Domingo por la noche en Montreal, aeropuerto Trudeau. El desmontaje del paddock y la recogida de material siguen en el circuito, mientras los pilotos huyen camino de sus refugios en Europa. Dice Kovalainen que está deseando llegar a Suiza para jugar al golf, si es que no llueve. En el mismo vuelo a Ginebra viaja Fernando Alonso, animado por su podio y aparcada un poco la sensación de que pudo ser algo más que tercero de no ser por el estorbo que le supusieron los doblados Chandhok y Trulli. Jaime Alguersuari vuela a París, igual que Massa, y maldice cuando descubre en las pantallas un vuelo directo a Madrid que del que pocos tenían noticia entre la colonia española de la Fórmula 1.

Hay satisfacción en Ferrari por haber resuelto con buena nota la papeleta canadiense. Alonso volvió al podio y sigue el ritmo de los que pelean por el título, un éxito según lo que se había visto en Turquía, cuando hasta el mismísimo Stefano Domenicali pidió a su gente una reacción inmediata.

Hubo dos caras en la escudería. La de Alonso en el podio con Hamilton y Button y la del abatido Massa. Le sucedió de todo. Su peor carrera del año, la más desgraciada, al estilo de las que ya tuvo el asturiano al inicio del campeonato. Tuvo que pasar cuatro veces por el pit lane, le golpearon en la salida y para colmo, se llevó una sanción de 20 segundos aunque sin influencia para la clasificación.

Alonso pone en 28 puntos la distancia con Felipe Massa. De los tres equipos punteros, los que mandan en la clasificación de constructores y en la de pilotos, es el único donde el rol dominador empieza a definirse.

En McLaren Hamilton pone ahora en orden la casa y le toma la delantera a Button. Pero sólo son tres puntos, una nimiedad y suficiente aliciente para que un encuentro en la pista desate hostilidades como en Turquía, cuando pelearon por la victoria con evidente riesgo.

Vettel, el chico mimado

En Red Bull las cosas andan igual. Mark Webber le lleva trece puntos a Vettel, pero el alemán es el preferido. En la primera carrera que han pasado verdaderas dificultades, cuando no fueron los más rápidos, pierden el liderato. Ahora lamentan la infinidad de puntos que se les han escapado por el sumidero cuando su coche era el mejor.

Esperando a Mercedes

En la cabeza también esperan a Mercedes. No para disputar el Mundial, porque ya llegan tarde, pero dentro de los equipos de arriba aseguran que terminarán con los mejores y que tendrán un papel importante porque estarán en medio de la batalla y robarán puntos a los aspirantes.