P A menudo recuerda que fue mientras estaba estudiando en los Estados Unidos, donde se dio cuenta de su mitad africana.
R La ideología asimilacionista de la República Francesa no alienta ni promueve lo que se considera «extranjero» y ha barrido las cuestiones etnoraciales que se consideran amenazantes para la cohesión nacional. Como joven francés fui el producto de una socialización francesa de la que solo tomé distancia cuando estudiaba y vivía en los Estados Unidos.
P Estados Unidos es probablemente el país donde se han estudiado la mayoría de las cuestiones raciales, desde un punto de vista académico y de activismo, pero también es un lugar de extrema violencia racista.
R En Estados Unidos, la violencia racista es producto de 400 años de esclavitud, segregación y diversas formas de violencia. Esta historia no se puede borrar mágicamente. A pesar de movimientos políticos como el movimiento por los derechos civiles, el activismo actual y la investigación académica, todavía hay poderosas fuerzas reaccionarias. Trump está cerca de los grupos de supremacía blanca que aplaudieron su elección en 2016. Tras la violencia mortal en Charlottesville en julio de 2017, se negó a condenar a los grupos supremacistas blancos y nazis.
P Francia ha sido reacio a asumir su pasado colonial. La presencia de hombres y mujeres de origen árabe y africano, por ejemplo, no es frecuente en los sectores donde se ejerce el poder. ¿Qué se puede hacer para cambiar esta inmovilidad?
R Queda mucho por hacer. Primero, las desigualdades y la discriminación deben ser priorizadas en la agenda política. Los políticos franceses pueden fingir, pero no invierten su energía ni su capital político en estos temas. Las minorías deben organizarse para aumentar su influencia en política. En segundo lugar, las políticas de acción afirmativa deberían experimentarse a gran escala.
P El republicanismo frente al comunismo de identidad, ¿siguen siendo dos posiciones ideológicas que influyen en Francia?
R Es esencial ir más allá del clásico republicanismo francés para que las muchas formas en que se puede ser francés sean plenamente aceptadas. La sociedad francesa está menos amenazada por el «comunitarismo», ya que está amenazada por la segregación y las discriminaciones urbanas. Por lo tanto, la organización de las minorías debe verse en un sentido pragmático, como una defensa propia contra algunos de los tipos de injusticia racial más gravosa, con el objetivo final de desracializar a la sociedad francesa, para que el color de la piel no importe más que el color de ojos o color de cabello.
P ¿Es imaginable una Europa antirracista, feminista y no colonial en un contexto político como el actual?
R Obviamente, es difícil, dado el clima político en Europa y el surgimiento de organizaciones xenófobas, populistas y de extrema derecha. Pero creo que la izquierda, en Francia, en España y en otros lugares, no se reconstruirá sin incorporar la energía y las demandas de los no blancos, las mujeres, los LGBT,...
