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Hace unos años se calzó las zapatillas. Y ahora, apenas medio centenar de bragados corredores pueden, en el mejor de los casos, seguirle el paso. Y además, con otros agravantes que hacen su caso más fascinante. La buena señora tenía como experiencia previa algo de práctica en bicicleta "pero nada serio, de verdad. Un par de horas a la semana como mucho". Ahora te aguanta el diez mil a tres minutos y un par de segundos y el maratón te lo corre en cuatro minutos de media. En diciembre cumplirá 50 años y este año ganará de calle el Circuito de Carreras Populares de la Diputación de Valencia.

Es el extraño caso de Maxine McKinnon, quien no duda en reconocer que "soy la primera sorprendida. Claro que recuerdo la primera vez que me puse unas zapatillas. Cuando nos fuimos a vivir a Orba (antes había pasado muchos años en Murla), en una casa en medio del campo. Me dije "voy a probar" por aquello de mantener la línea. Hice dos kilómetros, a la otra vez tres, luego llegué a cinco... y así. Tras algunos meses me contaron lo de las carreras populares, me apunté a una y quedé segunda de mi categoría".

El resultado final es que en sus vitrinas ya tiene los títulos mundiales de 10.000 y de maratón para mayores de 45 años, conseguido éste en la prestigiosa prueba de San Sebastián. También tiene el título del maratón de Londres en su categoría.

Ahora, en cualquier prueba entre los 10 y 21 kilómetros del calendario valenciano se la puede ver adelantar con facilidad a veinteañeros bien entrenados que echan el hígado intentando, en vano, mantener su ritmo.

No ha encontrado una explicación, quizá porque no la ha buscado, de cómo puede responder un cuerpo de forma tan portentosa. "Durante años trabajé de administrativa y no había practicado deporte de forma regular. Debo tener buen corazón y buenos pulmones. Es verdad que siempre me había cuidado. No como carne, pero sí pescado y siempre he tenido mucha energía. Me gusta hacer las cosas rápidamente".

Sigue siendo británica "porque nacionalizarme es un lío de papeles enorme, pero llevo veinte años en España y me siento una más". Su hija, que acaba de empezar la universidad en Castellón, habla valenciano y no tiene nada del acento "guiri" que caracteriza a la dama voladora. "Más que ver en mi un caso raro, lo que me gustaría es servir de ejemplo. Muchas mujeres de mi edad podrían hacer lo mismo que yo. Sobre todo, por la satisfacción que supone sentirse bien con uno mismo". Uno de sus secretos, aparte de cuidarse, es no desfallecer "y entrenar, aunque hoy no tengas ganas".

El pasado fin de semana hizo en Vilamarxant lo que casi siempre: ganar. Quedó la trigésima de 544. "Tengo ya el título de la Diputación asegurado, pero todavía quiero correr la de Manises. Estoy muy a gusto en este circuito". Su presencia en el circuito es toda una rareza, puesto que corre casi siempre en las carreras de la Marina Alta y la Safor, además de alguna carrera especial a la que no falla, como el Gran Fondo de Soneja. Hace dos años se llevó el Maratón de Valencia. Carreras de 42 kilómetros ha completado ya nueve.