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Ojo a Fortes

Ojo a Fortes

La primera semana de san Isidro deja jugosos titulares y dos protagonistas: Fortes y Román. El malagueño dictó una lección de raza y torería que ha puesto de acuerdo a todo el mundo menos al usía del festejo, que le negó la merecida oreja. Más allá de la cerrazón presidencial, la actuación del joven diestro ha concitado el interés del aficionado. Además de un valor descomunal, atesora un concepto puro que desarrolla cada vez con mayor destreza pero con la misma verdad con que empezó su carrera de matador de toros. La actuación ante el sexto de Pedraza de Yeltes es el nuevo metro de platino iridiado con que se medirá a todos los toreros que actúen en Las Ventas, sean o no conscientes de ello. No tanto por exposición y tragaderas, que también; sobre todo por la actitud consciente del que sabe que se está jugando la vida a carta cabal y continúa toreando con la misma intensidad y sin darse coba, independientemente del material que tiene delante. A ver quién es el valiente que se atreve ahora a tapar sus carencias con el socorrido argumento de que el toro no ha servido (ya les digo que lo harán muchos). A ver quién es el guapo que jura en arameo contra el presidente ante el tribunal de la opinión pública cuando le niegue un trofeo incontestable (otro tanto de lo mismo).

La actitud de Fortes dentro y fuera del ruedo deja al descubierto tanto las medias verdades de sus compañeros como la autocomplacencia destructiva de un sistema que premia la mediocridad en vez del talento, que prefiere toreros sumisos a matadores de rompe y rasga que dignifican tarde a tarde el oficio más bello del mundo. No busquen a don Saúl en los carteles que restan de feria. No lo encontrarán. Así está esto.

Otra de las buenas noticias del primer tramo del abono isidril es la vuelta de Román al torrente circulatorio de la temporada. Después de las cornadas de Valencia y Sevilla, el torero de Benimaclet firmó una buena actuación ante «Hechizo», el mejor toro de la corrida de Fuenteymbro, al que lució con emotividad en una lidia vibrante que fue de menos a más y en la que demostró que los percances no han hecho mella en su ánimo de triunfo. Volvió Román a jugar sus cartas sin trampa ni cartón, luciendo al toro en los medios, trayéndoselo de largo y dejando su sello en emocionantes series que captaron el interés de la parroquia madrileña. Cosa importante ésta que no conviene pasar por alto cuando, afortunadamente, el valenciano tiene todavía dos actuaciones más en la feria: el próximo jueves ante los toros de Juan Pedro Domecq y la traca final con los miura, el domingo 3 de junio. Se le espera con interés.

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