E

l juicio en el que Antonio Mata Guinot fue condenado estuvo lleno de ilegalidades. Para comenzar, no tuvo abogado defensor. Los peores informes llegaron al tribunal del alcalde de la ciudad y del jefe de la Falange. Entre los testigos se da la circunstancia de que ninguna de las dos personas de peso a quienes convocó el acusado, aunque no pudieron hacer una defensa entusiasta por razones obvias, si hicieron manifestaciones favorables. Fueron el doctor Alejandro Font de Mora, abuelo del actual Conseller y el farmacéutico Evaristo Olcina. Ambos eran consuegros.

Antonio se hizo miliciano porque fue amenazado por un individuo conocido como "Alabarder" y para evitar males mayores aceptó el cargo y ello quedó reflejado en el juicio. Era republicano, no de izquierda radical, pero tampoco fascista. El juicio en el que fue sentenciado a muerte la principal acusación fue la de ser rojo. En la noche de la saca en la que veintidós villarrealenses fueron asesinados en el río Belcaire (Moncofa) todavía no era miliciano y por lo tanto era falsa la acusación de que estaba de guardia. En Vila-real, el 30 de julio de 1938, -la ciudad ya era de los nacionales desde el 11 de junio- compareció V.C.F. Confesó que fue avisado por Pascual Lloret Manrique para que compareciera ante el juzgado "para firmar una cosa" sin decirle para qué. Contó que había hablado varias veces con el citado Lloret para detener a Antonio Mata por creerle "un rojo peligroso". Dijo el acusado que había hecho guardia en las entradas del pueblo, pero que no le constaba "que hubiera participado en muertes". Contó que la noche que sacaron del Convento de las Dominicas, habilitada cárcel por los rojos, a veintidós personas a las que dieron muerte, estaba de cabo de milicias el citado Mata. Y lo sabía porque se lo había dicho un tal Quiroga, quien estaba en la cárcel y no estuvo en la saca. "Que como cabo de milicianos que era desde un principio elemento de confianza de los rojos por tanto lo cree un elemento peligroso aunque fijo no puede saber en concreto lo que ha hecho". El 1 de agosto compareció Evaristo Olcina Doménech, de 75 años, farmacéutico, y manifestó que conocía al acusado porque era hermano de la criada que tenía en casa. Que sabía que había sido boxeador y recorrido muchos países y que había estado un tiempo con Paulino Uzcudum. (Éste era entonces imagen de la Falange y era paseado por Andalucía de la mano de Sancho Dávila). El farmacéutico dijo que de la ideología del acusado no podía informar porque en este aspecto no lo había tratado. Sabía que había sido miliciano pero desconocía si había sido cabo. El farmacéutico afirmó que no conocía los extremos de la denuncia "y que no cree el que declara mal muchacho, sin que pueda informar en concreto".

El mismo día compareció Alejandro Font de Mora, médico, de 49 años y vecino de Vila-real. Consta en el acta "que lo conoce de haberle visitado como médico, así como a su familia. Que lo conoce también de haber ido el que declara a visitar, durante el dominio rojo, a algún preso" .No puede confirmar si era cabo aunque "si puede asegurar que era el que le daba permiso para ver al comerciante Antonio Trías, a quien mataron más tarde, y a quien iba a ver el que declara por ser cliente de él yendo a la cárcel a ponerle unas inyecciones de insulina". También declaró Font de Mora que "cuando iba a curarle con las inyecciones, si estaba el Pirri le dejaban al que declara solo con el enfermo que estaba preso, pero que cuando ha ido y no estaba de guardia el Pirri, entonces ha tenido que aguantar la presencia de un miliciano mientras le curaba". Tambén dice en su comparecencia "que el declarante lo ha visto casi siempre sin arma y que con él se ha portado bien no sabe si porque le conoce como médico o porque quisiera portarse bien con el mismo encarcelado a quien visitaba". El juez informó al declarante del hecho del 1 de agosto del 36 y éste respondió que Antonio Mata estuvo de guardia con posterioridad a esa fecha. El médico insistió en que el acusado le permitía hablar con toda libertad con el enfermo, les dejaba solos. Ello permitía al enfermo contar al médico que le ponían una pistola en la cabeza para obligarle a declarar. "Tal libertad no la tenía con otros milicianos de guardia".

En la misma fecha compareció J.M.N. jornalero de 59 años quien declara que había avisado a Pascual Lloret para que como Delegado de Investigación del Ayuntamiento detuviera a "El Pirri" por considerarlo "un sujeto peligroso". Declaró que había visto a Antonio prestar guardia en el Convento de la Dominicas, el Cuartel de la Guardia Civil y en el puente del río Mijares. Y que aquí estuvo en compañía de José Villarreal Pesudo a quien había pedido el fiscal pena de muerte en el juicio celebrado días antes. El declarante, preso en el Convento, manifestó que Mata estaba de guardia en la fatídica noche de la saca, aunque añadió que "aquella noche no le vio el que depone por el consiguiente nerviosismo que había en la cárcel, pero que en días sucesivos lo volvió a ver y que debió estar aquella noche, aunque no lo viera". Para rematar afirmó que cuando hizo guardia en el puente allí no hubo muertes aunque si en el pueblo y que desconocía si había formado piquetes para fusilar a alguien. La peor acusación la estimó en la amistad que tenía con José Villarreal Pesudo a quien tachó de "matón".

