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Crítica de música

Músicas del exilio

Obras de Prokofiev, Rachmaninov, Stravinsky y Shostakovich

Sociedad Filarmónica de Valencia.

palau de la música (valencia)

Intérprete: Quantum Ensemble (D. Ballesteros y L.M. Suárez, violines; A. Salas, viola; A.L. Quintana, cello; C. Barrios, clarinete y M. Huarte, piano)

Con un repertorio ruso-soviético, se presentó en la SFV el Quantum Ensemble, un grupo de cámara que destaca por sus programas tramados con imaginación e ingenio. Bajo el epígrafe de «La revolución rusa», reunieron a 4 creadores fundamentales en el siglo XX, los cuales, vivieron experiencias del éxodo en Suiza, Francia o EE UU. La revolución bolchevique marcó un antes y un después en el arte ruso y la música sufriría sus consecuencias. De ahí, el atractivo del concierto sobre el papel y que sólo con la excelencia instrumental del QE, los socios filarmónicos pudieron escuchar un programa impecable. Abrió la sesión la «Obertura sobre temas hebreos op.34», una obra de encargo de Prokofiev -escrita en Nueva York-, que permitió admirar la sólida interrelación del grupo. Destacó el vibrante y danzante clarinete de Barrios, siempre arropado por el sonido proporcionado del brillante cuarteto y una decidida y muy clara aportación del piano de Huarte.

El «Trío elegíaco nº 1», de Rachmaninov, para violín, cello y piano, es obra de juventud escrita en la Rusia zarista. Con los colores inconfundibles de Rachmaninov en la solemne introducción del teclado, el sonido profundo y decidido del cello de Quintana junto al violín incisivo de Ballesteros, completó la entrega de una obra que ya anuncia la grandeza de su autor. Fue durante su exilio de Laussane en 1917, que Stravinsky compuso «L´histoire du soldat». Allí fue estrenada, entre otros, por nuestro José Iturbi y por el violinista oscense José Porta, quienes después la estrenarían en París y en Londres. De las dos suites realizadas por el autor, el QE ofreció la reunida en 1919, que incluye 5 números por clarinete, violín y piano. Es música ingeniosa, lúdica, rebosante de imágenes que a buen seguro chocaría al público de la Belle Èpoque, con el oído poco dado a nuevas propuestas. Barrios, Ballesteros y Huarte sorprendieron por la claridad textual y lo determinado de su ejecución tan nítida como magnética. Shostakovich tuvo una relación de amor-odio con el régimen soviético. Escribió su «Quinteto Op. 57» en 1940: música densa y congruente en su desarrollo dinámico. Especial resultó en Scherzo-vals así como la emoción latente del Intermezzo. Junto a Suárez y Salas, una verdadera lección del conjunto.

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