L a reapertura del trinquet de Borriana, prevista para mañana, tras la reforma municipal, es una noticia que llena de satisfacción. Durante los años setenta, ochenta y noventa del siglo XX, tuvo gran prestigio a nivel profesional, merced a las cualidades del trinqueter Baptiste Viñes, que supo como nadie en aquella época animar las apuestas, algo vital para este espectáculo . Su particular visión de la idiosincrasia del travessador le permitía que se hiciera la postura, incluso, en las condiciones más inverosímiles. Y era tal su gracejo a la hora de "marxar" que verle hacerlo ya era todo un espectáculo. En consecuencia, las partidas de Borriana tenían un sabor especial que los aficionados y los pelotaris sabían reconocer. Además, por las condiciones de la cancha, el juego se hacía muy laborioso, pues el quince se tenía que ganar por el interior de la cancha, dado que las galerías también devolvían la mayoría de pelotas. Era un trinquet ideal para el perfil de Rovellet, Xatet II o Vicentico, por ejemplo, y en el que los jugadores de potencia lo tenían más complicado. A la memoria me vienen, a guisa de ejemplo, los dos desafíos en los que Suret I, Xatet II y Gómez vencieron a Eusebio con Vicentico y el Roget de Riola, respectivamente, y en los que un aficionado, llamado Rafael -que era el mecenas-, sacaba al estilo de " les llargues". Eusebio, gran figura, tuvo que claudicar ante un trío que lo bordó y fueron dos jornadas apoteósicas de juego y apuestas que siempre se recuerdan. El prestigio que tenía su cancha se debía, principalmente, a su "trinqueter", por lo que el ayuntamiento haría bien en redondear su iniciativa, otorgando el nombre de este trinquet a Baptiste Viñes, que bien merecido lo tiene.