Casi recién llegada del Festival de Málaga con su premiado documental Improvisaciones de una ardilla, Virginia García del Pino (Barcelona, 1966), llega a Bombas Gens Centre d'Art con la intervención Respirar, correr, mirar. La propuesta de la cineasta -que se puede visitar durante el fin de semana- consiste en poner en diálogo las exposiciones «La blancura de la ballena», de Paul Graham, y la colectiva «El pulso del cuerpo» con imágenes de algunas de sus películas favoritas.

Sobre dípticos de tabletas, las imágenes de películas más clásicas o más actuales reflexionan sobre las fotografías que se exponen en el centro de arte. «Me interesaba el cuerpo en el espacio público. Busqué otros usos del cuerpo en el cine. Pensé en películas donde la gente corre, un acto que me parece muy cinematográfico y, a partir de ahí, surgieron acciones tan sencillas como respirar o mirar, que son inevitables cuando vas por la calle», avanza García del Pino. «La acción de respirar y mirar cuando corres se distorsiona. Me alucina ver correr a alguien. Siempre hay una pregunta cuando alguien corre por la calle y eso es cinematográfico para el que mira y para el que corre la vida es un travelling».

Respecto al hecho de respirar, añade que es algo que «viene dado, algo que noto. Significa que estás vivo. Ahora la gente respira más, parece más consciente».

También tiene sus propios gustos a la hora de dirigir la mirada. «Me gusta mirar de todo, desde las vueltas que da la lavadora [ríe] hasta ir al Museo del Prado a ver los Goya y Velázquez». Todo le remueve. «Mi inspiración es entrenar la mirada, ver cosas normales y darles la vuelta; como cuando repites una palabra mucho y pierde sentido, pues esto es igual. Miro mucho para reinterpretar».

Sobre la selección de los fragmentos de películas, asegura que «no ha sido fácil, están algunas de mis favoritas», dice, al tiempo que señala que «trabajo muy intuitivamente, no pensé en una teoría». Sí, indica, no obstante, que le parece muy interesante el formato de las tabletas porque «permite jugar» al espectador, que verá unos vídeos de entre dos y ocho minutos.

Para la cineasta, un artista «crea para los demás, por eso, -continúa- me gustaría que el visitante que venga a Bombas Gens vea un mensaje emocional, que se emocione con lo que ve; no tiene más allá», señala.

Reconocida documentalista, García del Pino defiende a capa y espada el género. «A nivel de producción se está evolucionando mucho y haciendo mucho, pero no se invierte en estos proyectos. Sin embargo, el público sí está respondiendo, sobre todo desde plataformas de vídeo bajo demanda. Esto antes era impensable». A esto añade: «El documental tiene relación directa con la vida, es más emocionante que una película».

La mujer en el documental

Como mujer echa la mirada atrás y recuerda que «cuando empecé estaba sola o eramos dos; ahora hay toda una nueva generación y somos más porque hay escuelas importantes. Hay mucha mujer haciendo documental, lo que falta es que esas mujeres tengan producciones con buenos presupuestos», reivindica.

Y aunque la intervención reflexiona sobre correr, García del Pino prefiere ir poco a poco. «Soy muy calmada, es mejor no ir con prisas». Pese a su espíritu tranquilo, ya tiene dos proyectos en mente: un documental «a medias» sobre Alberto Garzón, dirigente de Izquierda Unida, y otro, aún por empezar, sobre Amaia, la última ganadora de «Operación Triunfo».