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Jeremy Mathieu es un futbolista atípico. Sus compañeros hablan maravillas de él, pero a él pocas veces se le ve hablando con alguien. Va a la suya. El francés es el jugador que, en su ruidoso Ferrari, primero abandona la Ciudad Deportiva y, en los desplazamientos la imagen más habitual es la del lateral izquierdo, ausente, con unos enormes cascos o, abstraído, viendo una película en su ordenador mientras sus compañeros hacen guasa de cualquier nimiedad. Así es Mathieu. Lo que no deja de ser curioso es que el jugador, que no habla castellano, ha dejado de recibir clases porque, según confesó no tiene "tiempo". Ayudado por un traductor, el francés pasó ayer por la sala de prensa de Paterna y, entre otras cosas, afirmó que no le gusta hablar y que sus compañeros, como saben que tiene dificultad para relacionarse, le hablan "muy despacio".

El lateral reconoció que no sabe qué más puede "hacer para ir convocado con la selección francesa" ya que, explicó, está muy cerca de su mejor nivel. También se mostró esperanzado de poder renovar por el Valencia (acaba en 2012) ya que tanto él como su familia están muy cómodos en la ciudad. "No hay nada que pueda impedir que desarrolle mi carrera aquí, aunque luego nunca se sabe qué puede pasar".