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Exposición

Zuloaga en la tierra de la luz

La Fundación Bancaja acoge la mayor muestra dedicada en València al pintor guipuzcoano, «Zuloaga. Carácter y emoción» - Acoge una veintena de obras nunca vistas pertenecientes a colecciones privadas

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Exposición 'Zuloaga. Carácter y emoción' en València

«El arte es emoción por encima de todo, carácter y dibujo», escribió Ignacio Zuloaga en una nota biográfica. A este artista guipuzcoano, uno de los más representativos de la España de finales del siglo XIX y principios del XX, se le distinguía por sus retratos monumentales, sus escenarios teatrales y su trazo conciso. Pero sobre todo, por la expresión de sus personajes que lograba a partir del contraste del negro con el resto de la paleta. València, la tierra del luminismo de Sorolla, muestra hoy sus respetos a este exponente del estilo naturalista, y lo hace mediante la exposición retrospectiva «Zuloaga. Carácter y emoción» de la Fundación Bancaja. La muestra, que estará en la entidad de la plaza Tetuán hasta el 26 de agosto, exhibe 66 obras -la mayoría retratos- procedentes de entidades públicas (Reina Sofía, Museo Carmen Thyssen de Málaga o Museo Nacional de Arte de Cataluña) y colecciones privadas. Una veintena de ellas no habían sido descolgadas de los salones hasta ahora.

«La amistad ha hecho posible el éxito de esta exposición. Estos cuadros que pintó mi abuelo unieron a muchas familias», explicó ayer María Rosa Suárez Zuloaga, nieta del pintor guipuzcoano y presidenta del Museo Ignacio Zuloaga en Pedraza, durante la presentación de la muestra. En este acto estuvieron presentes los comisarios de la exposición, Sofía Barrón y Carlos Alonso, así como Rafael Alcón, presidente de la Fundación Bancaja.

Es la primera vez que una institución valenciana dedica una retrospectiva de tal calado a un pintor vasco, coetáneo de Sorolla, y una antítesis de él, como Zuloaga -cercano a Ribera o a Goya- reconoció en vida. «No coincidieron mucho. Sólo intercambiaron una misiva, y fue de Sorolla a Zuloaga, para mostrar sus condolencias por el fallecimiento de un familiar», explicó Barrón. Lo cierto es que ambos artistas mostraron dos visiones muy distintas de un mismo país. Para Sorolla, imperaba la España del folclore, de la alegría y de la luz. Para Zuloaga, en cambio, dominaba la España negra y castiza, la de gitanos y toreros. En este sentido, los comisarios de la exposición han querido reivindicar la magnitud de la figura de Zuloaga, cuya obra trascendió «las españoladas» por las que era conocido. «Aquí vamos a ver un Zuloaga muy desconocido. Era un pintor mucho más libre estilísticamente de lo que podría parecer, que ponía todos los recursos a la efectividad de la obra. Vamos a ver un Zuloaga íntimo y sutil. Estamos en tierras de Sorolla, y por ello es necesario hablar fundamentalmente de pintura. Aquí, tenemos que explicar ampliamente al pintor», recalcó el comisario. «Consiguió fusionar la vanguardia internacional con el estilo pictórico español», señaló Barrón, ya que como Sorolla, el guipuzcoano fue reconocido en el extranjero.

Íntimo y familiar

La muestra se compone por diversos espacios expositivos: uno dedicado a la edad temprana de Zuloaga, con obras realizadas a partir de sus viajes a París, donde conoció a artistas como Toulouse Lautrec; una segunda sala con obras que muestran la España negra del artista (Tipo de Segovia, 1906; Belmonte en plata, 1924); una tercera dedicada retratos de amigos del pintor, como Azorín, Balenciaga o Manuel de Falla; y una cuarta zona expositiva que acoge retratos de la aristocracia y alta burguesía española, en la que se encuentran la mayoría de obras nunca antes expuestas en un museo. La última sala expositiva -el epílogo de la muestra- está dedicada a la faceta más íntima y familiar del pintor, donde lucen obras como Rosita (1944), que representa de niña a la propia María Rosa Suárez Zuloaga, o Mis primas en el balcón (1906), una de las obras más representativas del pintor.

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