Ricardo Rodríguez, Valencia

-¿Qué supone para usted esta adaptación de "Orlando"?

-Este espectáculo es la culminación de un estilo que abarca varios espectáculos, concebidos junto a varios colaboradores. La idea principal es respetar el tipo de belleza que aporta Händel pero dándole al mismo tiempo una óptica moderna. Experimentamos mucho con cambios de decorados muy fluidos y también mostrar el lado más metafísico de las cosas, junto a los decorados. Y todo con una dirección de actores moderna.

-Se tiende a asociar lo barroco con lo excesivo, lo recargado ¿Siempre es así?

-No es recargado ni excesivo. Usamos algo de arquitectura del siglo XVIII, pero de una manera simple. Yo asocio con lo barroco el uso de decoraciones para escenificar, y eso sí lo hemos aprovechado. Queremos que todo, desde el escenario hasta la música, signifique algo. Pero a la larga la ópera es un entretenimiento, algo espectacular.

-El autor, Händel, sigue siendo más conocido por su música religiosa que por sus óperas, pese a haber hecho muchas. ¿A qué se debe?

-En España sí, pero el resto del mundo lo descubrió hace tiempo. Händel es un autor espectacular, con unas óperas muy bien construidas, muy musicales y que son una gozada para los cantantes. Las óperas de Händel son como obras de Shakespeare, y además creo que son más cercanas al público de hoy en día. También la música barroca, su ritmo, se acerca más a la actual música popular.

-El Palau de les Arts, con su inmenso escenario ¿ha influído a la hora de afrontar el proyecto?

-Es un espectáculo comprado, por lo que ya estaba hecho. A mí me gusta más crear espectáculos para un espacio determinado, porque es lo bonito del teatro. Me encantan los espectáculos en sitios que no son teatros, como la Alhambra, por ejemplo. Cuando es un alquiler o una gira, no tienes esa libertad.

-En ese sentido, tiene pendientes algunos espectáculos más en el Palau de les Arts...

-Tengo pensado uno para el Auditorio. En ese caso sí que es un reto porque no es un espacio pensado para el teatro. Hasta para conciertos me parece que no está bien concebido. Como sala de espectáculos, le falta de todo. Todas las decisiones que se han tomado en él son estéticas, y el señor Calatrava ha aportado más por lo arquitectónico que por lo útil. Debería haber existido un equilibrio entre ambos, porque es como tener una casa sin un sitio para dormir.

-Los directores musicales critican que muchos montajes acaban supeditados al director de escena. Y viceversa. ¿Quién tiene razón?

-Esa no es la pregunta. Más bien habría que preguntarse por qué existe ese enfrentamiento entre directores de escena y músicos. Ninguno es más importante que el otro, pero creo que existen problemas por dos razones, que nunca nadie menciona. La primera es que los directores de las compañías casi nunca se preguntan si las personas que están contratando se van a entender entre ellos. No siempre existe química entre las personas, por más calidad que tengan unos y otros. En el teatro eso no pasa. El director elige con quien trabaja, porque tiene claro lo que quiere. Habría que juntar a personas que se llevaran bien, que quisieran trabajar juntas. Y la otra razón es que a los directores musicales no les suele interesar el teatro. La mayoría, o no van nunca, o una vez al año. En cambio se nos critica mucho a los directores de escena de no conocer música, pero la mayoría somos o hemos sido músicos. Hay directores de orquesta que ni se han leído el libreto, ni miran al escenario... Afortunadamente, existen otros que quieren colaborar, que muestran interés. Y es en esos momentos cuando ocurre algo excepcional, cuando se crea algo verdaderamente especial.