En épocas de escasez, un raquítico empate a domicilio sabe a gloria. Es el caso de ayer: a la vista de las circustancias que rodeaban el partido, el resultado puede valer. Pero no nos engañemos: el Valencia ofreció la misma fisonomía de los últimos tiempos. Eso sí, el equipo se da un respiro para rearmarse anímicamente. El club jugaba en Kiev un match-ball en contra y los jugadores, de momento, se lo han salvado. El resto sigue igual, incluida la lesión de turno que esta vez, tratándose del portero y con los cambios agotados, convirtió en dramáticos los minutos finales. Pero, últimamente, el VCF camina sobre el alambre y convive con la tragedia. Que se masca...