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Festejos taurinos

Cuba II y Ombú, honor a la bravura

Los dos animales tuvieron unas hechuras extraordinarias y sacaron las mayores virtudes de sus reatas en Madrid

Cuba II y Ombú, honor a la bravura

n «San Isidro es el mejor escenario del mundo para lidiar un gran toro», manifiesta José Juan Fraile a Levante-EMV, ganadero del Puerto de San Lorenzo que el pasado martes lidió a «Cuba II» como segundo de la tarde. Un toro bajo, acapachado de pitones y astifino que salió frío, empujó en el tercio de varas, apretó en banderillas y respondió por ambos pitones en la muleta de Paco Ureña.

El criador salmantino afirma que Cuba II «fue un gran toro porque aunó virtudes como la fijeza, prontitud, galope y transmisión. Empujó la muleta hasta el final con entrega y humillación». José J. Fraile explica que las características que demostró el toro son fruto de «la bravura, esa forma de responder incansablemente al sometimiento del torero». Su padre es un semental nuevo, de nombre «Cigarrero», número 76, que volverá a llevar a sus hijos a la Feria de Otoño, Salamanca o Saint-Sever (Francia).

El ejemplar del Puerto de San Lorenzo pertenece a la familia de Los Cubanos, en la línea Lisardo: «Esos productos son acucharados de cuerna, anchos de cabos y de pelo rizado y basto, además, son menos abantos de salida. El toro de Atanasio, por el contrario, es más fino, más lavado de cara y más frío de inicio», aclara el criador. «Nos llena de orgullo poder triunfar con el encaste Atanasio Fernández-Lisardo Sánchez, unos toros de procedencia distinta a la que se impone actualmente en las ferias», sentencia Fraile.

«Ombú», de Juan Pedro Domecq, ha sido el otro toro importante en lo que llevamos de ciclo. Un cinqueño jabonero de buenas hechuras que salió como tercero de la tarde del jueves. Repitió en el capote, se dejó pegar en varas después de arrancarse con prontitud en los dos puyazos y mantuvo su buena condición en la muleta de Luis David Adame. El joven hidrocálido supo entenderlo para cortarle una oreja merecida.

«Es el toro más completo que he lidiado en Las Ventas porque sus virtudes son muy difíciles de encontrar. La bravura es esa capacidad de lucha de principio a fin de la lidia y la clase es esa embestida humillada con la voluntad de coger la muleta. La condición de ´Ombú´ fue una amalgama entre la bravura y la clase porque tuvo humillación, poder, transmisión y profundidad. Se empleó hasta el final del muletazo y tuvo duración», explica Juan Pedro Domecq a este periódico.

Su destino era Madrid por la preciosa morfología que traía el animal pero el ganadero tuvo que «evitar que se lidiase en Málaga y Zaragoza el año pasado porque todos lo querían en su corrida», revela. «Arrempuja», número 177, es el padre de «Ombú», «el semental más contrastado que tengo en la ganadería» y pertenece a la reata de «las Serpientes», cuya característica es «un ritmo especial en su embestida». Juan Pedro Domecq recuerda a una hermana de «Ombú», de nombre «Vívora», que fue «extraordinaria por la cadencia con la que cogía la muleta. La tentó Enrique Ponce y tengo su faena grabada. Todas las becerras de esa familia tienen un 9 o 10 de nota en la muleta». Sus hermanos ya están colocados en plazas como Alicante, Córdoba, Logroño, Málaga y Ronda.

Sobre la actuación de Luis David, el ganadero argumenta que «estar a la altura de un toro así en la segunda corrida que torea en Las Ventas dice mucho del potencial que tiene. Creo que si la espada cae mejor, corta las dos orejas». La bravura trae el honor de dejar la huella del recuerdo.

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