teleco´ que trabaja en la compañía ferroviaria alemana Deutsche Bahn, me dijo: ´Cuando llevas 10 años fuera como yo, ya no sientes que València sea tu casa porque todo ha cambiado tanto y te quedas de invitado, pero los alemanes nunca te acaban de aceptar como uno suyo tampoco. Eso me llegó y me llevé a Los Ángeles [donde reside ahora] la idea de hacer un corto sobre el desapego de los expatriados».

Ese es el germen de One Way, el cortometraje sobre la vida fuera de la tierra y que Cabrera está llevando actualmente a festivales y que acaba de proyectarse en el Hollywood Reel Independent Film Festival, un certamen calificador para los Oscar.

La forma final surgió en una cafetería barruntando sobre lo interesante que sería rodar en una toma. «Vi que sería perfecto encajarlo con esta temática, porque al fin y al cabo se trata de elegir un camino en la vida y apechugar con lo que venga, sin edición», explica la cineasta valenciana. En total One Way se llevó a cabo el pasado mes de mayo con unas 25 personas en el set y se rodó a lo largo dos noches «muy intensas», recuerda Cabrera. Dada la naturaleza de rodar en una sola toma «al estilo del paisano Berlanga», la mayor parte del tiempo transcurría en ensayos mientras el equipo técnico montaba las luces.

Pero Cabrera no quiere que la producción sea un documental de cómo los jóvenes se buscan las castañas fuera de sus fronteras. «No es la situación de todo el mundo y no quiero asumir la responsabilidad de pretender contar la realidad de todos. Pero desde luego creo que encaja perfectamente en un momento social actual. Es mi situación, la de encontrarme muchas veces desconectada, y sé que muchos me han comentado que es la suya también. Creo que cuando pasa el tiempo es cuándo vemos que la sociedad inspira ciertas tendencias en el arte (si bien surrealista, o hiperrealista, o superhéroes€) y te das cuenta de que sí pudiera ser que todo tenga algo de documental dentro. Pero el propósito nace de contar la historia de uno mismo, no de todos. Dicen que escribas sobre lo que conoces€ y eso hice», explica.

Y tanto. Cabrera es la escritora, directora, productora y editora€ así que «diría que hay bastante» de ella misma, «pero -matiza- habría sido imposible sin el equipo que me ayudó, a riesgo de parecer un cliché. Cuando haces un passion project pones mucho de ti, ideas, horas y dinero que ni siquiera tienes, pero aún así sería imposible sin el director de fotografía, sin mis compañeras en arte, sin mis amigos en las luces, sin los actores magníficos. Lo más bonito de hacer películas es que es un trabajo es equipo. Fíjate que ahora mismo estoy ansiosa porque tengo una idea para algo nuevo ¡pero no puedo llevarla a cabo sola!», asegura.

Carácter español

Tanto el reparto, como el equipo de One Way, la historia o la puesta en escena «imprimen un fuerte carácter español», señala su creadora. Con Gerald B. Fillmore (Jose María de «Gym Tony»), el actor valenciano Gabriel Soler, y un reparto que consiste en el también valenciano Luis Miguel Seguí (Leo en «La que se avecina»), Andrea Lareo (La La Land), Andrea Vicunia, Elisa V. McCoy y Sebastian Faure, One Way narra la historia de cómo César se reencuentra con sus amigos en España tras un año afuera y debe adaptarse a cuánto han evolucionado sin él. Con esta historia Cabrera pretende llevar a EE UU «los miedos de desapego que inundan a los jóvenes expatriados españoles que se van en busca de su futuro», «la sensación de no pertenecer a un sitio y lo difícil que es mantener el contacto con los tuyos». «Era muy importante que One Way reflejara la realidad de muchos españoles de hoy en día que emigran por trabajo a Reino Unido, Francia o Alemania principalmente. Y en estos círculos es normal tener grupos de nacionalidades mezcladas y que hablen un inglés con un abanico rico en acentos», explica la realizadora.

