Aunque la entrada para estudiantes cuesta 21 euros -11 menos que la general- desde las doce de la mañana, los pabellones 12 y 14 han sido tomados por numerosos grupos de jóvenes, de entre 15 y 18 años, que "armados" con cámaras, vídeos o teléfonos, han recorrido los stands -hay 295- sin cesar de captar imágenes de todo lo que veían, incluidos ellos mismos en toda clase de posturas.

Luego, a la hora de la comida, muchos han abarrotado el self-service pero también decenas de ellos se han sentado en el suelo, en las zonas de la entrada que no ocupan los stands, e incluso se han recostado en sus paredes mientras sacaban de sus bolsas -las mochilas no están permitidas- bocadillos de generosas proporciones.

Éste es el primer año que Arco no ofrece a sus visitantes áreas de descanso -los "chill out" ya desaparecieron el año pasado- y no hay un solo banco en el que sentarse.

Quizá por eso, las dos camas desde las que se puede ver en la galería Franco Suffianti los vídeos de Patty Chang no estuvieron un solo momento desocupadas.

Esa galería está en la planta superior, donde la norteamericana CRG expone la obra de Tanico Lamos, una instalación con esculturas de palomas en el suelo y tres cuadros con marco hecho con pan.

Desde hoy sus paredes exhiben además todo tipo de pintadas, con mensajes más o menos originales e incluso intentos de dibujo, hechos con trozos de carbón que les proporciona la propia galerista.

"¿Y no hay más de estos?" se preguntaba Lucía al terminar de poner su impronta subida en los hombros de su "colega" Gorka.

Algo más hay, porque en la valla "artística" que cierra la galería Bartolami de Nueva York, los barrotes ya exhiben unas cuantas "firmas" con rotulador que ayer no estaban.

Los más osados se han apropiado también de los carteles que acompañan desde el suelo la instalación de un tanque en la galería Nogueras Blanchard en los que puede leerse "por su seguridad" y "chicle sin azúcar".

Entre madres con bebés muy pequeños, parejas "anónimas" vestidas con trajes clónicos, "freaks" con casco de obrero con vídeo incorporado, o el propio ministro de Sanidad, Bernat Soria, destacaban también los componentes de los grupos de las primeras visitas guiadas gratuitas, y para todos los públicos, que permite Arco en sus 27 años de historia.

Es una iniciativa promovida por la Obra Social de Caja Madrid, de la que se informa cuando se compra la entrada y que se puede reservar acudiendo a su stand, en la planta superior del pabellón 14.

Cada dos horas, aproximadamente, salen cuatro grupos de 30 personas, guiados por especialistas a los que se escucha a través de receptores, y durante una hora y media enseñan "lo que hay que ver", que no siempre coincide con el "arte-espectáculo" que tanto recogen los medios, según ha explicado a Efe Ana Casanova, de la empresa Arts Exclusive, a la que la entidad bancaria ha encargado la iniciativa.

Las salas, según Casanova, están "encantadas" y creen que la iniciativa va a ser un éxito, porque "más gente atrae a más gente", aunque en algunos momentos la entrada del grupo en masa provoca miradas preocupadas de los galeristas, temerosos por la integridad de lo expuesto en el suelo.

"¿Y esto dónde lo pones?" le preguntaba una de las primeras usuarias de este servicio a la guía, en referencia a la instalación de gatos muertos y "chirriantes" de Jan Fabre.

"El arte ya no está ligado a la belleza sino a la provocación.

Son obras que suelen comprar los museos o instituciones", le respondía la guía, a lo que ella replicaba que si "eso" lo viera ella en un sitio ya sería suficiente razón para no entrar.