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Arturo Valls: "Hay que dejar de hacer ciertos chistes no por censura, sino porque la sociedad ha evolucionado"

El actor valenciano acaba en la cárcel por una desafortunada broma en la divertida comedia estrenada ayer por Atresplayer Premium «Dos años y un día»

Arturo Valls, en primer término, junto al resto de actores de «Dos años y un día». | ATRESMEDIA

Arturo Valls es todo un experto en el humor, así que cuando le propusieron protagonizar la serie «Dos años y un día», que saca punta del debate sobre los límites de la comedia, no dudó en aceptar e incluso se lanzó a producirla.

Además, el papel de la divertida ficción que estrenó ayer domingo 3 de julio la plataforma Atresplayer Premium está hecho prácticamente a su medida. Interpreta a un famoso actor y presentador de concursos que, tras un desafortunado chiste en el pregón de unas fiestas de pueblo, acaba en la cárcel, condenado por un delito de ofensas religiosas.

La trama le ofrece la oportunidad de hacer autoparodia a través de un personaje que ha alcanzado la cima del éxito gracias a la tele y ahora está en horas bajas. «Venía de hacer la película de Camera café y me apetecía moverme en otro registro, explorar la crisis y el agobio permanente de alguien al que han privado de su libertad», comenta el maestro de ceremonias de Mask singer.

De paso, la serie creada y escrita por Raúl Navarro, Miguel Esteban, Sergio Sarriá y Luismi Pérez le permite quitarle brillo al mundo de los vips: «Hablamos de nuestro medio, de esos problemas que puede tener el mundo de la fama, de la interpretación y de la televisión», añade Valls.

La premisa de la que parte «Dos años y un día» es ficción, pero recuerda a casos similares acaecidos en España, como las denuncias contra el cómico David Suárez y el actor Willy Toledo. Incluso el protagonista se lleva un tortazo de un desconocido en mitad de la calle, como el gran momentazo de la última gala de los Oscar, aunque Valls insista en que es una escena que grabaron antes del bofetón de Will Smith a Chris Rock. Algo que preocupa al presentador y actor, que defiende que «nadie debería ir a la cárcel por hacer un chiste ni utilizar la violencia». «Hay chistes que pueden ofender, pero es una ofensa pasajera. Lo que hay que hacer es pedir perdón y continuar, porque en la vida hay problemas mucho más dolorosos», recalca el presentador.

Lo que sí que cree es que «hay que dejar de hacer según qué tipo de chistes ya no por censura sino porque no son graciosos, porque la sociedad ha evolucionado y nosotro tenemos que evolucionar con ella». Por eso destaca la importancia del «contexto, de la situación y del pacto que has hecho con tu interlocutor» a la hora de poner límites a la comedia.

Aunque el punto de partida de «Dos años y un día» aborda el debate sobre los límites del humor, Valls incide en que luego la comedia va por otros derroteros. Los que vive su personaje en medio de una cárcel con un personal bastante disparatado. Deberá arreglárselas con una directora con innovadoras y estrambóticas ideas (Adriana Torrebejano), que se atreve a colocar un jardín zen en la celda de castigo para ayudar a la reinserción de los presos; un compañero de lo más peculiar obsesionado con evitar que el recién llegado se suicide (Javier Botet), y otro reo que se la tiene jurada por haberse reído de la Virgen (Michael John Treanor).

Amaia Salamanca, Fernando Gil, Manuel Galiana, Santi Ugalde, Paco Churruca, Nene y Jorge Rueda completan el reparto de esta serie de seis episodios de solo media hora. Pero con posibilidades de rodar más capítulos, en función del resultado. «Si hay segunda temporada se podrá dar rienda suelta a la comedia después de haber situado ya al espectador», recalca el actor valenciano.

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