Alfons Garcia, Valencia

Un pequeño espacio, oscuro y recogido, junto a la entrada del Octubre Centre de Cultura Contemporània, guarda la reliquia profana de Lucrecia Borja en su primera estancia en Valencia (y en España) en 500 años. No son los restos de una santa; sólo los de una amante. Son unos cabellos rubios, encerrados en una custodia de malaquita y pedrería adornada con la imagen de dos toros, emblema de la histórica familia valenciana, que dominó el Vaticano durante la segunda mitad del siglo XV. El mechón fue la respuesta de la hija del Papa Alejandro VI al ruego del escritor veneciano Pietro Bembo: «Querría enrollarme con sus cabellos», le escribió el humanista, con el que mantuvo una relación de amor más o menos platónica entre 1503 y 1505. Y ella, esposa del duque de Ferrara, le regaló un bucle de su cabellera.

Las nueve cartas que Lucrecia envió a Bembo (la primera es original; el resto, de la transcripción realizada en el siglo XIX) completan la pequeña muestra, prólogo de la apertura de los fondos del Archivo Secreto Vaticano sobre la famosa familia y del II Simposi Internacional sobre els Borja, actos que se celebrarán la próxima semana en Valencia y Gandia.

«Hace tiempo que nos hacía ilusión poner a disposición de los valencianos un mito como este», dijo ayer el editor y responsable del Institut Internacional d$27Estudis Borgians, Eliseu Climent. Es la segunda ocasión en las últimas décadas que la reliquia abandona la Biblioteca Ambrosiana de Milán, donde es un curioso objeto de culto romántico. El gerente del Octubre, Emili Payá, explicó que fue en una de esas salidas (en Fráncfort, en concreto; la otra fue a Munich) donde descubrieron la pieza.

Como la historia de la familia, la del mechón de Lucrecia esconde episodios de misterio y mito. Lord Byron (1788-1824), que se sentía muy atraído por la figura de la dama valenciana por las similitudes con su vida -sobre ambos recae la sospecha del incesto-, rompió la custodia y robó algunos cabellos. Dice la leyenda que estos perdieron el dorado y marchitaron pronto.

D$27Annunzio, arrodillado

Payá contó ayer que el poeta decadentista italiano Gabriele d$27Annunzio (1863-1938) hincaba sus rodillas ante la custodia cada vez que visitaba la Ambrosiana.

Las cartas (siete en italiano y dos en español) destapan el lado íntimo de la legendaria dama, que al final de su relación con Bembo usó un código cifrado (ff) para no ser descubierta. No es una exageración. Las últimas investigaciones realizadas en Mantua han sacado a la luz que Lucrecia fue objeto de espionaje. Para el historiador Santiago La Parra, sin embargo, las razones eran más personales que políticas.

«Aunque fue enterrada con hábito no fue una santa, pero tampoco mató», sentenció el experto sobre la leyenda negra en torno a Lucrecia. Sobre todo, dijo, fue una víctima de la política de su padre, «que casó y descasó a sus hijos según le interesara». «Alejandro VI es el paradigma del Papa político, el Papa del Renacimiento», añadió. La muestra, que estará abierta hasta el 2 de diciembre, ayuda así a recuperar también «una familia extraordinaria que durante demasiado tiempo no hemos sabido reivindicar», sentenció. Como muestra, en los 500 años posteriores sólo ha habido otros dos pontífices no italianos.