José Luis García/Felip Bens

Valencia

Hace ahora un siglo, concretamente el lunes 6 de enero de 1909, un joven de 16 años de El Cabanyal llamado José Ballester Gozalvo se desplazaba hasta el Gobierno Civil de Valencia para dar carta de naturaleza al club que en los últimos cien años ha ilusionado y desvelado a miles de valencianos: el Llevant. Pese a la escasa repercusión que tenía el fútbol en los medios de comunicación de la época, algunos diarios como El Pueblo dieron cuenta de la noticia: «La sociedad Levante Foot-ball Club ha sido legalmente constituida, formando la junta directiva los señores siguientes: Presidente. D. José Ballester; vicepresidente, D. Rafael Peset; secretario, D. Francisco Hurtado; vice-secretario-contador, D. Gerardo Morales; tesorero, D. Antonio Cardona; vocales: D. Enrique Ballester, D. Mariano Valiente, don Julián Platón y D. José Marco».

Arrancaba así un siglo de proyectos compartidos para los levantinistas; un siglo de vaivenes que incluso llevó a este equipo a unir su camino tras la Guerra con la otra parte del alma levantina, el Gimnàstic; un punto de partida, el 6 de septiembre de 1909, del que estos días se celebra el primer centenario.

Aquella efeméride, punto de partida oficial de la historia del club granota, era la culminación de varios años de gestación. Porque el Llevant FC de 1909 ya existía desde el año 1907 con el nombre de FC Cabanyal. Eran el mismo club. El propio José Ballester, pero también los Mariano Valiente o Gerardo Morales, dirigentes de este Llevant FC, habían desarrollado un papel clave en el FC Cabanyal, tal como demuestran las referencias de prensa de la época. Más que fundarse, en septiembre de 1909 el Llevant FC se reinscribió con su nombre definitivo, un requisito legal para formar parte de la primera Federación Valenciana de Fútbol.

Una familia de educadores

La familia Ballester Gozalvo ejerció un papel capital en el nacimiento del Llevant FC, pero también en la gestación del fútbol valentino. Pepe y su hermano Víctor Ballester, según explican los hijos de este último, «redactaron los estatutos del Llevant FC en 1907 y 1909 y los de la Federación Valenciana», que este 2009 también celebra su centenario. Formaba José Ballester, junto a su hermano Víctor y todos los hijos del maestro Vicent Ballester Fandos, una saga de hombres y mujeres cultivados, formados al calor del «mestre Viçantico» en su escuela de El Cabanyal. Diecisiete hermanos en total, de los que trece superaron la niñez, dedicados casi en exclusiva a la pasión familiar: la enseñanza, libre y abierta.

Precisamente Víctor Ballester, dos años menor que José, fue otro de los personajes claves del fútbol de aquellos años. Durante toda una década, hasta los años veinte, Víctor jugó y arbitró, una autoridad en aquel fútbol absolutamente amateur que daba sus primeros pasos en la ciudad, hasta el punto de ser considerado como uno de los «propulsores del foot-ball valenciano» por los especialistas de la época.

Y como paisaje de fondo, La Plageta, el descampado donde los niños del colegio Ballester Fandos jugaban a fútbol muy cerca de Las Arenas durante los recreos. Aquella Plageta y aquella escuela se convirtieron en la «academia de fútbol» para cientos de niños; el lugar donde años antes los marineros ingleses habían comenzado a jugar partidos en sus momentos de asueto y donde desde 1903 están documentados los primeros partidos entre los nativos. El Camp de La Plageta de El Cabanyal, la cuna del Llevant, la cuna del fútbol en Valencia.

Un intelectual multidisciplinar

Pero, ¿quién fue realmente José Ballester Gozalvo? Al margen de su pasión juvenil por aquel nuevo deporte, el destino deparaba a José Ballester altas responsabilidades. Como cuenta el profesor de la Universitat de València, José Ignacio Cruz Orozco, la figura de Ballester «merece ser recuperada».

Maestro, abogado, pedagogo, alcalde republicano de Toledo, diputado en las Cortes Constituyentes, director general de Enseñanza durante la II República, ministro de Exteriores de la República en el exilio, presidente de Izquierda Republicana y de la Liga Española de Derechos del Hombre, ensayista, poeta…

Ballester fue un intelectual de primer orden, una de las personalidades valencianas más importantes del siglo XX cuya trayectoria pública siempre estuvo guiada por los valores impregnados en la escuela de su padre: «Cuando el azar de la vida me llevó a dirigir la enseñanza primaria de toda España, mi mayor aspiración era hacer de cada escuela cosa semejante al hogar de ciencia, de amor, de trabajo y de forja de hombres que fue la del ´Mestre Visantico´», escribía José Ballester en 1959, desde su exilio en París.

El sufrimiento de los Ballester

Pepe Ballester tuvo una vida de película. Durante la guerra realizó misiones como la que le llevó a la retaguardia de la España ocupada para introducir moneda falsa y provocar el caos financiero, una anécdota recogida por Cruz Orozco años después de su muerte. Ballester sacrificó su vida al servicio del restablecimiento de la República en España, y desde el exilio no dudó en cargar contra quien hiciese gestos de apoyo al régimen de Franco, como hizo cuando dirigió una dura carta al general Eisenhower, presidente de Estados Unidos, tras su sonada visita a España.

Pero su significación política fue terrible para los impulsores del Llevant FC. José Ballester no pudo regresar a su añorado Cabanyal y Víctor Ballester, que también alcanzó altos cargos de responsabilidad educativa durante la II República, sufrió años de cárcel y represión que debilitaron su salud hasta su muerte, en 1956, recuerdan Vicente y Lolita Ballester, hijos de Víctor.

El 25 de julio 1970, José Ballester Gozalvo, el mismo que puso en marcha y presidió el Llevant FC más de 60 años atrás, fallecía lejos de su casa. Sus restos descansan en un pequeño cementerio de París, junto a un puñado de tierra de la playa de Llevant, envueltos en la bandera de la España republicana y en la Senyera valenciana; esperando que alguien cumpla su última voluntad: volar al Cementerio de El Cabanyal cuando España recuperase la libertad.