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Entrevista

Miquel Mateu: "El teatro es convivir los cuatro meses que nos ha costado sacar esta obra"

«Sabemos que este barco irá directamente a estrellarse contra las rocas, pero tenemos que ser honestos con nosotros mismos»

Miquel Mateu estrena el próximo viernes en La Rambleta «Epoppeika». nerea coll

«Epoppeika» es, según su autor, una obra sobre dos viajes y un homenaje. Los dos viajes están separados entre sí por 26 siglos de historia. El primero lo protagonizó un griego llamado Ulises y el segundo un hombre de Paterna llamado José María.

El homenaje es a esa generación de españoles que, como José María, huyó en la posguerra del hambre y la ignorancia, «héroes que hicieron las maletas para darnos las oportunidades que tenemos ahora». Se trata de la segunda obra estrenada por Miquel Mateu después de aquella «Thursday today» que bebía directamente del «teatro de la muerte» del polaco Tadeusz Kantor. En «Epoppeika» la sombra del gran dramaturgo de la vanguardia europea sigue presente pero Mateu ha querido ir más allá, cambiando la oscuridad del telón de acero por la luz cegadora del mediterráneo. «Epoppeika» (que ha formado parte del proyecto Graneros de Creación, de Espacio Inestable y Rambleta) se representará en centro cultural de San Marcelino el 27 y 28 de abril.

P La suya es una obra de vanguardia inspirada en la Odisea de Homero. ¿Los clásicos serán siempre modernos?

R El éxodo y paso fronterizo de los españoles hacia el resto de Europa en la posguerra es algo que tenemos muy cerca y que han vivido generaciones muy próximas, como la de mi padre. Ese paso fronterizo lo vinculamos con esa plantilla que tiene el ser humano para hablar de sus viajes externos e internos, que es la Odisea de Ulises. Nos preguntamos en un viaje cómo el de mi padre quiénes serían los cíclopes, quiénes las sirenas, cuál fue la Circe que se encontró. Homero planificó de forma genial cuáles serían los propios puertos y los propios ciclos del ser humano. Por eso pensamos que la identificación de una historia y otra es perfecta.

P ¿Cómo fue la «odisea» de su padre?

R Mi padre perteneció a una generación de supervivientes históricamente donde la educación no era obligatoria, el índice de analfabetismo era muy grande y se pasaba mucha hambre. Y esto es parte de nuestra memoria que hay que recuperar. Es una generación de héroes que hicieron las maletas para darnos las oportunidades que tenemos ahora. Cuando llegó mi padre a París, cuando le quitaron la maleta, los tres días que estuvo durmiendo en la calle, los dos años que estuvo trabajando en la Citroën, cuando vio en directo a Edith Piaf, cuando se enamoró€ Esa fue su odisea.

P En «Thursday today» ya rendía un homenaje a sus ancestros. ¿La memoria es para usted una obsesión?

R Sí. Yo hice mi carrera en la Rose Frufort School, que está considerada como la mejor universidad de arte dramático de Inglaterra. Allí me enamoré del tipo de teatro de Tadeusz Kantor que rescata siempre la memoria del autor, sus pasajes, sus recuerdos y, sobre todo, el tiempo de la infancia. Para ser honesto cualquier arte se debe fundamentar en las experiencias vividas, que al final tienen una conexión directa con el espectador.

P ¿Qué tiene su obra de ese «teatro de la muerte» de Kantor?

R «Thursday today» era un «teatro de la muerte» de Tadeusz Kantor clásico: plasticidad, juego infantil, los niños con los cuerpos adultos hablando de la memoria, el director en escena para manejar al actor, los cadáveres, los tres tipos de movimiento€ Pero «Epoppeika» no es un Kantor. Chus Moreno, la coreógrafa, y yo hemos querido llevar parte de nuestra forma de entender el arte. Kantor hubiera estado muy satisfecho de que dentro de sus códigos hayamos también intentado evolucionar. Nosotros pertenecemos a otro territorio, cultura y climatología, por lo tanto a nuestra obra, dentro del propio tenebrismo y dramatismo del «teatro de la muerte», le hemos metido algo muy nuestro.

P ¿Más mediterráneo?

R Mucho más mediterráneo. Tiene más luz, un cariz mucho más festivo. Estoy supersatisfecho con los actores, porque los personajes que me han regalado son mucho más expresivos, más tirando a lo clown porque creo que nuestro público acogerá mejor este código.

P ¿No cree que inmigración de la posguerra se ha tratado mucho en la cultura popular («El emigrante», «Vente a Alemania Pepe») pero poco en la de vanguardia?

R Quizá ha sido porque las producciones no se deben a la necesidad expresiva del creador, sino que se crean a partir de lo que el público desea. Pero yo nunca me he planteado hacer teatro para cierto público sino por necesidad expresiva. No tengo un compromiso con el teatro para ser más conocido. Tal vez algo tan histórico como este paso fronterizo de los españoles no ha sido tan demandado, pero para algo estamos nosotros.

P Kantor se quejaba en los años 50 de que la vanguardia estaba demasiado institucionalizada. ¿Se puede hacer vanguardia hoy en día sin ayuda institucional?

R Sí. Nosotros hemos tenido la satisfacción de depender de dos escenas artísticas. La primera nos dio un espacio pero el trabajo de dos años fue regalado: los actores querían aprender y hacer teatro. Hacer teatro no es salir a un escenario sino convivir los cuatro meses que nos ha costado llevar «Epoppeika» adelante. No tenemos ayuda de las instituciones, y Rambleta nos ha ayudado dándonos el espacio y, por primera vez, un dinero mínimo que no es suficiente para llevar adelante el proyecto pero le dará al actor una contratación, una seguridad social y una compensación por su trabajo.

P Entiendo que uno no se hace rico con el teatro de vanguardia...

R A mí me gusta todo el teatro: el de entretenimiento, el de pensar, el de vanguardia. Pero nosotros lo tenemos muy complicado para llevar adelante este tipo de espectáculo. La gente quiere reírse, pasarlo bien, entretenerse€ Pensar no está quizá en la posición que le toca. Pero tenemos que ser generosos con la gente, mostrar un tipo de teatro propiciado para un opinión pequeña y rescatar de la gran opinión (la del teatro de Lolita o de Los Morancos, que también me parece fantástico) a algunas personas que puedan sentirse atraídas. Sabemos que este barco irá directamente a las rocas, a estrellarse por ese canto de sirenas que nos llama, pero siendo honestos, queriendo al teatro con amor absoluto, y con el compromiso que tiene todo el equipo, arriesgamos y tiramos hacia delante.

P ¿No es una lástima tener que tirar de heroicidad para hacer lo que a uno le gusta?

R Totalmente. Si viviéramos en un país donde los teatros se llenaran igual que un estadio de fútbol viviríamos en una primera potencia. El problema es que tenemos que plantearnos cómo es el carácter de nuestra gente y aceptarlo. Ahora las instituciones abogan por una educación obligatoria y una buena formación para los hijos, pero aún tenemos que convencerlos de que no podemos entender una sociedad avanzada por la economía, sino únicamente por su alto nivel cultural.

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