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Galán brilla en los rejones de Fallas

El rejoneador madrileño corta tres orejas después de dos buenas actuaciones - Lea Vicens también sale a hombros

Sergio Galán impuso su ley a caballo y brilló con luz propia en una mañana simpática y triunfalista donde se llenaron los tendidos. La ley del rejoneador madrileño marcó la diferencia por la pureza a la hora de enfrentarse al toro y realizar las suertes y el temple para conducir las embestidas encima de la montura. Dominio de la situación y valor moral para torear a caballo. Las tres orejas que paseó Galán fueron merecidas. El jinete recibió a su primero en la puerta de chiqueros con un caballo lusitano, «Amuleto» de nombre, y sobre la montura de «Ojeda» acortó distancias, templó y mandó. Con «Apolo», la perla de su cuadra, dejó un extraordinario par de banderillas a dos manos con el ajuste suficiente para arrancar los oles del respetable. Con un rejonazo bajo que produjo derrame llegó su primer trofeo. En su segundo, a lomos de «Artista», Galán enceló a un toro que se defendió por la falta de fortaleza, denominador común de toda la corrida de Bohórquez por segundo año consecutivo en la Feria de Fallas. Lo mejor del largo y entregado quehacer vino, de nuevo, con el par de banderillas a dos manos con el lusitano «Apolo» donde demostró el dominio de la doma clásica. Cortó dos orejas entre el clamor del respetable después de un rejonazo de efecto rápido.

Andy Cartagena reapareció de su fractura de radio y escafoides de su brazo derecho que sufrió en Autlán de la Grande a principios de febrero. En el abreplaza no se notó su reciente lesión y cabalgó a dos pistas y clavó reunido. Tras un buen rejonazo, paseó una oreja que le supo a gloria. Donde sí se resintió de su fractura fue en el cuarto de la matinal a la hora de la suerte suprema. El rejoneador benidormense emborronó una buena labor frente al mejor toro del flojo envío -con motor y duración- y fue silenciando tras recibir un recado presidencial.

Por su parte, Lea Vicens cortó dos orejas excesivas en el que cerró plaza. El momento de mayor lucidez de su faena llegó cuando cabalgó a dos pistas dando la vuelta entera a la plaza. A lomos de «Bético» se ajustó más que en su anterior toro, donde clavó banderillas desde las alturas. La pureza de Galán fue un oasis en medio del desierto.

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