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Pintura

La visión más espiritual de Sorolla

La Fundación Bancaja reúne seis cuadros de temática religiosa del artista valenciano - Exhibe por primera vez tras su restauración la imponente «Yo soy el pan de la vida», financiada por la entidad y la familia Lladró, propietaria de la obra

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Exposición sobre la espiritualidad de Sorolla en la Fundación Bancaja

Aunque Joaquín Sorolla era creyente y practicante «a su manera», la obra de temática religiosa no es demasiado frecuente en la producción global del maestro valenciano. Seguramente porque no recibió demasiados encargos de escenas de corte espiritual.

Así lo explicó ayer el experto en el pintor y exdirector del Museo del Prado, Felipe Garín, durante la presentación de la muestra «Sorolla y la espiritualidad» en la Fundación Bancaja, de la que es comisario, y en la que estuvo acompañado por el presidente de la entidad, Rafael Alcón.

La exposición reúne tan solo seis obras de temática religiosa pintadas por Sorolla, pero seguramente las más representativas de esta modalidad, que el artista valenciano cultivó en sus primeros años antes de desarrollar su estilo definitivo.

Según explicó Garín, Sorolla solo pintó tres grandes cuadros de esta temática: El entierro de Cristo (1886), Yo soy el pan de la vida (1896-1897) y ¡Triste herencia! (1899). Del primero apenas se conservan pedazos, pues su escaso éxito en la época (solo logró una mención honorífica en la Exposición Nacional de Bellas Artes en 1887, que Sorolla ni fue a recoger) hizo que el propio artista lo destruyera. La muestra exhibe una fotografía en la que se ve al artista pintándolo. Los otros dos, los reúne ahora la fundación en su sede de la plaza de Tetuán.

De Chile a València

Destaca en la sala la imponente Yo soy el pan de la vida -de 414 x 532 centímetros-, un encargo realizado a Sorolla por el político y hacendado chileno Rafael Errázuriz Urmeneta para su casa-palacio en Valparaíso y al que Sorolla había conocido en 1895 en Madrid. El encargo estaba llamado a presidir la imponente escalera de la residencia de Errázuriz. Posteriormente, el cuadro fue adquirido por un comerciante valenciano hacia 1977, que lo traslada de Chile a València, donde pasa posteriormente a ser propiedad de una entidad financiera y en torno al año 2000 a la familia Lladró, actual propietaria del cuadro.

La obra se muestra ahora por primera vez al público tras su restauración, financiada a partes iguales por la Fundación Bancaja y la familia Lladró. Se trata de una obra que pocas veces ha sido expuesta al público. Tan solo pudo verse anteriormente en una ocasión, en 1999, cuando formó parte de la muestra La luz de la imágenes, en la Real Basílica Nuestra Señora de los Desamparados.

Mientras, ¡Triste herencia!, de la colección de la Fundación Bancaja, fue una de las obras que más costó pintar a Sorolla. No tanto por su dificultad técnica, sino por la escena que representa. «Sufrí terriblemente cuando lo pinté. Tuve que forzarme todo el tiempo. Nunca volveré a pintar un tema como ese», llegó a decir el artista valenciano. Sin embargo, esta pieza que tanto sufrimiento personal le produjo, supuso su consagración nacional e internacional. Logró con ella el Grand Prix en la Exposición Universal de París de 1900, así como el máximo galardón en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1901. Pintado en la playa del Cabanyal, refleja a un grupo de niños enfermos, atendidos por un religioso de la Orden de San Juan de Dios en el momento del baño en la orilla de la playa. El cuadro fue adquirido por un coleccionista en Nueva York en 1902 y no volvió a España hasta su adquisición en 1981 por la Caja de Ahorros de València.

Sobre esta pieza, Garín recordó que Sorolla la tituló inicialmente Hijos del placer «ante la creencia de que los hijos de las prostitutas tenían consecuencias físicas». «Pensó en no presentarse a la exposición, pero Vicente Blasco Ibáñez y Azzati le animaron para que lo hiciera pero cambiándole el título», explicó el experto. La obra -añadió Garín- «se ajusta a las obras de misericordia, de dar de comer al pobre, de cuidar al enfermo,... y muestra cierto aire zurbaranesco», indicó.

La muestra se completa con otras cuatro piezas de temática religiosa: Monja en oración (1883), de la Fundación Bancaja; La Virgen María (1885-1887), del Museo de Bellas Artes de València; Santa Clotilde (1888), del Museo del Prado; y Mesa petitoria (1892), del Museo de Bellas Artes de Bilbao.

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