Además, la directora pretende con esta producción «una carta de cariño a la familia y los amigos, para decirles que sigue pendiente de esos WhatsApp y de sus vidas aunque ya no hablen tan a menudo», dice. «El reto fue plasmar conceptos a modo de acciones, cómo transmitir la noción de desapego en algo que no fueran puras palabras».

Sobre a si ha sido fácil encontrar un hueco en la industria cinematográfica de Hollywood, apunta que «seguimos intentándolo. No es fácil saltar de independiente a estudio. En cine independiente, si tienes algo de dinero, haces tu proyecto. Y gente con dinero aquí hay mucha. Como el panorama está muy colapsado, las regulaciones son extremas, se paga por todo y necesitas permisos para todo. Pero el acceso a talento, profesionales y material es abundante. Ahora, cuando pretendes saltar a estudio es otra cosa porque toda la industria la manejan uniones y gremios, y primero debes pertenecer a uno de ellos». «Yo aspiro a entrar en el Directors Guild of America [sindicato de directores de América] pero esto se hace previa invitación y pago, y hay que tener varios largos publicados. Si eres escritor y escribes un guion maravilloso€ luego no tienes quién lo lea porque las productoras no aceptan solicitudes por miedo a que luego copien ideas y les demandes. Todo debe ir a través de agentes, pero conseguir un agente es difícil si no tienes algún trabajo publicado. Hay normas, protocolos y jerarquías muy estrictas, y el networking y las influencias son indispensables», lamenta la cineasta valenciana.

Pero ello, explica, «hice algo fuera de lo normal. Hace años decidí sacarme un dinero dando clases de matemáticas y español a niños. Pensé que en Beverly Hills sería dónde más niños habría con dinero y tiempo para clases extraescolares. Así que me fui sin miedo a llamar puerta a puerta a esas casas opulentas con rejas y tapias enormes. Una de las personas que me abrió la puerta fue [el productor] Robert Cort (Jumanji, Novia a la fuga, La mano que mece la cuna€). Le gustó mi iniciativa, me propuso un trabajo para un guion suyo... y un par de años más tarde estamos trabajando en un proyecto juntos en fase muy primitiva de una película que rodaríamos en España», dice ilusionada.

Respecto a las oportunidades laborales en EE UU asegura que «aquí no hay límite. Hay sitio para todo el que quiera intentarlo. Pero se trabaja muchísimo. El sueño americano no existe; es el eufemismo de ´trabaja hasta extenuarte y verás la recompensa'. Cuando en Europa las jornadas laborales están en ocho horas o incluso menos en el norte, aquí un día normal en el cine es de doce horas, más comida, más desplazamientos de hasta una hora y el salario mínimo son 10,5 dolares por hora». Además, explica, «un alquiler de un piso de una habitación puede rondar los 1.800 dólares. Yo he llegado a empalmar trabajos que me requerían estar cuatro días de 17 horas a 5 horas en un set y a las 6 horas empezar en otro. Básicamente las oportunidades te las creas», explica.

«Pico y pala» al llegar

A pesar de esas oportunidades, creadas a golpe esfuerzo y escatimar horas de sueño, Cabrera explica que «ni de lejos estoy cerca de dónde quisiera» respecto al célebre «sueño americano». «Me preparo para rodar mi primer largometraje, pero queda mucho camino para ese sueño. Cuando llegas aquí te dan un pico y una pala y a currar. O más bien un camión lleno de luces, cables y pesos. En estos años he sido eléctrica, maquinista, conductora de camión€ todo lo que ha hecho falta», recuerda.

Pero no se olvida de sus raíces y le gustaría cumplir ese «sueño» cerca de los suyos. «La industria en Europa funciona diferente. El dinero viene de otros sitios, la forma de conseguirlo es distinta, los presupuestos, las historias, las necesidades son diferentes€ pero el talento es inmenso. ¡Me encantaría ser la mosca de la pared en lo próximo de Isabel Coixet!», concluye.

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