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Ser y querer ser

Se es o se quiere ser figura del toreo. Entre estas dos opciones se debate todo el escalafón de matadores. Quienes son y quienes aspiran a ser gente en esta bendita locura del toreo. Una situación que se perpetúa a lo largo de la temporada en un juego de ganadores y perdedores en el que no caben las medias tintas, la sutileza de una hipotética escala de grises. Blanco o negro. La bolsa de cotización de valores taurinos alcanza su máximo apogeo con la celebración de la isidrada. De Madrid sales catapultado o sepultado, según te vaya la feria. Puedes rozar la gloria o morder el polvo. Nada escapa al escrutinio del senado taurino de la villa y corte.

De momento, tres son los valores que cotizan al alza en esta edición: Fortes, Talavante y Luis David Adame. Del primero ya hablamos la semana pasada. Los dos últimos han escrito su nombre en el palmarés de la feria estos últimos días. Alejandro Talavante es figura del toreo y así ha quedado acreditado tras su primera actuación en el abono el pasado miércoles 16 de mayo. Irregular y un punto indolente en el primer tramo de la temporada, el diestro extremeño desató una tormenta perfecta de buen toreo. Una lluvia torrencial que acabó inundándolo todo. Ante el primer Cuvillo de su lote, un ejemplar encastado al que había que someter, avanzó como si portara el rayo de Zeus en la mano y le recetó una tanda de muletazos genuflexos que ahormaron su embestida. A partir de ahí, la cornucopia en versión taurina: todo el repertorio de un artista en sazón que, pese a no guardarse nada, no dio la sensación de abigarramiento. Todo cuanto hizo tuvo la medida y proporción exactas del que lleva un metrónomo en la cabeza. Especialmente significativas fueron sus tandas de ocho muletazos ligados, su toreo a pies juntos y los cambios de mano. De la chistera de este particular mago brotaron también los naturales -inmortales- los molinetes y los pases de pecho como joyas engarzadas a una corona de la mejor orfebrería.

El sexto y último de la tarde, un punto engallado tras derribar al piquero y arrear en banderillas, quiso poner en aprietos al matador. Un espejismo. Fue irse a los medios el torero con el toro y se acabó el desafío en la primera tanda. Una faena de series obligadas que sorprendieron al de Núñez del Cuvillo, que transmutó su condición de león por la de cordero. Lástima que la espada no entrará al primer intento porque la faena era de dos orejas. Talavante se tuvo que conformar con la que había cortado en el tercero. Despojos aparte, su actuación ha supuesto otro hito en su historia particular con la mejor plaza del mundo y deja el pabellón bien alto a la espera de su próxima comparecencia el miércoles 23 de mayo junto a Perera y Roca Rey, en la corrida de Victoriano del Río.

Luis David Adame quiere ser figura del toreo y ha presentado sus credenciales en su segunda actuación como matador de toros en el coso venteño. A sus manos fue a parar el mejor ejemplar del encierro de Juan Pedro Domecq, un jabonero de inconfundible pinta veragüeña que respondía al nombre de «Ombú». No era fácil estar a la altura de la calidad del cinqueño y el diestro hidrocálido le compuso una faena ajustada a su entrega, con una seguridad impropia de un chaval de veinte años. No puso la plaza del revés, pero el respetable estuvo con él toda la tarde, desde la buena obra que hubiera sido premiada con dos en vez de con una oreja si el toro llega a rodar antes, hasta que dobló el sexto. Otro joven coletudo que ingresa en la lista de aspirantes a ingresar en el Olimpo de los dioses.

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