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Entrevista

José María Vitier: "El aislamiento ha dañado el desarrollo natural de la música en Cuba"

«Me he vuelto un compositor de canciones. Antes sólo las hacía para regalarlas a mi novia»

José María Vitier: "El aislamiento ha dañado el desarrollo natural de la música en Cuba"

El pianista José María Vitier celebra esta noche en el Palau de la Música de València 40 años de carrera musical con un «muestrario» de su trayectoria que también acaba de reunir en un disco-libro con 55 temas. Hace unos meses ya participó en el concierto que María del Mar Bonet (que ha incluido dos de sus canciones en su último disco) ofreció en el Teatre Principal. Esta noche la cantautora mallorquina le devolverá la visita.

¿Qué concierto va a ofrecer el sábado en el Palau de la Música?

Este viaje se ha armado para celebrar cuatro décadas de carrera. Con Abel Acosta, que es multiinstrumentista, voy a hacer un recorrido por varias áreas de mi trabajo y María del Mar Bonet cantará tres canciones que he grabado con ella. Y el programa va a contener música desde mis comienzos hasta lo más reciente. Va a tener música cubana, un poco de jazz, un par de momentos especiales con imágenes porque estoy muy ligado por las bandas sonoras que he hecho, como la de Fresa y chocolate o Cosas que dejé en La Habana, hasta llegar a la fusión de las raíces cubanas y los afluentes africanos y europeos que ha caracterizado mi trabajo en los últimos años.

De usted destacan esa mezcla entre la música culta y la música popular cubana y de otras músicas foráneas.

Ahí está la almendra de mi música, la intención de crear una nueva «cubanía» a partir de los formantes de nuestra personalidad y de nuestra nación, que son también mis formantes personales, porque yo soy un músico académico pero me he acercado desde que comencé a la música popular.

A Lorca, un hombre «culto» que amaba y trabajaba con lo popular, le preocupaba que le etiquetaran de «populista». ¿Le pasa también a usted?

Imagínese si Lorca tenía ese miedo, cómo será ahora que las etiquetas se han vuelto mucho más peligrosas. Lorca es un paradigma de esta actitud y es bueno que la cultura española disponga de él porque aclara muchas cosas, como el verdadero sentido del arte en España, igual que a nosotros nos pasa con otros paradigmas de nuestra música popular. A mí me gustaría ser tan culto como Sindo Garay y tan popular como Ignacio Cervantes. Sé que se corre el riesgo de no ser ni auténticamente popular ni auténticamente culto, pero ese el reto de mi vida.

¿Las bandas sonoras vienen de su parte culta o su parte popular?

Me han hecho muy ecléctico, con ese ideal que tenía Ennio Morricone: que la música aplicada, en su caso del cine, se convirtiera en absoluta, la que se basta por sí sola.

¿La música para el cine es la música clásica de las últimas décadas?

A cualquier melómano le va a ser más fácil mencionar a cinco compositores para el cine que a cinco compositores de música culta de la mitad del siglo XX hacia acá. Ha habido un cambio en la percepción del arte musical, y seguramente la música aplicada se ha vuelto más apreciada. Aunque siempre el cine fue seductor para los grandes compositores, se convirtió en un medio ideal para hacer música... Pero volvamos al concierto del sábado.

Volvamos...

Habrá canciones porque en los últimos años me he vuelto un compositor de canciones. Antes sólo las hacía para regalárselas a mi novia, o por puro placer, pero siempre me han vinculado a la música instrumental. Poco a poco, y con la ayuda del cine, empecé a hacer canciones, con poemas de mi esposa o musicando la obra de grandes poetas, como en el disco Canciones del buen amor.

¿Y después de cuatro décadas tocando tantos palos, haciendo incluso ópera y música infantil, hay algo con lo que no se haya atrevido?

Cuando uno mira ese panorama, uno inevitablemente piensa en qué pudo ser mejor? Creo que voy a insistir en algunas de las cosas que ya he hecho. Tengo el encargo para mí mismo de una obra más definitiva para orquesta y piano. Si fuera por la recepción del público, quizá estaría tentado en escribir otra obra religiosa, como la «Misa cubana», que probablemente sea mi obra que más veces se ha interpretado.

¿Es usted una persona religiosa?

Mis padres y mi familia me dotaron de una sensibilidad religiosa, no dogmática pero sí profunda.

Lo que sí se ha atrevido después de 40 años es a publicar sus poesías...

Soy hijo y sobrino de poetas, nací en el seno de un grupo de poetas, y por la poesía he tenido siempre una actitud tan reverente que no me atrevía a publicar. Por la formación que he tenido, la poesía para mí siempre ha sido la primera de las artes. Pero escribía para mí. Fue la editorial del disco la que me convenció. En mi familia el capítulo poético estaba ampliamente cubierto, y me da un poco de pudor, la verdad. Quisiera yo que fuera visto como un complemento a mi obra musical.

¿Cómo le ha afectado a un país tan permeable musicalmente como el suyo las décadas de aislamiento?

Dañó la lógica del desarrollo natural de la música. La influencia específicamente de la música norteamericana nunca cesó, pero durante unos años sí se debilitó ese maridaje que es extraordinariamente fértil. Sin ese maridaje no se entienden zonas enteras de la música cubana como el mambo, el feeling o el jazz cubano. Ese maridaje ha dado muchos frutos y los está dando de nuevo.

Por cierto, tengo entendido que tiene raíces valencianas...

Del lado materno, mi bisabuelo era valenciano y tocaba el piano, tengo entendido que profesionalmente. Estamos hablando de los apellidos Badia y Pagés. Este señor influyó en mi abuela, Josefa, para que fuera pianista. Y gracias a ese señor valenciano que no conocí ahora soy lo que soy porque fue mi abuela la que decidió que yo fuera pianista. Me dejó esa imagen del piano como algo alegre, lo que me permitió alternarlo con el juego y que nunca lo viera de niño como un castigo.

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