No es de extrañar que Genovés II se marchara del trinquet de su pueblo con un portazo. Un arrebato perfectamente comprensible si se tiene en cuenta que el desgarro fibrilar le impedirá, salvo milagro, estar el próximo martes en la programada cita del Trinquet de Massamagrell frente a Soro III, y con ello dice adiós a toda posibilidad de meterse en la final. Y eso, en el año en el que aparecía como un favorito indiscutible en todos los pronósticos. Ningún jugador parecía en condiciones de hacer frente a un pelotari curtido en cinco finales, con unas prodigiosas manos y con experiencia acumulada en la difícil especialidad del mano a mano. Ese arrebato era la reacción humana a tantas desgracias acumuladas en el torneo más deseado por un jugador. Aquella final del 26 de junio de 2004 parece haber marcado la historia del sueño del "fill de Paco". Aquel día, un Pelayo a rebosar, entregado a la causa de su ilusión, contempló cómo se desvanecía su sueño a falta de un "quinze". El marcador llegó a señalar un 25-55 a su favor y de manera incomprensible se produjo la voltereta más grande, al menos la más decisiva, en la historia de este deporte. Aquella pelota con "val i trenta" en el "dau", cosida a la "careta" con sello de título, fue a parar al "tamborí" y Álvaro, en un escorzo, al aire, caída en perpendicular, la jugó de la única manera posible, rematándola al "palquet". Salvó la partida al tiempo que hizo sacudir los cimientos de su rival. A partir de ahí las piernas de Genovés II temblaron. El triunfo fue para Álvaro que lo conservó durante cinco años consecutivos, con contrastada solvencia.

Una auténtica "pedrada"

Muchos opinan que la historia hubiera sido distinta si aquel "tamborí" no llega a aparecer. Diez títulos parecieron suficientes para el de Faura, que anunciaba su retirada del Individual. "No quiero soportar más presiones", vino a decir el decacampeón, con 36 años. El camino estaba despejado para que Genovés II accediera al trono por méritos propios, como sucesor natural. Legítimo dueño de una corona soñada. Y el viernes, en su propio pueblo, le llegó una "pedrada", expresión surgida de la garganta de Álvaro, comentarista en la televisión. Y es que el golpe parece como el que produce una piedra al golpear el músculo.

Genovés II tiene derecho a pensar que alguien le ha lanzado una maldición. Entonces un "tamborí", y ahora una "pedrada"É Maldito individual. Frente a la desgracia sólo cabe contrarrestar la esperanza y confiar en que el juego de pelota valenciana, el trinquet, hará justicia con el sueño del "fill de Paco". Y la fuerza de la esperanza suele ser poderosa.

La Asociación de Trinqueters, muy cerca

La Federació de Pilota Valenciana ha encargado a sus servicios jurídicos la creación de una Asociación de Trinqueters. La idea es articular un organismo autónomo, con personalidad jurídica, que pueda servir de interlocutor ante los organismos oficiales a fin de recabar ayudas económicas para las actividades de promoción que en el ámbito de sus respectivas empresas puedan desarrollar. Esta Asociación tendría capacidad para la organización de torneos oficiales, reconocidos por la Federació, de la misma manera que se reconocen los de cualquier empresa privada como Val Net. La intención última es la de que los tradicionales "trinqueters" tengan la posibilidad de disponer de asesoramiento gratuito en sus temas laborales y en sus relaciones con los jugadores autónomos. Empresas como las de Pelayo, Massamagrell, Vila-real, Sueca, Guadassuar, El Zurdo, etc, unirían sus esfuerzos para revitalizar el mundo profesional desde un "ámbito de libertad de mercado y de acceso a las ayudas oficiales", afirman desde los despachos federativos. La Asociació de Trinqueters tendría capacidad para la organización de eventos del máximo nivel, "con la exigencia de que cualquier jugador, federado o autónomo, tendrá derecho a participar en ellos, si así lo decide la asamblea de la Asociación".