Hace poco más de quince días, Albelda fue expulsado en el Bernabeu por unas inexistentes manos, cuando el Valencia estaba aguantando con tesón un valioso empate ante el Real Madrid. Lo que pasó tras marcharse el de la Pobla Llarga al vestuario lo recordamos todos. El Madrid aprovechó dos contras (el juego que mejor le va) para sentenciar el partido. ¿Hubiera aguantado el Valencia el resultado con 11? Eso nunca lo sabremos y entra dentro del fútbol ficción.

Lo que sí tenemos claro es que desde la zona mesetaria se cargó duramente contra el Valencia y su entorno por «llorar» la expulsión de Albelda afirmando que «desde Valencia siempre se están quejando de los árbitros». Consejos doy que para mí no tengo.

La nefasta actuación de Clos Gómez en el Real Madrid-Sevilla ha levantado en armas a la legión de periodistas (?) que siguen al conjunto de la Castellana, llorando que el Madrid fue perjudicado y que parece que «alguien quiera que la Liga se hubiera acabado antes de finalizar 2010». Portadas, opiniones y minutos de radio para justificar con las decisiones del trencilla el lamentable juego del conjunto de Mourinho. ¿Ya no se acuerdan que tras el 5-0 del Camp Nou, donde apenas olieron el balón, pidieron un penalti sobre Cristiano y fuera de juego en uno de los goles de Villa?

Que el Madrid se queje de los árbitros tiene guasa, cuando en el Bernabeu han expulsado a un mudo por protestar, han pitado un penalti aplicando al fútbol técnicas de yudo (el ushiro nage de Marchena a Raúl. Llegaron a preguntar a familiares del central andaluz si de pequeño practicaba ese deporte) o han expulsado a un jugador por simular dos penaltis de libro. Y los robos seguirán...

Llorar, lloran todos cuando los colegiados les perjudican, pero las lecciones de periodismo y ética desde la Villa y Corte producen tal repugnancia que el antimadridismo que limita con la M-40 va en aumento.