Gerard S. Ferrando

Valencia

Tras el largo parón, había muchas ganas de ver a este Levante que, por primera vez esta temporada, llegaba a un partido fuera de los puestos de descenso. La cita era en casa y los alrededores del estadio Ciutat de Valencia notaron esta expectación con vehículos aparcados en cualquier sitio. Los párkings del centro comercial aledaño al estadio estaban totalmente llenos, pero no sólo eso, sino que las aceras, el carril bus de la ronda norte y los jardines próximos al estadio quedaron repletos de coches que los popularmente conocidos como gorrillas intentaban orientar en búsqueda de sitios que, a simple vista, era imposible localizar.

En el campo, pese a todo, siguieron viéndose zonas vacías pues la verdad es que el rival, un Real Sociedad también recién ascendido, tampoco atraía tanto como lo hizo el último precedente, el Real Madrid. Así que el aforo capicúa de 11.211 se quedó lejos de la cifra registrada ante los blancos, aunque fue similar al de los otros partidos de liga disputados hasta ahora.

Una vez empezado el choque, los que estaban tenían que llevar a los de Luis García Plaza en volandas hacia un importante triunfo y, debido al buen juego local en los primeros minutos, los seguidores aplaudieron, animaron y realizaron los pertinentes cánticos. Un apoyo que en demasiadas ocasiones se echa en falta en un graderío que, suele reaccionar más para protestar al colegiado.

Ayer, tampoco faltaron las oportunidades para silbar a Teixeira Vitiennes, pero en las más protestadas, como en los posibles penalti es a Caicedo y a Rubén en la primera mitad, el colegiado tenía razón pues en ambos casos los piscinazos fueron notables.

Los aficionados tenían especial interés en ver a un Caicedo que, por primera vez entraba de titular. Fue uno de los más aplaudidos en los primeros minutos, pero luego, a medida que iba perdiendo protagonismo por su falta de movilidad, pasó a un segundo plano justo hasta que consiguió marcar el segundo gol del partido tras un gran robo y pase largo de Juanlu.

El buen juego levantinista servía también para acallar a la siempre entusiasta afición donostiarra. Ubicados en el sitio habitual de los seguidores visitantes, estuvieron bastante callados, salvo los primeros minutos del segundo tiempo cuando intentaron, en vano, dar alas a los suyos. Sí, porque el gol de Del Horno en el minuto 59 despertaba la pasión en la grada local que ya permanecería metida en el partido hasta el final y más aún después de la sentencia de Caicedo. Al final, gran ovación para este Levante que sigue en puestos de salvación y que, además, da una gran imagen.