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Entrevista

Pitingo: "Ni la industria ni los mánagers, solo manda el público"

«La innovación es una forma de vida; no hay que pasar desapercibido»

Pitingo: "Ni la industria ni los mánagers, solo manda el público"

P Lo que canta Pitingo no es sólo flamenco tradicional.

R Lo sé hacer, y lo hago en los directos también. Empezamos con un martinete y palos tradicionales del flamenco. Pero luego vamos incorporando elementos, esa unión de culturas como es el coro de góspel con los flamencos, las personas gitanas y los que no lo son. En el escenario somos de todas las partes del mundo. Nos unimos por una causa común que es la música, donde todos nos entendemos a la perfección.

P Un buen reflejo de lo que siempre ha sido su vida: mestizaje y frontera.

R Me considero mestizo y fronterizo. Nací en un pueblo de Huelva maravilloso, pesquero, Ayamonte, frontera con Portugal. Y mestizo porque soy hijo de gitana y payo. Eso lo llevo siempre por bandera, en el mestizaje está el avance, en aceptarnos los unos a los otros como somos. Ser fronterizo también me ha abierto a muchas culturas.

P ¿Qué se le pasó por la cabeza para unir flamenco y soul?

R Surgió de una manera muy natural. Desde chiquitito escuchaba a Aretha Franklin, Ray Charles, Marvin Gaye, Stevie Wonder, Sam Moore y Sam & Dave. Y a la vez, no dejaba de escuchar tampoco a La Niña de los Peines, Manolo Caracol, Tomás Pavón, Camarón y Enrique Morente. Y de una manera muy natural empecé a unir esas dos culturas, que la única definición que tiene es Pitingo, porque no es flamenco ni es soul. Siempre digo que el que quiera entenderlo que venga a vernos. Y si lo siente y lo disfruta, ya lo ha entendido.

P El flamenco es duende y el soul es alma.

R Van de la mano. Los flamencos, ya no te hablo sólo del gitano, la baja Andalucía, hace un siglo, era gente muy pobre. Y de la pobreza nace siempre la creatividad. Exactamente igual que ocurrió con la gente afroamericana. Gentes muy pobres que crearon una música. Nosotros la única manera que teníamos de expresarnos era por medio del cante. Por eso el flamenco es una guitarra, palmas, golpes en las mesas. La gente afroamericana y africana lo que hace es armonizar voces o utilizar percusión. No teníamos un piano porque no teníamos dinero para ello. Son elementos más simples, de la tierra, elaborados a mano. Por eso son tan personales.

P ¿Y qué opinan los puristas?

R Entre los puristas del soul, de Estados Unidos, tiene una gran acogida. Es más, he podido trabajar con algunos de los grandes, como Sam Moore. El flamenco es un poco más cerraíllo. Enrique Morente los llamaba «los flamencólicos». Tienen todo el derecho a no gustarles que las cosas avancen. Yo lo respeto. Soy el primer defensor del flamenco tradicional.

P El flamenco ya no sólo es un cantaor...

R No, porque hay que dar algo más. Hay que ir con los tiempos. Igual que entonces, lo que hacía Manolo Caracol fue criticado, o Paco de Lucía por cruzar la pierna para apoyar la guitarra o Enrique Morente. Yo no me comparo con ellos, ni mucho menos. Me refiero a esa forma de salirse del tiesto. Todo es criticable. Sigo la línea del riesgo, pero valoro el flamenco tradicional, porque es lo más bonito, lo que he vivido, y lo más difícil, mucho más que el soul o cualquier otra música. Aunque sólo sea por una cuestión rítmica. Por eso sólo lo sabemos hacer los españoles, porque no existe partitura para hacer flamenco.

P ¿Cómo de necesaria es la innovación en la música?

R Tan necesaria como que para mí es una forma de vida. El flamenco no se aprende nunca, pero llega un momento en el que dices: «Creo que puedo dar un poco más». A veces aciertas, otras no tanto. Pero la vida es eso: quien no arriesga no gana. Y en la vida no hay que pasar desapercibido, hay que hacer ruido. Por supuesto, con todo el respeto del mundo y siendo buena persona. Siempre digo que puedo gustar más o menos, pero se me diferencia.

P ¿Cómo de pitingo es Pitingo?

R ¡Uy!, bastante. (Ríe). En todos los sentidos. Me gusta arreglarme, cuidarme y ahora que voy cumpliendo años más pitingo soy. Pitingo hasta la muerte.

P ¿Hacia dónde va el futuro de Pitingo?

R Hacia donde Dios quiera. Y hacia donde el público quiera, que es el que manda, mi jefe. Ni la industria, ni los mánagers, sólo manda el público, que es soberano y es el que dice hasta cuándo.

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