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'El Juli' rebrota en primavera

El madrileño firma su actuación más completa en la feria de Sevilla y pospone la coronación de Roca Rey hasta Madrid

El diestro madrileño toreó así de bien el pasado 16 de abril. europa press

Julián López, «El Juli» ha irrumpido en las ferias de postín con la contundencia con que suelen responder las figuras del toreo cuando se cuestiona su estatus. Tras un invierno cargado de tensiones, dimes y diretes entre el diestro de San Antonio de Velilla y Simón Casas, el madrileño se quedó fuera de los carteles de la pasada Feria de Fallas y a punto estuvo también de no actuar en el próximo ciclo isidril. Una guerra de despachos que ha ido alimentando sus ansias de reivindicarse donde más les gusta hablar a los toreros: en el ruedo.

Llegó, pues, don Julián a Sevilla con las musas del toreo revoloteando por el coso del Baratillo para firmar su actuación más completa en La Real Maestranza de Caballería y, de paso, tapar bocas. La faena al segundo Garcigrande de la tarde del 16 de abril fue la liberación de todas las frustraciones profesionales que ha ido acumulando durante los meses previos a la cita, y demostrar a propios y extraños por qué sigue siendo el rey. Se puso a torear de inicio sin probaturas, las dos rodillas en tierra. Ya de pie, dictó una lección de singular inspiración y mando. Series de muletazos al ralentí y de mano muy baja, que calaron hondo en los tendidos. Obra redonda, de notable armazón, que avanzó como y cuando él quiso. Primero, sobre el pitón derecho, el más claro del toro; después sobre el izquierdo, con un dominio absoluto de su oponente, entregado al albur del madrileño, que empezaba su particular recital sevillano ante un público metido en la lidia de principio a fin, y que pidió las dos orejas en cuanto hubo doblado el toro.

Lejos de conformarse con el botín obtenido, El Juli volvió a la carga ante el quinto para reventar la feria y consumar su vendetta taurina. Gran toro de Garcigrande en la muleta que el madrileño supo gobernar con singular facilidad y propósito, como si aquello estuviera escrito de antemano. Mejoró las cotas artísticas alcanzadas en el primer acto con una lidia en la que no perdonó ni un recurso estilístico: desde el toreo más clásico hasta los remates originales, surgidos de la inspiración del momento. Arte en estado puro. Cuando el respetable comenzó a pedir el indulto de la res, se puso a torear en circular hasta que el presidente asomó el pañuelo naranja por el antepecho del palco. Un gozo infinito que el diestro quiso compartir con el ganadero en una vuelta al ruedo memorable. Lo de menos -¿lo de más?- fueron las cuatro orejas, clavadas como cuatro estacas en el corazón de los vampiros de emociones, que ya sacan cuentas de lo cara que les puede costar su osadía.

Otro de los diestros destacados en el serial hispalense ha sido José María Manzanares. No era fácil imponerse el día después de la apoteosis julista y el alicantino consiguió captar la atención del respetable con una obra muy del gusto de la afición sevillana, que también fue premiada con las dos orejas pero que distó un mundo del runrún provocado por el madrileño la víspera.

Completa la nómina de destacados el peruano Andrés Roca Rey, que continúa su escalada imparable hacia el primer puesto del escalafón. El diestro limeño maravilló el Domingo de Resurrección y no tuvo suerte con las corridas del 13 y 19 de abril, pese a que su actitud fue irreprochable. La próxima cita de compromiso del joven espada será ya en la próxima Feria de san isidro, en la que comparecerá los días 18 y 23 de mayo para estoquear las corridas de Jandilla y Victoriano del Río junto con Padilla y Castella la primera tarde y con Miguel Ángel Perera y Alejandro Talavante la segunda, que será uno de los platos fuertes del serial taurino más importante del planeta.

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