Vivía en septiembre Italia la resaca de una apoteósica victoria en Monza. Fernando Alonso puso al país en pie y al otro día tenía trabajo en la fábrica. Quiso conocer el último rincón de Maranello, llegar hasta las entrañas. Pidió que le enseñaran el departamento que fabrica las pistolas con las que aprietan las ruedas en el cambio de neumáticos. "Complimenti ragazzi". Ojos como platos de los operarios. La estrella había llegado hasta allí y les daba la enhorabuena por su trabajo. Una buena maniobra en el garaje le había ayudado a ganar y quería saber de dónde venían los destornilladores mágicos. En los altos hornos de Ferrari no olvidan aquella mañana.

La vida nómada de Alonso comenzó de niño. El traslado a Barcelona para crecer en el karting junto a la familia Marcó y los viajes de fin de semana a Italia le revistieron de dureza. Aprendió a pasar sin los suyos malos y buenos momentos, creció, maduró y supo que, por mucho que encontrase fuera, no hay nada como la propia casa. Lleva diez años en la Fórmula 1 y un puñado de meses en Ferrari. Los italianos le hicieron ojitos hasta que el romance cuajó en un enamoramiento profundo y mutuo. Viéndole en el equipo no parece un recién llegado.

Tenían su perfil muy estudiado y le querían para suplir a Raikkonen, un finlandés frío, distante, individualista y poco comunicativo. Gran piloto, sí, pero incapaz de transmitir la pasión que piden en el mundo del Cavallino.

"Soy un poco chapado a la antigua, tradicional. Mi sistema de valores está ligado a mi pasado, a mi tierra, a mi familia", confesaba Alonso en una entrevista reciente. Perfecto para el molde de Ferrari, vieja casa italiana de férreas tradiciones.

Nada que ver con su soledad en McLaren. Ahora, su sombra en el circuito es Edo Bendinelli. Fisioterapeuta y cuñado, se le puede encontrar en el segundo plano de las fotos del piloto, espigado y con barba de una semana.

La primera llamada después de ganar en Corea fue la del presidente de la marca, Luca di Montezemolo. Qué mejor prueba del paternalismo ferrarista. Y Alonso, listo, lo ha captado al momento. Él también sabe hacerlo, como lo es echarse a la espalda el error de un mecánico al que se le atascó ayer una tuerca. "Fue error mío, no he colocado bien el coche". El muchacho lo adorará.

Al rato de ponerse al mando del Mundial, un vehículo le espera para viajar a Seúl. Es el punto y final a tres semanas en Asia. En los días libres le acompañó su clan íntimo en el paraíso de las Islas Marianas. La condición para ir: que hubiera una pista de karting. Pasó una tarde por allí Alonso y preguntó por el récord de la pista. "Con su peso será imposible", le dijeron sin reconocerle. En la primera vuelta lo había rebajado 1,5 segundos. Y se fue de allí con una sonrisa.

Desea que la temporada se termine para volver a su curso de piloto de avioneta. "Ya he volado solo", dijo en una entrevista exclusiva el pasado jueves antes de ganar en Corea. También busca tiempo para su familia y el puñado de amigos de la infancia. Verá algo más a Ricardo y a Dani, que le quitan muchas preocupaciones, y también a Alberto, ingeniero y recién reclutado para la factoría de Maranello. Alonso se queda en su apartamento cuando viaja a la fábrica. No necesita un gran hotel, vive en ellos 200 días al año. "Las amistades fuertes que tengo no las perderé nunca. Puede haber menos intensidad en cuando a la distancia pero no en el sentimiento", reconoció a este periódico.

Alrededor de Alonso crece un núcleo familiar ideado por su padre, José Luis. Se le ve menos por los circuitos. Ya no es tan necesario, está bien atendido en Ferrari y no hace falta que le cuide de las puñaladas que le intentaban pegar en McLaren. Además, su nieta María, recién llegada tiene cautivada a los Alonso.

Antes de bucear en la familia, de desaparecer un mes y medio, le espera el gran reto de su carrera. Viajes a Brasil y a Abu Dabi para ganar su tercer Mundial ¿Podría hacerles un regalo mejor?

Briatore lo ve campeón

Por otra parte, Flavio Briatore, que dirigió a Fernando Alonso en su etapa en Renault durante la que ganó sus dos títulos mundiales, aseguró ayer que el asturiano tiene todo a su favor para hacerse con el Mundial: "Alonso tiene once puntos de ventaja, sólo un desastre podría hacerle perder el Mundial". Briatore aseguró que Alonso tiene ahora un "ochenta por ciento de posibilidades" de hacerse con el título, "a menos que Red Bull no cambie de estrategia". "Para (el alemán Sebastian) Vettel es ya imposible ganar el Mundial, igual que para (el británico Lewis) Hamilton. Los dos únicos que pueden ganarlo son Alonso y (el australiano Mark) Webber", aseveró Briatore.