La lucha contra los formatos tradicionales para escuchar música está ganada: las melodías en línea ya son, por primera vez, la principal fuente de ingresos del negocio musical. La guerra ahora se centra en conseguir más usuarios dispuestos a pagar por la nutrida despensa de melodías de estas plataformas. Una batalla que Spotify, en concreto, se ha tomado muy en serio. Aunque es la plataforma líder del sector, encadena varios años de pérdidas. Un millón y medio de españoles están abonados a algún servicio de música de pago como Spotify.

En concreto, la música en soporte digital (en «streaming» y descargas) ha generado 152,4 millones de euros en España en 2017, frente a los 79,2 millones procedentes de formatos físicos (CD y vinilos). Éstos son los datos que desprende el Global Music Report (Informe Global de la Música) del año pasado, una radiografía del panorama musical que habla claro: los formatos digitales copan el 65 por ciento del sector y son su principal fuente de ingresos.

En términos globales, los ritmos en línea han generado casi cinco mil millones de euros el año pasado. Pagar por música en línea comienza a ser algo natural, según los expertos. Apuntan a un cambio de mentalidad y una ruptura con los hábitos anteriores. Ejemplo de ello es la forma en la que se consume música hoy en día: móvil en mano y a través de plataformas como Spotify o Apple Music. Una encuesta de la Oficina de la Propiedad Intelectual de la Unión Europea (EUIPO) pone cifras a esta nueva realidad: uno de cada cuatro europeos paga por contenidos de fuentes legales para consumir música, cine o series. Entre los jóvenes, asciende a cuatro de cada diez.

A pesar de la contundencia de las cifras, las plataformas de música en línea no terminan de ser rentables. Aunque Spotify es líder en el sector, no le salen las cuentas. Las pérdidas de la compañía alcanzaron 318 millones de euros en 2017. Cuenta con más de 170 millones de usuarios en todo el mundo, pero menos de la mitad (unos 71 millones de usuarios) pagan por escuchar música en la plataforma. Su principal rival, Apple Music, maneja cifras más modestas (cuenta con 36 millones de usuarios de pago), pero crece a un ritmo superior que su rival, según varios informes.

El modelo gratuito de Spotify -la única versión sin coste de este tipo de aplicaciones- lo ha llevado a encadenar varios años de pérdidas. La firma no termina de ser rentable.

Sin embargo, el viento podría soplar ahora a favor de la firma de origen sueco fundada por Martin Lorentzon y Daniel Ek, hoy directores de la compañía. Este año esperan que sus ingresos crezcan un 30 por ciento. La compañía salió a Bolsa a principios del mes de abril con un modelo rompedor. Saltó a Wall Street, sin pasar por los parqués europeos, y eligió un modelo de cotización directa (los dueños ofrecen parte de sus acciones y éstas se compran directamente en el mercado).

La maniobra no le salió mal y cerró la jornada con un 12 por ciento de ganancias, que situaron el valor de acción de la empresa en 149 dólares. La estrategia de Spotify pasa ahora por lograr la rentabilidad a través de su modelo premium (con una cuota de 9,99 euros al mes). Al estilo Netflix. Para conseguir más suscriptores, la firma empieza por cuidar a los usuarios que no pagan, la mayoría.

La principal novedad de la nueva modalidad gratuita es la elección de canciones. Hasta el momento, los usuarios del modelo «free» tenían que ceñirse al «modo aleatorio»; ahora podrán elegir canción. También dispondrán de «playlists» (listas de reproducción) personalizadas. El algoritmo de Spotify generará 15 listas nuevas cada día con más de 40 horas de música. Por último, la comunidad gratuita de Spotify no podrá descargar canciones para escucharlas sin conexión a internet, pero, a cambio, la aplicación gastará menos datos móviles, según asegura la compañía. En concreto, se reduce el consumo de megas un 75 por ciento.

Más allá de la guerra por conseguir suscriptores, Spotify tiene otro frente importante que solucionar: el descontento de las discográficas. La compañía recibió el año pasado una demanda millonaria por parte de Wixen Music Publishing por usar miles de canciones de artistas como Tom Petty o The Doors sin pagar una compensación a la discográfica. Esto no es la única disputa legal de la firma sueca. La cantante estadounidense Taylor Swift ha sido una de las más críticas con la plataforma. En 2014 retiró toda la música de Spotify porque no quería vender su arte gratis, pero tres años después regresó con la celebración de sus 10 millones de álbumes vendidos como excusa. «Taylor quiere dar las gracias a sus fans haciendo que su catálogo esté de nuevo disponible en todos los servicios de streaming» rezaba el comunicado de la discográfica.

El «streaming» de los artistas

Los artistas saben que no pueden dar la espalda a plataformas como Spotify. Es por eso que muchos han decidido montar su propio servicio de música en streaming. Así nació Tidal en 2014. Músicos como Beyoncé, Coldplay, Rihanna y Madonna unieron sus fuerzas en esta plataforma que acaba de dar el salto al mercado español. Tidal procuró no hacer lo que critica. Por eso su servicio no es gratuito. La suscripción mensual cuesta 8,99 euros y una versión Hifi (de mayor calidad) alcanza los 17,99 euros. Es un servicio de pago, pero con matices.

Tidal entra en España de la mano de Vodafone y los clientes de la compañía telefónica tienen de uno a dos años gratis de acceso a esta plataforma. Entrar en los «packs» de las telefónicas ha sido un movimiento inteligente por parte de este servicio que ya cuenta con tres millones de usuarios en todo el mundo. La ausencia de publicidad y la emisión de actuaciones en directo son otras de las bazas con la que juega Tidal para ganar terreno en nuestro país.