El sueño de la Euroliga comenzó ayer para el Power Electronics Valencia de la peor manera posible: victoria del Panathinaikos en La Fonteta. Lo que vivió ayer el equipo valenciano fue una auténtica pesadilla. Lishchuk y Javtokas se cargaron muy pronto de faltas y ello lastró el juego de su equipo. Un nefasto segundo cuarto condena al Power, que ya no se puede permitir más errores en casa esta temporada.

Si hay algo que no se le puede reprochar a este equipo es descaro y corazón. Empezó el Power como si el rival no fuera pentacampeón de la Euroliga y uno de los más firmes candidatos al título. Pronto, sin embargo, pequeños desajustes defensivos y, sobre todo, un gran Perperoglou consiguieron que el equipo griego se pusiera por delante en el marcador. El primer cuarto acabó con un 15-17 que auguraba un encuentro muy reñido. Pero al Power le faltaba mordiente en ataque, donde jugadores como Rafa Martínez o Dusko Savanovic no aparecían. El que sí reapareció fue Florent Pietrus. El ala-pívot francés formó parte, de hecho, del quinteto titular y fue recibido con una atronadora ovación por parte de la grada. Conforme avanzaba el segundo cuarto, las distancias en el marcador se hacían cada vez más grandes, sin que hubiera una razón para ello.

No es que el Panathinaikos fuera mejor que el Power. Era sobre todo más un problema de actitud que de pura calidad. También influyó el hecho de que la camiseta griega pesa mucho y los árbitros tuvieron el silbato muy suelto a favor de los atenienses. Lishchuk se fue muy pronto al banquillo con tres personales, la tercera de ellas incomprensible -el ucraniano espera en la zona una carga con los brazos arriba y le pitan personal por empujón-, y los griegos se hicieron grandes en la pintura. Al Panathinaikos le dieron la mano y se cogieron el brazo: 27-42 en el descanso y cierta sensación de impotencia en La Fonteta.

Pero como hay cosas que nunca cambian, el principal problema del Power Electronics era el de casi siempre: las pérdidas. 10 al descanso son muchas contra un equipo como el Panathinaikos que no perdona en los contraataques. Las transiciones rápidas mataban a los de Hussein, que no podía detener la sangría de puntos que llegaban, asimismo, de los ataques estáticos. El canario hizo un aspa con los brazos y el Power se puso en zona, pero ni por esas.

Así las cosas, no es de extrañar que el tercer cuarto comenzara como comenzó: con muchas imprecisiones. Savanovic no tenía el día y el entrenador hubo de devolver a Lishchuk a pista quizá mucho antes de lo que habría querido porque Javtokas hizo un par de pérdidas. La cuarta personal del ucraniano desató las iras de La Fonteta, que necesita poco para calentarse y que ayer descargó la furia contra los árbitros. Unos pasos por aquí, una personal por allá y ya está el lío armado. Cuando el Power se puso a ocho puntos, cuando quedaban tres minutos para el inicio del último cuarto, el pabellón era un clamor. Incluso Savanovic, de natural tranquilo, tuvo algún que otro arranque. Rafa Martínez pedía con los brazos que la grada apretara, y vaya si apretó. A Simeón, valiente como el que más, le daban por todos lados y el de Silla se desesperaba. Claver le atraía para sí, tirando de galones y de experiencia, para tranquilizar al joven base. Y en medio de todo este ambiente hostil, el Panathinaikos mantuvo el tipo. El último cuarto vio al Power ocho puntos abajo.

Tocaba tirar de épica, de heroicidad. Capas al viento y eses en el pecho. Pero las cosas se pusieron muy pronto cuesta arriba. El Panathinaikos no aflojó, lo que único a cierto apresuramiento por parte del equipo valenciano hizo muy difícil la machada. Además, las bajas lastraron al Power y en el último cuarto varios jugadores estaban al límite de sus fuerzas. Se multiplicaron las pérdidas y se esfumó el sueño de la remontada.

Otros resultados

Olimpia L., 95-Effes Pilsen, 90

CSKA Moscú, 73-A. Milan, 88

Barça, 80-Cibona Zagreb, 66

Caja Laboral, 94-Maccabi, 78