Existe un escrito firmado por el alcalde José María Seglar confirmando quienes son los tres vecinos que van a testificar a continuación. J.U.F. trabajador del campo, de 44 años de edad, declara que "comparece a declarar citado por el Sr. Alcalde, por orden del Sr. Juez y que conoce a Antonio Mata Guinot (a) Pirri por vivir en la misma calle".

La parte mollar de su declaración es ésta: "Que la noche del 21 de agosto del 36 que fue cuando mataron a veintidós en la cárcel del Convento de las Dominicas, no estaba todavía de miliciano el Pirri. Que esto lo sabe porque a los dos o tres días se encontró el que declara con el cuñado del Pirri que se llama Salvador y le dijo éste que habían puesto manos arriba a su cuñado el Pirri cuando lo del asesinato de los veintidós de la cárcel. Añadió que ahora no le pondrían manos arriba porque se había hecho miliciano". S.C.V. de 40 años, casado, dice que conoce a Antonio Mata Guinot (a) Pirri y "que aunque no puede precisarlo de un modo exacto dice firmemente que era azañista". Tampoco confirmó que el acusado estuviera de guardia en la citada noche del Convento.

El 3 de agosto se notifica que "El instructor del presente actuado que se remitirá al Sr. Presidente del Consejo de Guerra Permanente, tenidas en cuenta las pruebas aportada considera que el hecho perseguido se encuentra sancionado en el Bando de declaración del Estado de Guerra y en su virtud ratifica el procesamiento de Andrés Serra Muñoz, Matías Menero Lloréns, Domingo Villarreal Gil, Vicente Menero Arnal, Juan Tuixans Artola, Santiago Girona Mata, Manuel Cabedo García, Vicente Fortuño Notari, Vicente Costa Usó y Antonio Mata Guinot considerándose terminadas las presentes diligencias sumariales. Elévese a Auditoria.". El fiscal jurídico-militar en el procedimiento sumarísimo de urgencia número 71 del Juzgado Militar de Villarreal dice: "Antonio Mata Guinot de 37 años, labrador (a) Pirri, era cabo de milicianos y como tal designaba los servicios prestando el de guardia en las cárceles y en los llamados puestos de control. Se le veía en compañía de los dirigentes rojos más significados". El fiscal relaciona a todos los acusados y dice más adelante que Mata está i

nmerso en "delito de adhesión a la rebelión". Tras solicitar pena de muerte para dos, a Mata le pide como condena "reclusión perpetua". El fiscal jefe de Castellón y que firma lo antedicho el 18 de agosto de 1938, III Año Triunfal es Carlos Arias.

Días después, el 13 de septiembre de 1938, se dictó sentencia y al margen de penas menores y algunas absoluciones "fallamos que debemos condenar y condenamos a los procesados Santiago Girona Mata (a) Pallarés, Vicente Costa Usó (a) El Reino y Antonio Mata Guinot (a) Pirri como autores de un delito consumado de adhesión a la rebelión concurriendo los agravantes de peligrosidad y trascendencia de los hechos, a la pena de muerte con las accesorias de inhabilitación absoluta e interdicción civil para caso de indulto". Durante todo el proceso en las actas nunca se deja de mencionar los apodos que eran nombres sin ninguna connotación puesto que eran los propios de cada familia. En aquellos años todas las familias tenían su seña de identidad en el apodo.

Conocida la sentencia la familia del boxeador trató de ponerse en contacto con Paulino Uzcudum. No fue fácil, pero finalmente parece ser que éste intercedió a favor de su colega y compañero. Pero el final no fue evitado. Antonio, llegado el momento del fusilamiento, según contó a su madre un preso cuando obtuvo la libertad, se negó a salir al patio para ir al paredón. Dijo a los guardianes que era inocente y que no admitía el fusilamiento y que para ello tendrían que matarle en la propia celda. Y así fue. Ante su corpulencia no se atrevieron a sujetarle. Era el 19 de octubre de 1938 y tenía 37 años.

A la familia no le notificaron su muerte. Días después, cuando fueron a llevarle alimentos y ropa se encontraron con que no estaba. Les dijeron que había sido trasladado a la cárcel de Burgos. Finalmente les confesaron que había llegado el indulto gracias a Ramón Serrano Suñer, pero que lo recibieron el día después del fusilamiento. Todo indica que no fue así, sino que lo retuvieron para no impedir su fusilamiento. Al menos, con sarcasmo, se lo dijeron a su madre.

Al campeón villarrealense no le ha alcanzado la memoria histórica porque no ha sido repuesto. Tampoco podrá ser enterrado por sus familiares. Fue sepultado en una fosa común del cementerio de Castellón junto a otros fusilados. De allí, para construir nuevos nichos, tales restos fueron llevados al osario general.