Julián García Candau

Valencia

El Club Universitario de Lima ha anunciado un homenaje a Mario Vargas Llosa, su más ilustre seguidor, galardonado con el premio Nobel de literatura. En Argentina, el club Estudiantes, del que siempre fue seguidor acérrimo Ernesto Sábato, consiguió el primer opuesto de la clasificación del campeonato. El Valencia, por el que suspira cada semana el poeta Francisco Brines, es líder en la Liga española. El fútbol no tiene el repudio de los intelectuales como tantas veces se dijo.

Vargas Llosa es una de las figuras paradigmáticas reivindicadoras de las emociones futbolísticas. En muchas ocasiones deja sentir su opinión sobre un partido o un campeonato. En los mundiales ha sido pluma incitada para comentar los partidos. En el del 82, en España, hizo columna diaria en ABC. Nunca ha negado su querencia hacia el fútbol. De su obra literaria también hay datos significativos sobre la importancia que le concede. En "La ciudad y los perros", por ejemplo, son notorias las alusiones a los partidos de los soldados.

El académico hispano-peruano, ha dejado escritas opiniones sobre lo que significa este deporte y entre otras cosas dijo: "El culto al as del balompié dura lo que su talento futbolístico, se desvanece con este. Es efímero, pues las estrellas de fútbol se queman pronto en el fuego verde de los estadios y los cultores de esta religión son implacables: en las tribunas nada está más cerca de la ovación que los silbidos".

Siempre recuerda que su luna de miel la disfrutó en Río de Janeiro. Aprovechó la estancia para presenciar el partido entre las selecciones brasileña y alemana. Como resumen dijo de Pelé: "El futbolista más extraordinario que he visto jamás."

Su pasión por el Universitario, al que vio jugar por vez primera cuando tenía diez años, y del que este año fue nombrado socio honorario, llega al extremo de acudir a ver la final que disputó esta temporada frente al Alianza de Lima.

Vargas Llosa entiende que el fútbol es un "fenómeno contemporáneo elevado a la categoría de religión laica, la más practicada de todas". Es contrario a quienes manifiestan su desprecio por este deporte y por ello dijo: "Hay muchos que no lo entienden y además lo deploran. Les parece lamentable porque dicen que el fútbol enajena y empobrece intelectualmente".

El balompié ha tenido de antiguo grandes defensores y notables detractores. Miguel de Unamuno, por ejemplo, conoció sus comienzos y lo defendió. Tuvo un par de sobrinos destacados. Unamuno fue delantero centro del Athletic, Real Sociedad y Betis. El más recordado es Ramón Moreno Aranzadi Pichichi por quien pidió, en cierta ocasión, una recomendación a Indalecio Prieto para que ingresara en una caja de ahorros vizcaína.

En América es más fácil decir qué escritor no ha sido partidario del fútbol y con señalar a Jorge Luis Borges se acaba la lista. Algunos han sido apasionados como Oswaldo Soriano por San Lorenzo de Almagro. En España fue conocida la fibra "culé" de Manuel Vázquez Montalbán. Juan García Hortelano sufrió siendo seguir del Atlético de Madrid y Jesús Fernández Santos fue madridista confeso. Como lo es Javier Marías, aunque éste, además, regaló dinero de un premio al Numancia.

Juan Benet no fue apasionado, pero escribió más de un artículo balompédico. Siempre se le recuerda el que dedicó al Naranjito pidiendo que fuera desechado.

Entre los teóricos uruguayos ha cultivado especialmente esta pasión Eduardo Galeano. Los su-damericanos son mucho más entusiastas. Mario Benedetti dejó escritas páginas extraordinarias aunque decía que los compañeros solamente le concedieron la posibilidad de jugar de portero. José María Guelbenzu, por ejemplo, aunque seguidor de la Real Sociedad, no presume de ello.

Otros Nobel del fútbol

En el gremio de premios Nobel de literatura con páginas dedicadas al fútbol hay que incluir también a Camilo José Cela autor de Once cuentos de fútbol, además de numerosos artículos.

Uno de los datos futbolísticos más curiosos comprende el de los nombres de algunos porteros. Henry de Montherlant dejó escrito Los once bajo la puerta dorada, Vladimir Nabukov no olvidó en Habla memoria sus actuaciones como guardameta en Inglaterra, posición en la que destacó el escultor donostiarra Eduardo Chillida, titular en la Real, y a quien una lesión de rodilla le obligó a la retirada. Tal vez el cancerbero más ilustre fue Albert Camus, quien guardó la portería del Universitario de Argel, y también premio Nobel de literatura, en cierta ocasión, al hablar de ética, afirmó: "Todo cuanto sé con mayor certeza sobre la moral y las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol".