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Ponce, profeta en su tierra

El valenciano abre su trigésima novena puerta grande, segunda en esta feria, y ya apunta a triunfador de este ciclo fallero - López Simón corta una oreja de cada toro y, pese a su falta de ambición, acompaña al de Chiva en su salida a hombros

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Feria de Fallas 2018

¿Sucedió ayer o anteayer? Da igual cuando usted lea esto: Ponce ha cortado dos orejas y ha vuelto a abrir la puerta grande. La trigésima novena para ser más exactos. Un récord difícil de igualar que el valenciano celebró con otra faena para el recuerdo ante el toro más potable de un pésimo encierro de Juan Pedro Domecq.

Comenzó el de Chiva su faena con la muleta a media altura para darle confianza al animalejo. Se fue pronto a los medios con él y dictó otra sinfonía de toreo paralelo en la que es un consumado maestro. El juampedro seguía obediente las telas del espada, sobre todo por el pitón izquierdo. Una de sus principales virtudes fue la duración, gracias a las pausas que Ponce dejaba entre serie y serie. Esos paseítos marca de la casa que tanto ayudan a afianzar a sus socorridos oponentes.

Tras instrumentar una tanda de medios naturales componiendo la figura, volvió sobre el pitón derecho y apretó el acelerador en una serie de derechazos que surgieron ligados y enardecieron a los espectadores. El epílogo, en el que alternó el toreo accesorio con el fundamental, fue una nueva demostración de dominio apabullante que redobló tras enviarle la presidencia un recado en forma de aviso. Con la rodilla en tierra, instrumentó su vistoso toreo por bajo y, tras dejar una estocada rinconera de efectos fulminantes, cortó las dos orejas.

Ante el que abrió plaza, el trasteo principió de la misma manera que aconteciera con el cuarto. Es decir: sin obligar al toro, llevándolo a su altura y sin dejar engancharse la muleta. Costó ligar una tanda esta vez, pero no extraer una serie de derechazos más o menos seguidos, abrochada con un pase de pecho de pitón a rabo. Cuando observó que el astado se acababa, le cambió los terrenos para que el animal se sintiera más cómodo al abrigo de las tablas. Volvió a interpretar su conocido repertorio de toreo esteticista y después de media estocada tendida, un aviso y cuatro descabellos, escuchó un respetuoso silencio.

Alberto López Simón cumplió con su única actuación en la presente Feria de Fallas. El diestro madrileño, que la temporada pasada logró un triunfo importante en València al indultar al toro "Pasmoso" tal día como hoy, se mostró desangelado y ausente durante las dos lidias de sus oponentes. Ante el tercero bis, que tenía algo más de brío y movilidad que la mayoría de sus hermanos, realizó una labor de mayor ligazón propiciada por las idas y venidas del astado. Por el izquierdo, extrajo naturales de uno en uno pero sin mando ni gobierno. Lo mejor fue el espadazo que recetó a su oponente cuando ya se había arrancado y por el que el respetable solicitó la oreja, que el presidente atendió.

Ante el que cerraba plaza, inició su labor de rodillas sobre el pitón derecho del toro, que exhibía una embestida noble y suavona. Lo más destacable fue una tarda de naturales corriendo bien la mano. También, en esta ocasión, pecó de falta de compromiso y mayor conexión con los tendidos. Pese a todo, el respetable le pidió de nuevo el apéndice que le aseguraba la puerta grande.

Miguel Ángel Perera pechó de entrada con un sobrero descastado que iba y venía sin ton ni son. Sorprendió la displicencia del diestro pacense, que se conformó con el empate a nada. Tras recetar un bajonazo y escuchar un aviso, saludó una ovación. Ante el quinto realizó una faena de mayor compromiso y mejor planteamiento que en el primero de su lote, pero los aceros le impidieron cortar un trofeo.

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