En la Rinconada Federico García Sanchiz decenas de turistas observan y fotografían encantados la impresionante fachada rococó del Palacio del Marqués de Dos Aguas. A pocos metros de ellos, una librería está a punto de echar el cierre, quizá para siempre, quizá durante unos meses hasta que alguien decida reabrirla bajo otra dirección u otro nombre. Ambos hechos -la turistificación cada vez mayor del centro de València y el cierre de un pequeño proyecto cultural-, no tienen por qué estar relacionados. La coincidencia, en todo caso, está ahí.

«El problema no son los turistas. Ellos nunca han entrado a comprar libros», asegura Leopoldo Usanz. Él es uno de los socios fundadores de Leo Librería, que cerrará sus puertas próximamente, poniendo así un punto en una historia que se inició en 2011, cuando desafiando la crisis, la implantación de Amazon y el auge imparable de los libros electrónicos, tres amigos aficionados a la lectura decidieron montar la tienda de sus sueños.

Lo que no saben los tres dueños de Leo -Usanz y sus amigas Maite García y Julia Troncoso- es si el punto será final o seguido. «Queremos intentar traspasarla, quizá a gente más joven que nosotros, con ideas nuevas y que no piense en perder dinero pero tampoco en hacerse rico con esto», explicaba ayer el librero.

Cuando los tres amigos decidieron inaugurar su negocio tampoco pensaban ni mucho menos que iban a hacerse forrarse con este proyecto de «foco cultural» impulsado a partir de la venta de libros, un catálogo de 15.000 volúmenes que abarca desde los ineludibles best sellers a las pequeñas joyas de cuidadísima edición. Con una decoración clásica y acogedora, Leo Librería se ha especializado en estos siete años en presentaciones con autores y conferencias, y ha destacado por su zona infantil donde organiza cuentacuentos y talleres.

"El mundo ha cambiado mucho"

«Hemos llegado a un tiempo en el que ya no podemos continuar», relata Leopoldo Usanz. El problema, según el propietario, no es tanto la falta de lectores en general sino la falta de lectores de libros de papel en particular. «El mundo ha cambiado -subraya Usanz-. La gente lee mucho pero ya no compra libros. En Amazon por 15 euros puedes descargarte cuatro libros, y contra eso es difícil competir».

Bien es cierto que cuando Leopoldo, Maite y Julia decidieron abrir este negocio en septiembre de 2011, la venta de libros electrónicos cada vez estaba más implantada, y que el gigante Amazon había anunciado que su llegada a España era cuestión de días. «Efectivamente, Leo nació en una época muy dura, pero también teníamos mucha ilusión», señala Usanz.

Pero la ilusión sola no hace ganar dinero ni impide perderlo, «y los tres socios llevamos años poniendo dinero de nuestro bolsillo para seguir adelante. Pero ya hemos perdido mucho y desde hace dos años los márgenes son negativos», añade.

Además de la competencia de los libros electrónicos, y la superación cada vez más evidente de esa barrera que mantenían muchos lectores habituales a toda letra que no estuviera escrita sobre un papel, Usanz añade otras circunstancias que han llevado al fin de su proyecto y que, apuesta, también padecen otras librerías como la suya.

«Amazon desgasta, los libros en Kindel funcionan, pero es que además las grandes editoriales cada vez publican menos», explica. Y pone como ejemplo el caso de una editorial de implantación nacional «que en lo que va de año sólo ha publicado dos novedades, y el resto de lo que ha sacado son todo reediciones».

Este descenso en las novedades literarias también ha hecho mella en una de las patas en las que Leo Librería sostenía su plan para consolidarse como un «foco cultural» en València: las presentaciones a cargo de los autores en la propia tienda. «A menos libros editados, menos presentaciones. Nosotros en este tiempo hemos acogido a muchos escritores, pero cada vez son menos porque no se editan libros. Y también viene menos gente. Una de las últimas presentaciones que hicimos fue la del libro de Cristina Narbona (Soñando el futuro, escrito con Ana Etchenique). Toda una exministra y acudieron como mucho 20 o 25 personas».

«Son los tiempos», repite Leopoldo Usanz con evidente resignación. «Con Leo Librería hemos pasado una época muy bonita y ahora estamos en una época que ya no puede ser».